¿Nina para todos? – Por Roberto Fernandez

en El Correo docente 1

Las escuelas “Nina” hacen su aparición, en la provincia de Entre Ríos, en el 2012, a partir de la resolución 300/12 del CGE. Tienen como principio fundamental “incluir a todos los niños y niñas de sectores vulnerables” en la escuela primaria.[1] Estas escuelas tienen como características la flexibilidad curricular y la organización de los contenidos en “talleres” a contraturno de la escuela “tradicional”. Los aprendizajes se desarrollan en función de las inquietudes de los alumnos y los contenidos se deben adecuar a los intereses de los niños, de la institución o de las comunidades, donde están inmersas las escuelas. El abanico de talleres es muy amplio y puede varias desde, aquellos que ponen el énfasis en la lectura y escritura, hasta los que focalizan en el desarrollo de expresiones artísticas de distinta índole.[2]

Las “Nina” se presentan como escuelas que brindan igualdad de oportunidades para todos sus alumnos. Pero su llamada “justicia Curricular”[3] para alumnos vulnerables, es decir, los hijos de los trabajadores más precarizados, esconde una degradación de los contenidos. Los mismos quedan sujetos a los intereses de los alumnos o a lo que la escuela considera puede hacer con ellos sin ningún criterio o expectativa homogeneizadora. Se descalifica el trabajo docente y se reduce su función a la de “niñero”. Se refuerza la idea, arraigada, de escuela contenedora de la problemática social pero no educadora.

Las Nina reproducen así el orden social dominante, pues, mediante una pseudo “igualdad de oportunidades”, la escuela oculta y reproduce las diferencias de clase de origen de los alumnos. En lugar de proporcionar un bagaje cultural general, toda la educación se reduce a lo que el niño en el mejor de los casos quiere o, a menudo, lo que la escuela piensa que puede hacer con esos futuros niños, futuros trabajadores precarizados, descartables. El resultado una pobre educación para pobres.

No todo lo que brilla es oro                           

Las “Nina” se quedaron en una declaración de principios (igualar, incluir). Porque, en realidad son escuelas “de bajo costo” para hijos de  trabajadores. Y no solo en su empobrecida currícula. Si bien se incrementó la carga horaria a jornada extendida, no se hicieron las inversiones edilicias y mobiliarias necesarias, para que los talleres funcionen en condiciones mínimas. Hoy los mismos funcionan “dónde y cómo pueden”.

El lema “más tiempo mejor escuela”, tampoco parece aplicarse. Como en muchos lugares del país, las “Nina” no son escuelas de doble jornada sino de jornada “extendida”. La diferencia: el Estado no paga salarios por doble turno (como en las de jornada completa) y profundiza la precariedad laboral ya que los docente acceden al trabajo por “Proyecto” que tienen como duración estipulada un ciclo lectivo, pudiendo darle continuidad pedagógica por otro, pero indefectiblemente al año siguiente esas horas “caen” y salen a concurso de nuevo, vulnerando la estabilidad laboral de los trabajadores. Para peor, se vulnera la carrera docente, pues, permite que, los talleres sean dictados por personal idóneo no necesariamente titulado.[4]

Es por esto que nos pronunciamos:

-Por un rechazo hacia la creación de escuelas de “primera” y de “segunda”.

-Por un proyecto escolar homogéneo que eleve el nivel cultural de los trabajadores.

-Rechazamos las formas de precarización y flexibilización laboral docente.

-Por la implementación de la jornada completa y no “ampliada” dotando a las escuelas del personal e infraestructura necesarios.

Notas

[1] http://www.entrerios.gov.ar/CGE/2010/inclusioneducativa/files/2012/04/1222-12-CGE.pdf

[2] Idem.

[3]http://www.entrerios.gov.ar/CGE/2010/blog/destacadas/con-la-creacion-de-27-nuevos-establecimientos-llegan-a-109-las-escuelas-nina-en-entre-rios/

[4]Idem.

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