Los golpistas – Por Gonzalo Sanz Cerbino

en El Aromo n° 44

Los Golpistas

El pasado contrarrevolucionario de una de las entidades que promovieron el último conflicto
agrario cuestiona la actitud de ciertos partidos de izquierda, que apoyaron con fervor ese paro

Gonzalo Sanz Cerbino

Grupo de Investigación de la Lucha de Clases en los ‘70 – CEICS

En  momentos  en  que  el  mote  de  “golpista” es  aplicado  con  liviandad  a  cualquier  mani- festación  opositora  al  gobierno  K,  desde  los padres de Cromañón que exigían la destitu- ción de Ibarra hasta los desequilibrados brotes de Cecilia Pando, resulta necesario hacer un poco de historia. Nos proponemos entonces reconstruir la génesis de la alianza que promo- vió el golpe de 1976 y propició el aniquila- miento  de  aquellos  sectores  que  impulsaban la revolución en la Argentina. En este artículo nos ocuparemos de la fracción de la burguesía agraria nucleada en la Confederación de Aso- ciaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), su enfrentamiento con el gobier- no peronista y su apoyo a la dictadura. Este acercamiento al problema nos permitirá echar un poco de luz también sobre quiénes son los aliados de aquellos partidos de izquierda que hoy están con el campo.

 

Contra el “estatismo socializante”

En  el  discurso  pronunciado  como  cierre  del XXIII Congreso Anual de CARBAP, en agosto de 1973, Jorge Aguado, prosecretario de esa en- tidad, señaló que se encontraban frente a “una larga y dura batalla a librar […] en defensa de la producción agropecuaria”1. De esta forma, de- claraba la guerra al gobierno peronista que po- cos meses antes había asumido la presidencia, intentando encausar la efervescencia revolucio- naria detrás de un tibio programa reformista. Dentro del gobierno, los dardos de CARBAP se dirigieron en particular hacia el equipo que el Ministro de Economía Gelbard había puesto al frente de la Secretaría de Agricultura, enca- bezado por Horacio Giberti. Desde allí se había impulsado un paquete de medidas que provo- có el rechazo de la entidad. Entre las más cues- tionadas se encontraban las leyes sobre la co- mercialización de granos y carne (Nº 20.573 y 20.535). En el caso de las carnes se regulaba el comercio exterior, estableciendo precios máxi- mos inferiores a su cotización internacional. En el caso de los granos, se establecía el monopolio estatal y la fijación de precios para el comer- cio interior y exterior. Estas leyes fueron rápi- damente sancionadas por el Poder Legislativo y estuvieron vigentes hasta 19762.

Distinto fue el caso de la Ley Nº 20.538, que establecía un impuesto a la renta normal po- tencial de la tierra, ya que fue sancionada pero no llegó a aplicarse. Sin embargo, la medida también fue motivo de rechazo por parte de CARBAP3. Pero sin duda, la medida más cues- tionada fue la Ley Agraria impulsada desde la Secretaría de Agricultura, que nunca llegó a promulgarse. Este proyecto de ley contempla- ba la expropiación de tierras improductivas por parte del Estado4.

CARBAP fue una de las primeras entidades en activar contra la política agraria del gobierno, y claramente fue la más belicosa. En septiem- bre del ’73 se negó a firmar un acta de com- promiso  entre  los  productores  agropecuarios y el gobierno, que suscribía la creación de una comisión en donde se discutirían las medidas para el sector. Entre los firmantes se encontra- ban la Federación Agraria, la Sociedad Rural y Confederaciones  Rurales  Argentinas  (CRA)5. En los meses subsiguientes CARBAP se ocupó de denunciar, en cada oportunidad que tuvo, “las amenazas contra la propiedad”, el crecien- te “intervencionismo estatal” y sus “tendencias monopólicas”6. Por ejemplo, en agosto de 1974 calificó a la política de fijación de precios como producto de un “intervencionismo estatal so- cializante”7. Un mes más tarde caracterizaron un proyecto de Ley Agraria del gobierno de La Pampa, que respondía al espíritu del impulsa- do por Giberti, como “colectivizante” y “socia- lizante”, producto de “ideologías extrañas al ser nacional” que ya habrían demostrado su fraca- so en “los países líderes del marxismo, Rusia y China”8. En un telegrama remitido al presidente Perón señalaron: “Denunciamos la grave infil- tración ultra-izquierdista existente a nivel de la Secretaría de Agricultura y Ganadería […] Denunciamos el proyecto de ley agraria que deliberadamente lesiona los legítimos intereses de todo productor agropecuario […] promoviendo con irresponsabilidad la desunión y quizás la violen- cia en la comunidad nacional.”9

 

La ofensiva

Desde 1973 CARBAP venía impulsando la con- formación de un frente único agrario contra la política del gobierno. Uno de sus hitos fue la asamblea del 5 de octubre de 1974 en la ciudad de Chacabuco. En ella participaron, además de CARBAP, la SRA y la Confederación de Aso- ciaciones Rurales del Litoral. Según relata Jorge Aguado, entonces presidente de CARBAP, allí comenzaron las gestiones que dieron lugar a la conformación del Comité de Acción Agrope- cuaria en 197510.

La posición de CARBAP se fue endureciendo en  los  meses  subsiguientes.  El  13  de  octubre volvieron a calificar a la Ley Agraria como “an- tiargentina” y “de tendencia marxista”11. El giro derechista del gobierno, que expulsó al minis- tro Gelbard y a todo su equipo, y promovió el asesinato de dirigentes a través de la Triple A, no implicaron un cambio en su postura. Al contrario, la alianza agraria dio un paso más en su ofensiva al conformar el Comité de Acción Agropecuaria en febrero del ’75, integrado por CRA,  SRA  y  Coninagro.  El  acuerdo  se  selló con la realización de cinco asambleas simultá- neas en las que se votó un paro comercial por 24 horas para el 3 de marzo.

En julio del ’75, el presidente de CARBAP ca- racterizó que el país se encontraba en el epicen- tro de una crisis general que comprometía la “convivencia civilizada entre argentinos” y “la estabilidad  de  las  instituciones”. Tal  crisis  ya no era producto de los errores de funcionarios aislados, sino del fracaso de “la filosofía econó- mica del gobierno”. Estábamos al borde de la “desintegración nacional”12. Un mes más tarde, en un tono claramente amenazador, reclamaba la adopción de una lista de 10 medidas “mí- nimas, imprescindibles y no negociables”. En caso de no cumplirse recurrirían nuevamente a la acción directa13. El 11 de octubre llamaban a los productores a participar en todos los ór- denes de la vida política nacional, pero aclara- ban: “esto no es golpismo”. El país vivía “en un estado de golpe a causa de los errores políticos y económicos que soportamos”. El cierre de la intervención es más que claro:

“Todo  país  requiere  para  desarrollarse  como Nación: autoridad, seguridad, confianza y orden  […]  Creo  que  nuestro  país  llegará  a  te- ner orden pero aspiro a que los argentinos seamos conscientes de luchar para que no sean las  ideas  comunizantes  y  extremistas  las  que nos lo impongan sino que lleguemos al orden logrado al amparo de la libertad con la verdad y la justicia”14.

En un discurso en la Bolsa de Cereales de Bue- nos Aires, algunos días más tarde, dirá: “está surgiendo el verdadero espíritu nacional que permitirá eliminar las antinomias entre argentinos”. Ese “espíritu” enfrentará a las “filoso- fías políticas y económicas extrañas […] que prometen la felicidad sin trabajo y a costa de los demás”. “La hora de la verdad es inexora- ble”, dijo al cerrar, haciendo pública su espe- ranza en el recambio presidencial en medio de la debacle peronista15.

El 24 de octubre comenzó el cuarto paro co- mercial agrario, que se extendió por 19 días. En  diciembre  del  ‘75  CARBAP  amenazó  al gobierno con impulsar la “resistencia civil” y la desobediencia fiscal16. El 16 de febrero del ‘76  las  entidades  agrarias  adhirieron  al  lock out  impulsado  por  APEGE17.  Jorge  Agua- do  integraba  el  secretariado  de  esta  entidad, cuyo objetivo era, según sus propias palabras, luchar “por la restauración del orden y la se- guridad”18.  El  siguiente  paro  agrario  estaba previsto para el 27 de marzo, pero no llegó a realizarse19. El 24 de marzo de 1976 un gol- pe encabezado por el General Videla terminó con el gobierno de Isabel Perón.

 

Después de la tormenta

El gobierno de facto fue bien recibido por los miembros de CARBAP. Así lo expresaba Jor- ge Aguado, su presidente, en un artículo pu- blicado en abril del ’76 por la revista Extra: “Las fuerzas armadas argentinas han asumido su responsabilidad de tomar el poder para im- pedir la continuación de un gobierno que, por obra de su incapacidad e inmoralidad, venía sumiendo el país en una profunda crisis social, económica y política”20

Demandaba a su vez el inicio de “un verdade- ro proceso revolucionario […] que recupere la vigencia de los grandes principios nacionales”. Señalaba entonces la necesidad de “preparar- se […] para aceptar los cambios concretos que la evolución del país en revolución requiere”. Para  lograr  esos  cambios  “la  consigna  de  la hora es la participación activa en todos los as- pectos de la vida nacional”21.

Ese mismo mes, la revista Confirmado publica- ba otro artículo de Aguado, en el que se seña- laba que el gobierno militar había “respondido rápidamente” a “viejas y unánimes demandas de los productores agropecuarios”, como la eli- minación del “monopolio de comercialización” estatal. Por esa razón manifestaba su “optimis- mo” frente al nuevo gobierno, y llamaba a los productores, nuevamente, a prestarle su cola- boración22. Posteriormente, CARBAP solicitará algunas “correcciones” a la política económica, pero manteniendo su apoyo general al Proceso. Un ejemplo de ello es el establecimiento de un impuesto de emergencia a la producción agro- pecuaria  en  septiembre  del  ’76,  que  a  pesar de las protestas, CARBAP aceptó “como una contribución monetaria de los productores al proceso de recuperación nacional”23. Algunos meses antes, cuando el gobierno peronista in- tentó establecer un impuesto similar, habían puesto el grito en el cielo.

El apoyo de CARBAP a la dictadura no se li- mitó sólo a estas declaraciones, se materializó en la promoción de sus cuadros a funciones de gobierno. Jorge Girado, ex vicepresidente se- gundo de la entidad, fue nombrado Ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires en 1976. Ya bajo el gobierno del Gene- ral Viola, Jorge Aguado se desempeñó como Ministro de Agricultura de la Nación, y con Galtieri fue nombrado Gobernador de Bue- nos Aires.

 

Conclusión

Hoy un golpe de Estado es algo que no está planteado  en  la  Argentina.  La  agitación  del fantasma del golpe es un artilugio del gobierno para movilizar a la pequeña burguesía “progre- sista” en su apoyo. Sin embargo, el pasado gol- pista de aquellas entidades que conforman el bloque agrario que hoy enfrenta a los Kirchner son un elemento real. Algunos partidos de iz- quierda, como el PCR y el MST, deberían estu- diar un poco de historia antes de sumarse como furgón de cola de la alianza agraria.

Notas

1Aguado, J.: Cuatro años de acción gremial, CARBAP, Bs. As., 1977, p. 12.

2Makler, C.: “Las corporaciones agropecuarias ante la política agraria peronista (1973-1974)”, en Gra- ciano y Gutiérrez (dir.): El agro en cuestión. Discursos, políticas y corporaciones en la Argentina, 1870–2000, Prometeo, Bs. As., 2006.

3Íbídem. 4Ibídem.

5CARBAP es una entidad de segundo grado que per- tenece a CRA. Sin embargo, este tipo de entidades tenían una relativa autonomía para darse una polí- tica diferente a la establecía por la entidad de tercer grado (Makler, op. cit.)

6Aguado, op. cit., p. 51 y 52.

7Ídem, p. 60.

8Ídem, p. 91-93.

9Citado en Makler, op. cit. 10Aguado, op. cit., p. 99. 11Ídem, p. 114.

12Ídem, p. 157- 63.

13Ídem, p. 171-172.

14Ídem, p. 205.

15Ídem, p. 211.

16Ídem, p. 237.

17Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias, constituida en 1974 en oposición a la CGE que apoyaba al gobierno.

18Aguado, op. cit., p. 231.

19Página 12, 30/3/08. 20Aguado, op. cit., p. 251. 21Ídem, pp. 251-252.

22Ídem, p. 247-248.

23Ídem, p. 299.

 

 

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