Otro paso más – Nadia Bustos

en El Aromo nº 87

Syria-Civil-WarSiria: descomposición social y guerra civil

Siria se convirtió en el escenario de disputa, tanto de la burguesía local como internacional. El enfrentamiento militar entre potencias puede llevar a un choque que exceda la región. Es una muestra de la barbarie a la que nos lleva el desarrollo del capitalismo.

Por Nadia Bustos (Grupo de Análisis Internacional-CEICS)

Luego de Afganistán e Irak, Siria. El problema de los refugiados puso de manifiesto el derrumbe en el que se encuentra el país y la región. El conflicto está cumpliendo su cuarto año de desarrollo, con un saldo de casi 320 mil muertos. Según Naciones Unidas, el número de desplazados del territorio supera a los 2 millones de personas. A lo largo de los años, surgieron diversas fracciones de oposición que buscan intervenir y sacar algún rédito del conflicto. Siria se convirtió en el escenario de disputa, tanto de la burguesía local como internacional. Es una muestra de la barbarie a la que nos lleva el desarrollo del capitalismo. Falta ver cuál será el siguiente capítulo.

El comienzo

Generalmente se suele ubicar al mes de marzo de 2011 como fecha de inicio de la crisis. Sin embargo, el gobierno sirio venía enfrentando protestas desde mucho antes. Los reclamos se centraban en la liberación de presos políticos y el fin a la persecución de opositores. En efecto, el inicio del gobierno de los Assad en el país (1963) vino acompañado de la prohibición de los partidos políticos. La tortura y persecución a la oposición había sido denunciada por Amnistía Internacional en 2007 y Human Rights Watch en enero de 2011. La violencia característica del régimen no hizo excepción con las movilizaciones y la mayoría fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad. Esta situación, lejos de contener el descontento, provocó que se extendiera a todo el territorio, hasta alcanzar características insurreccionales en el mes de marzo. Los manifestantes reclamaron la salida de Assad, prendieron fuego edificios de gobierno y empresas vinculadas al régimen. En un intento de contención de los reclamos, el gobierno firmó un decreto para aumentar los salarios de los empleados públicos y temporales. A pesar de ello, las movilizaciones continuaron. En abril, se registraron 20 muertos en otra represión policial.

La oposición formó distintas alianzas a lo largo del conflicto. Desde el inicio de las manifestaciones en el mes de marzo, se puede registrar la presencia de los Comités de Coordinación Local. Se trata de más de 70 organizaciones distribuidas en las gobernaciones sirias, que se encargaban de la preparación de consignas, pancartas y movilizaciones. Contaban con un centro de medios donde retransmitían las noticias de cada región del país.

En el mes de junio de 2011, se inició un intento de unificación de la oposición con la conferencia “Cambio en Siria” en la localidad de Antalya en Turquía. Allí se reúnen casi 300 delegados de diversos grupos opositores. Entre los más importantes se encontraba el Frente de Salvación Nacional, compuesto por Abdulhalim Haddam, vicepresidente de Assad durante el período 1984-2005 y la Hermandad Musulmana. El Frente buscaba el establecimiento de la plena libertad civil dentro del territorio sirio. En sus inicios, recibió apoyo de Estados Unidos y Arabia Saudita, aunque no logró tener injerencia dentro del territorio. También participó la “Declaración de Damasco”, una representación de varias organizaciones de oposición que buscaban un cambio en un sentido democrático-liberal, con un guiño a la autonomía kurda[1]. La conferencia fue el primer quiebre en el apoyo de la burguesía Siria a Assad, llamando a abrir un proceso de paz mediante la capitulación de gobierno y la convocatoria a elecciones.

En julio, Assad realizó un nuevo intento de contención de los reclamos. Aprobó un decreto que permite la formación de partidos políticos distintos al Baath. Además despidió al gobernador de la provincia de Deir az-Zor, luego de que una masiva movilización pidiera su destitución. Sin embargo, los reclamos persistieron.

A mediados de agosto de 2011 se creó el Consejo Nacional Sirio (SNC). La organización adquirió relevancia rápidamente como un referente de la oposición. Fue reconocida por siete miembros de la ONU. La organización propone un órgano de gobierno de transición que abarque a todos los representantes de la oposición y de Assad. A fines de 2012, se incorporaron a la Coalición Nacional Siria, en la cual obtuvieron 22 representantes, sobre un total de 60. La Coalición Nacional se creó en noviembre de 2012 con el objetivo de apoyar a las fuerzas militares que luchan para derrocar al régimen de Assad y ayudar a transición del país hacia un estado “democrático y pluralista”. El grupo está formado por un cuerpo de 63 miembros, incluyendo a los representantes de cada una de las principales ciudades de Siria y la SNC. La Coalición tiene como objetivo proporcionar “ayuda humanitaria” a la población siria, mientras coordina los esfuerzos militares con el Ejército Libre de Siria. La organización obtuvo el apoyo financiero de los bancos de Arabia Saudita, Egipto y Turquía. Francia los reconoció como únicos representantes del pueblo sirio. La intervención en el territorio sirio es coordinada con el Ejército Libre de Siria (FSA), compuesto por desertores del ejército de Assad. El FSA también recibió ayuda financiera y material de los estados occidentales y árabes. Muchos de los combatientes de la organización fueron entrenados por Estados Unidos en el campo instalado en Jordania. A principios de 2014, se estimaba que el FSA representaba el 31% de la oposición siria y era la principal fuerza enfrentando al régimen. Sin embargo, el número empezó a disminuir con el paso del tiempo. Uno de los elementos que fomentaron la deserción es el desgaste frente a la continuidad del conflicto. Otro fue la aparición de las organizaciones del islam radical, marcando los límites de la estrategia del imperialismo norteamericano de crear una coalición nacional adicta. Las sanciones al régimen de Assad por parte de la Unión Europea no se hicieron esperar. En septiembre de 2011, se sancionó la compra de crudo sirio, como también a la empresa Syriatel, el principal operador de telefonía móvil del país, y Addounia empresa de televisión, junto con otras tres empresas vinculadas a militares sirios. En diciembre de ese año se armó una nueva ronda de sanciones: se incluyó a las empresas Sytrol y General Petroleum Corporation, ambas estatales. Quedaron prohibidas también las exportaciones de material para la explotación de aceite y gas. En febrero de 2012, se incluyó la prohibición del comercio de oro y otros metales preciosos, así como los vuelos de carga. Estados Unidos también se sumó a las sanciones, prohibiendo a sus empresarios realizar transacciones con el régimen, como también la importación de petróleo de ese país. La Liga Árabe también estableció sus propias penalidades. La organización congeló, en 2011, las cuentas bancarias y las transacciones del Banco Central de Siria y bloqueó a la venta de productos “no esenciales” provenientes de Siria. Es decir, el imperialismo trazó un importante cerco contra el régimen de Assad, con la voluntad de controlar un Estado ligado a Irán, como forma de poner fin a la crisis política en Medio Oriente y establecer una hegemonía propia en una región históricamente adversa.

Hacia 2012, la organización islámica más importante en el territorio era el frente Al-Nusra, aliado de Al-Qaeda. Sin embargo, la aparición de ISIS llevó a una disputa por el dominio del territorio y los recursos. El Estado Islámico logró hacerse rápidamente con campos petroleros y refinerías. Se estima que el régimen de Assad compraba petróleo desde 2013 y gas desde 2014. En 2014 ISIS controlaba el 60% de la producción de petróleo del país. Actualmente, controla además ocho centrales eléctricas, tres instalaciones hidroeléctricas y la mayor planta de gas. A esto se suman los campos productores de algodón, donde la organización maneja las tres cuartas partes de la producción total. Sin dudas, el Estado Islámico es la organización más importante del territorio. ¿Cuál es el objetivo? Intentar reconstruir el Estado por la vía militar. El problema es que carece de estructura propia para organizar al país.

Desde el inicio del conflicto Obama llamó a Assad a dimitir. Fuentes de WikiLeaks indican que Estados Unidos, Gran Bretaña, Qatar, Arabia Saudita, Turquía y Egipto tenían intenciones de derrocar al régimen desde hacía tiempo[2]. Además de entrenar al FSA, Estados Unidos lleva adelante la operación “Lion Eager” que consiste en el entrenamiento de soldados de 19 países en campo jordano cercano a la frontera con Siria. El objetivo es establecer una zona de exclusión entre la frontera siria y jordana[3]. El crecimiento del Estado Islámico llevó al inicio de la intervención internacional en 2014. Estados Unidos lideró una coalición que bombardeó las posiciones de ISIS en Irak y Siria. Francia llevó adelante los primeros ataques en Siria el 27 de septiembre pasado. Hollande afirmó que los ataques se deben a la preocupación por la crisis de los refugiados.

Por otro lado, Arabia Saudita financió en reiteradas oportunidades el envío de armas a grupos rebeldes en Siria. Incluso, en septiembre de 2014, aceptó albergar campos de entrenamiento de los rebeldes, como parte de la estrategia general de Obama para luchar contra el ISIS.

¿Cuál es el soporte de Assad? Rusia, el histórico aliado del régimen. En octubre de 2011, vetó junto con China una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba a Siria por la represión contra los manifestantes antigubernamentales. Siria es el quinto importador en importancia de armas rusas. Rusia tiene además inversiones en el sector petrolero y gasífero del país. En 2012, la noticia del envío de un barco con armamento ruso generó repercusión en varios medios. Algo similar sucedió recientemente con la modernización de la base rusa en Tartus (Siria), la única que Rusia posee en un país extranjero. Tiene vital importancia, porque permite una ubicación estratégica en la región y, además, da salida al Mediterráneo. En 2013, Siria y Rusia firmaron un acuerdo que le permitía a los rusos explotar un yacimiento de gas natural en el Mediterráneo Oriental. Es el primer permiso de explotación en el mar que es otorgado por el gobierno sirio. La empresa beneficiada fue Soyuzneftegaz, que ya tenía inversiones en la producción petrolera siria. Sin embargo, el acuerdo fue congelado en septiembre de este año, dada la inestabilidad en el país. En septiembre, Rusia comenzó sus ataques aéreos contra el ISIS. Sin embargo, hay fuentes que indican que los bombardeos alcanzaron a algunas posiciones del FSA.

Irán también se encuentra interviniendo en el conflicto. Proporcionó asesores militares y armas, como también líneas de crédito y transferencias de petróleo. Envió además combatientes del Hezbollá libanés y fuerzas terrestres de la Guardia Revolucionaria.

Assad no tiene capacidad para hegemonizar el territorio. ISIS se convirtió en un contrapeso importante para el régimen y para las potencias que tienen intereses en juego. La guerra siria abrió el juego de una disputa solapada entre los diversos bloques capitalistas, que buscan controlar los recursos de la región.

Detrás de escena

La guerra civil Siria se produce cuando se firma el tratado por el gasoducto Irán-Irak-Siria, que se iba a construir entre 2014 y 2016 del campo South Pars. Se trata de un gasoducto que abarca Irán, Irak y Siria. Contaba además con una posible extensión al Líbano, para finalmente llegar a Europa, mercado de exportación de destino. El gasoducto buscaba diversificar los suministros energéticos de Europa fuera de Rusia. La tubería afectaba los planes de Qatar que intentaba realizar el negocio a través de Arabia Saudita, Jordania, Siria y luego a Turquía, con el fin de llegar a Europa. El gasoducto expresa los intereses de los dos bloques capitalistas en pugna: Irán y Siria por un lado y Qatar y países árabes por otro.

El conflicto Sirio provocó la salida de varias empresas. Shell abandonó la explotación petrolera en 2011. China Petrochemical tenía participación en el campo petroleros de Gbeibe y al-Furat pero se fue en 2013. La empresa Total de capitales franceses, tenía inversiones en las ramas petroleras y gasíferas del país, pero se retiró junto con Shell. El control de los campos gasíferos de Hayan por el Estado Islámico, provocó también el retiro de la empresa croata Hayan Petroleum Company. En esta región se encontraba desarrollándose el proyecto Ebla de producción de gas natural, ahora bajo el mando del ISIS. Allí participaba Petrofac (británica), PetroCanada (canadiense) y Suncor Energy (Canadiense). Siria posee el 0,1% de las reservas de gas mundiales. El 35% del gas sirio se utiliza como reinyección para mejorar la recuperación de petróleo. De hecho, desde 2008 el país importa desde Egipto, a través del gasoducto árabe.

Para el gobierno sirio el petróleo representaba el 20% de los ingresos del presupuesto y el principal mercado de destino era Europa. Siria posee solo dos refinerías, una se encuentra en Banias y la otra en Homs. La refinería de Homs apenas funcionó durante 2013, a causa de los combates en la zona de los alrededores y la dificultad de garantizar el suministro de crudo desde el extranjero. La refinería de Baniyas está en una zona más segura y es la única que se encuentra funcionando. Ambas refinerías pertenecen a la empresa estatal General Corporation for Refining and Distribution of Petroleum Products. La capacidad de refinación de las empresas no alcanza a cubrir la demanda interna. Por este motivo, se firmó en 2008 un acuerdo con la CNPC china para construir una nueva refinería en Deir-al Zor. En la actualidad ese proyecto se encuentra cancelado, pero es evidente que la potencia oriental apuesta al restablecimiento del pleno poder del Baath. Por su parte, EEUU y la Unión Europea aspiran a controlar el Estado sirio, como plataforma de la estabilidad regional y como salida a las inversiones de los capitales propios.

El futuro hecho polvo

Ninguna de las partes involucradas creyó que el conflicto podía extenderse tanto tiempo. La descomposición del Estado sirio y el surgimiento de ISIS están trayendo problemas a los países vecinos y a occidente. ISIS controla los recursos que anteriormente se disputaban los capitales extranjeros. La formación de una coalición internacional para combatirlo abre la posibilidad erosionar las posiciones de los distintos bloques en pugna. Tanto la Unión Europea como Estados Unidos y los países árabes coinciden en el agotamiento del régimen de Assad. Lo desgastan a través de las organizaciones de oposición y apuestan a una negociación mediada por Irán. Rusia interviene para respaldar sus intereses el país. Combate al ISIS, pero para defender a Assad. La intervención rusa parece haber debilitado ciertas posiciones del Estado Islámico. Sin embargo, esto solo agrava el conflicto, porque también bombardea a las posiciones pro-occidentales. La descomposición del Estado en Siria llevó hacia una debacle generalizada de la sociedad, donde ninguna de las fuerzas en pugna logra imponerse. EE.UU. comenzó a desplegar tropas propias, como Francia, ante el agotamiento de la estrategia de armar un “ejército de liberación”, es decir, el apoyo a una organización burguesa local. Con una burguesía nacional descompuesta, la reconstrucción del Estado capitalista solo puede provenir del exterior. Si se produjeran, lo que no es imposible, los enfrentamientos en suelo sirio, entre tropas norteamericanas y rusas, podrían llevar a un conflicto mundial incontrolable. A esto nos arrastra un mundo de estados nacionales capitalistas que defienden, a como dé lugar, las ganancias por encima de la vida de la población.


[1]http://goo.gl/DeJnv8.

[2] https://goo.gl/c8Kd7L.

[3]New york times, 10/10/2012 [http://goo.gl/gFWYfT].

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