Llover sobre mojado. La asistencia estatal frente a las inundaciones recientes – Ezequiel Murmis y Tamara Seiffer

en El Aromo nº 72

llover

Llover sobre mojado
La asistencia estatal frente a las inundaciones recientes [1]

¿A quiénes afectaron las inundaciones? ¿Cuál fue la respuesta estatal frente al desastre? ¿Qué está pasando en los barrios por arriba y por abajo? Lea esta nota y entérese.

Ezequiel Murmis y Tamara Seiffer
CEICS

Leo que hubo masacre y recompensa,
que retocan la muerte, el egoísmo.
Reviso, pues, la fecha de la prensa.
Me pareció que ayer decía lo mismo.

En la madrugada del martes 2 de abril, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires interrumpían su sueño ante la intensa tormenta desatada. Entre escobas, escobillones, trapos, escurridores y barricadas domésticas improvisadas, el agua se apoderó de pisos, mesas, camas, electrodomésticos, bibliotecas, objetos de trabajo, alimentos, ropa y… vidas. Aún sediento, el temporal alcanzó esa misma tarde la ciudad de La Plata. Todos los pronósticos fueron desbordados por la realidad. Son 61 las muertes reconocidas por los gobiernos de Macri y de Scioli, son varias más las denunciadas por familiares y organizaciones, que los cuentan por cientos.
La lluvia fue igualitaria, no así sus consecuencias que se descargan con furia sobre los hombros de la clase obrera y la pequeña burguesía empobrecida. Entre apelaciones a la caridad y disputas punteriles que evidencian la impotencia burguesa para resolver los problemas que sufrimos los trabajadores, renacen los piquetes, las asambleas y las movilizaciones señalando el camino hacia donde avanzar.

Todo pasa y todo queda…

El temporal fue tan importante que afectó zonas nunca antes inundadas [2]. En Buenos Aires, 155 milímetros hicieron agua especialmente en los barrios de Belgrano, Núñez, Saavedra, Villa Urquiza, Villa Luro, Villa Pueyrredón, Palermo, Liniers, Lugano y Soldati. También se vieron afectadas zonas del conurbano bonaerense, como es el caso de San Martín. Los 181 milímetros de lluvia atacaron también las localidades de Tolosa y Ringuelet, los barrios Villa Elvira, Los Hornos, San Carlos y Altos de San Jorge de La Plata. Fuentes oficiales señalan un total de afectados que ronda las 800 mil personas (450 mil en CABA y 350 mil en La Plata). Para el caso de La Plata, una estimación de la Municipalidad indica que la inundación dañó 58.582 propiedades, de la cuales 55.716 corresponden a viviendas.
Barrios del casco urbano de la ciudad o pegados al radio céntrico, donde reside la pequeña burguesía y la clase obrera calificada (la llamada “clase media”), quedaron tapados por el agua. Según indica un delegado de la Junta interna de IOMA, se vieron fuertemente afectados centenares de trabajadores estatales. Los datos aportados por las comisiones internas de algunos gremios son contundentes: 150 trabajadores de IOMA, otros 200 del Ministerio de Desarrollo Social y 400 trabajadores del Ministerio de Educación. Se trata del 20% de sus respectivas plantas. La pequeña burguesía vio afectado, además de su vivienda, su pequeño capital. Según estimaciones de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) son 3.910 comercios los afectados en ambas localidades.
Después, el agua que llega a los de siempre, como lo ha hecho antes: barrios periurbanos, cercanos a los cauces de los arroyos, de tierras baratas, donde las cloacas, los desagües y la obra pública no llegan. Barrios cuyos habitantes son principalmente trabajadores pauperizados, desocupados, cuentapropistas, inmigrantes y trabajadores asistidos por planes sociales. Para ellos, para quienes el capitalismo ha convertido en sobrantes, la excepción es la regla. La precariedad de la vida, las malas condiciones de hábitat, de vivienda, de salud y educación, incluso la muerte, no son una novedad sino la forma normal en la que viven miles de obreros. El agua pasa con su fuerza confiscatoria y ellos quedan, los que quedan, junto a sus aun más paupérrimas condiciones de vida.

La miseria de la caridad

Según indican nuestros entrevistados, la “ayuda” tardó y empezó a llegar recién hacia el fin de semana. No hubo presencia estatal inmediata y las evacuaciones fueron principalmente organizadas por los propios damnificados. En algunos casos, se realizó en Sociedades de Fomento donde los mismos participan, en otros exigieron la apertura de lugares donde permanecer. Por ejemplo, los habitantes de los barrios pobres de Berisso se concentraron en el Municipio y lograron que se disponga el Gimnasio Municipal a tal fin. Los 33 centros de evacuados abiertos (que el gobierno provincial se autoadjudicó) habrían llegado a alojar a 3 mil personas el miércoles. Para el sábado, el número había descendido a 209 y actualmente ya no hay centros de evacuados disponibles. Sin embargo, según indican los relevamientos independientes, muchas familias estarían evacuadas en casas de familiares y amigos.
Pasadas las más terribles horas del temporal, la primera respuesta frente a la “catástrofe” fue la caridad. Miles de personas se solidarizaron con los afectados acercando principalmente ropa y alimentos, canalizando su acción a través de organizaciones no gubernamentales, iglesias, partidos y el mismo Estado que intentó coordinar el reparto, sobreactuando luego de su tardía respuesta. La Cruz Roja, en articulación con el SAME, la Gendarmería, la Policía Federal y el Gobierno de la Ciudad, inició una colecta de artículos “de primera necesidad”, como elementos de limpieza, de higiene personal, ropa de cama y alimentos no perecederos; además ofreció apoyo psicosocial y llevó adelante tareas de primeros auxilios.
Otras colectas fueron organizadas por Cáritas, Fundación Si, Un Techo, Red Solidaria y Mundo Invisible, entre las más importantes. En articulación con la Iglesia, Red Solidaria convocó a donar a la Catedral Porteña, donde a su vez se nucleaban las donaciones recogidas por la Catedral Metropolitana. De allí se trasladaban en camiones a los barrios afectados. El Vaticano puso unos míseros 50 mil dólares a disposición de la arquidiócesis de La Plata. A su vez, la Fundación Si, Cáritas, Lan y Fundación La Nación comenzaron a coordinar colectas de alimentos (como agua, azúcar y leche) desde el interior para ser trasladadas a Capital y La Plata. Las cámaras de Diputados y Senadores de la Nación y el Poder judicial habilitaron puestos de recepción de donaciones. Los gobiernos provinciales de Mendoza, Salta y Misiones enviaron camiones con bienes necesarios. Lo mismo hicieron muchos partidos políticos. Participaron también empresas estatales como Aerolíneas Argentinas, que puso a disposición su capacidad de bodega para trasladar donativos.
Unos y otros se dedicaron a apelar a la buena voluntad de “la gente” para juntar cosas para los damnificados. Lo que aparece como el renacimiento de la “solidaridad”, no es más que la forma más precaria que plantea relaciones entre individuos sin tomar en cuenta la estructura social del capitalismo y las responsabilidades de quienes se benefician y de quienes lo administran. De hecho, la coordinación más importante de la acción fue la promovida por el Gobierno Nacional como forma de ocultar su responsabilidad.
La sede de operaciones se montó en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata. Por órdenes de la Rosada, fueron los militantes de La Cámpora, con el “Cuervo” Larroque a la cabeza, quienes tuvieron a su cargo la recepción y distribución de las donaciones privadas y de la asistencia pública. El objetivo principal del gran operativo desplegado fue poner el aparato punteril del kirchnerismo a disputar las bases con el sciolismo, en un momento de abierta interna política frente a las próximas elecciones. Así, los aires de cierta unidad dados por el clima “humanitarista” se desvanecieron ante las luchas de aparatos por el control territorial y ante las denuncias por falta de asistencia en los barrios.
Tres días después de las inundaciones, la presidente anunció las medidas económicas para los afectados. Las mismas consisten en mínimas transferencias directas para desocupados, jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y en la gratuidad de los trámites de renovación de DNI y de patentes. La AFIP, por su parte, suspendió la obligación del pago del monotributo por 120 días. Pero la respuesta principal del gobierno nacional, ante la situación de desastre en la que quedaron miles de familias, no ha sido el subsidio directo sino el crédito: préstamos del plan Pro.Cre.Ar para refacción de viviendas y de hasta $15.000 con la Tarjeta Argenta.
En la misma línea, el gobierno bonaerense aumentó los haberes de pensionados y jubilados, eximió el pago de algunos impuestos y dispuso el otorgamiento de créditos blandos de hasta $50.000 a través del Banco Provincia.
Como puede seguirse, las respuestas principales fueron la solidaridad caritativa, la asistencia miserable y el crédito. La caridad, como forma más atrasada de la solidaridad, aquella que se expresa en términos individuales y voluntarios desde el que tiene hacia el que no. La asistencia, a través de elementos y subsidios mínimos que no alcanzan para reponer lo perdido, después de toda una vida de trabajo. Una y otra reproduciendo la miseria en nombre de la solidaridad. Una y otra reduciendo las necesidades a mínimos biológicos: agua para beber, arroz y polenta para comer, algo de ropa para vestir, un colchón para dormir y una frazada para abrigarse, en una clara reducción de los seres humanos a condiciones de animalidad. Para todo lo que queda “por encima”: cocinas, lavarropas, heladeras, televisores, computadoras, libros, herramientas de trabajo, incluso sábanas y almohadas, nuevamente, el esfuerzo propio. Solidaria con la fuerza del agua, aparece la fuerza expropiatoria del capital y de su Estado.

Punteros vs. piqueteros

Una asistencia miserable no puede llevarse adelante si no en forma miserable: entre pruebas de merecimiento, prácticas punteriles y lucha de aparatos. Los trámites para percibir los subsidios en dinero y acceder a los “beneficios” constan de la verificación de la situación en que se encuentra el solicitante de manera personalizada. Según afirmó el titular de la ANSES, esa directiva parte de la misma presidenta que plantea la necesidad de un estricto control que prevenga de posibles “avivados”. Nuevamente en sintonía con el legado que nos ha dejado la caridad cristiana, quienes lo perdieron todo con este nuevo crimen social, deben, además de necesitar, poder demostrarlo.
Por otra parte, el manejo punteril de las donaciones y de la asistencia pública y la ausencia de planificación se ha traducido en el reparto discrecional de los recursos materiales. Por una parte, como señalamos, la asistencia estatal fue delegada en La Cámpora en una clara disputa con el sciolismo y el bruerismo. Ésta se puso de manifiesto muy claramente en el ataque de la patota de la bruerista UOCRA a los militantes de La Cámpora. Sin embargo, el descontento con los políticos oficialistas es tal que La Cámpora no logró entrar en algunos barrios. También se expresa, entre otras cosas, en los insultos hacia distintos funcionarios, entre ellos Alicia Kirchner, Ministra de Desarrollo Social y quien se presentaba como la primera candidata por el kirchenrismo en las próximas elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires.
En cuanto al gobierno provincial, la junta interna de ATE del Ministerio de Desarrollo Social denunció que en su depósito contaba con solo 30 colchones y que se habían cortado las partidas para asistencia. Incluso el ministerio se mantuvo abierto por decisión de los propios trabajadores, que no quisieron cerrar las puertas a pesar de las órdenes provinciales de hacerlo por la falta de luz.
Entre largas colas y lucha de aparatos que dificultan el acceso a los recursos y muestran la decadencia del Estado y su personal político, comienza a esbozarse una alternativa de la mano de las primeras protestas. Pasadas las horas más terribles del temporal, se empezaron a extender piquetes, se saquearon comercios e, incluso, se atracaron camiones con mercadería. También se empezó a observar el crecimiento de un proceso de movilización que abre nuevos horizontes. El mismo miércoles 4/4, el Movimiento 7 de Abril en el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) llevó adelante la primera movilización en reclamo de asistencia a la Legislatura y logró arrancarle al gobierno mercadería para decenas de familias [3]. Al día siguiente se realizó una movilización a la gobernación provincial convocada por la Multisectorial La Plata-Berisso-Ensenada en la que participaron varias organizaciones, exigiendo que la mercadería no se la quedasen los punteros [4]. También se verificaron movilizaciones a distintas delegaciones municipales en donde el Polo Obrero y el FOL lograron hacerse de mercadería (principalmente de alimentos y agua) para los afectados.
A la par, se empezaron a organizar asambleas en distintos barrios, llegando a registrase un total de 25. Las más importantes fueron las que venían de la experiencia asamblearia de 2002, como las de Barrio Norte, La Loma y Castelli. Todas ellas confluyeron en una primera Asamblea Interbarrial el domingo 14/4. Asimismo se extendió el proceso de comisiones de apoyo y asambleas estudiantiles en distintas facultades [5].
Con la interbarrial, el proceso de movilización ganó en calidad sumando consignas políticas. Después de la negativa al reclamo de que Bruera se presentara a dar explicaciones (que contó con el apoyo del bloque “Nacional y Popular” integrado por La Cámpora), el miércoles 17/4 unas 400 personas, de una composición obrera calificada, a la que se sumaba una pequeño burguesía empobrecida. Este grupo se habían concentrado en Plaza Moreno para hacer un homenaje a los fallecidos. Luego, irrumpieron en el Concejo deliberante al grito de “que se vayan todos” [6]. Así, se pasó de las movilizaciones limitadas al tema de la asistencia a las que llevan reclamos de justicia.
El 18/4 una nueva movilización logró sumar más de 500 personas en la puerta del Ministerio de Desarrollo Social. Estuvo conformada por asambleas de algunos barrios periurbanos (Aeropuerto, Altos de San Lorenzo, Tolosa, El Carmen, Barrio Obrero, La Granja-San Carlos, Ringuelet, Romero, Las Quinas y Malvinas), cuya población pertenece a distintas capas de la población sobrante. El movimiento presenta un pliego de reivindicaciones a las autoridades exigiendo entrega de mercadería, obras de infraestructura, recursos para reconstruir viviendas y cupos para el programa “Ellas Hacen” (componente del Argentina Trabaja puesto en marcha este año) y los planes de trabajo bonaerenses [7].
Al proceso de movilización, el gobierno opone llamados de colaboración, la naturalización del fenómeno y la militarización de los barrios, en un claro intento de legitimación de un Estado desacreditado. Puede verse que la poca participación que ha tenido el kirchnerismo en las asambleas se limita a los llamados de La Cámpora a que todos (“y todas”) colaboren con la limpieza de los barrios, como ellos mismos hicieron junto a miles de militantes del espacio Unidos y Organizados -en la llamada jornada “La Patria es el otro” del fin de semana del 13 y 14- y a la participación de los punteros brueristas planteando la tesis de la “tormenta extraordinaria”. Es decir, la víctima es llamada a resarcir los deberes del victimario (el Estado). Ninguno de estos intentos logró desarticular las asambleas. Más aún, el enojo se profundizó con el ocultamiento de las cifras reales de muertos, la falta de asistencia y los desastres mayores provocados por quienes se han dispuesto a hacer obras de “limpieza y reconstrucción” sin los conocimientos necesarios.
Ante la incipiente movilización, la militarización de la zona fue la respuesta por parte del gobierno nacional, como forma de represión preventiva. Las Fuerzas Armadas “aggiornadas” cumplieron un papel fundamental en la distribución de la asistencia que salía de la sede de la Facultad de Periodismo. También participaron junto a Unidos y Organizados en la jornada barrial antes mencionada. Su accionar queda representado en el llamado que Sergio Berni (ministro de Seguridad) le hizo a Alicia Kirchner, según él mismo relató en 6-7-8. Asistencia y represión, una vez más, de la mano [8].

Lo que el agua nos dejó

Se nos explica los desastres por la lluvia en exceso y, las deplorables condiciones de vida, como algo también excepcional. Pero tanto unos como otras son un producto social. Resulta que en nuestras sociedades no hay hecho que no esté atravesado por lo lógica del capital, por la búsqueda de la ganancia y por las contradicciones de clase que se derivan. Como venimos planteando, las inundaciones son, en primer lugar, producto de una ocupación del espacio regida por las leyes del mercado capitalista, acompañadas por la acción u omisión de un estado también capitalista [9]. Uno y otro, junto a sus representantes, igualmente culpables de este crimen social.
La respuesta del gobierno es precaria e individualizante. En nombre de la solidaridad, se reproduce la barbarie cotidiana, responsabilizando a los obreros con mejores ingresos (que deben donar sus pertenencias) de la miseria de sus hermanos de clase damnificados. En lugar de avanzar sobre los capitalistas, se descarga la miseria del capital sobre los hombros de los trabajadores. Al programa caritativo y de conciliación de clases de la Iglesia, las ONG´s y La Cámpora, es necesario oponer un programa socialista. Ante la pérdida de referencia en los barrios por parte del aparato clientelar del PJ [10], un frente de lucha común de la izquierda es no solo necesario sino urgente. Quienes se quedan limitados al plano de la asistencia, desde la defensa de una “solidaridad desde abajo”, reproducen lo mismo, pues no se trata de ayudar a nadie, sino de construir una sociedad que valga la pena ser vivida. Y para eso, la única solución es la lucha contra quienes causan la miseria cotidiana, profundizada por las inundaciones. Se debe exigir la asistencia completa por parte del Estado y de su control por parte de las organizaciones obreras. El Estado debe realizar las obras públicas necesarias y los responsables políticos deben ser juzgados y condenados. La sociedad tiene derecho a saber la trama que se oculta detrás de la desidia. Al programa de colaboración e integración al Estado, debe oponérsele un programa de lucha que siente las bases para poner fin a la miseria del capital.

NOTAS:
1 Para la confección del artículo se relevaron los periódicos de tirada nacional más importantes, el periódico de La Plata Hoy y laAgencia de Noticias Red Acción, las páginas web de distintos organismos públicos y privados y se entrevistó a cuatro dirigentes de distintas fuerzas políticas intervinientes en el conflicto: Tito Bustos (PTS), Laura Kohn (PO) y Nicolás Salas (FOL) y a Carolina Mamblona, miembro del Colegio de Asistentes o Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires y docente de la Facultad de Trabajo Social, UNLP.
2 No hay datos oficiales como para conocer la situación real de las familias afectadas. El Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires está coordinando acciones para subsanar tal situación a través de un relevamiento en los barrios afectados.
3 Véase ANRed, 6/4/13.
4 Véase El Día, 5/4/13.
5 Véase Prensa Obrera y Verdad Obrera, 11/4/13.
6 Véase Hoy y La Nación, 17/4/13.
7 Véase Hoy, 18/4/13.
8 Véase Seiffer, Tamara: “La militarización de la población sobrante. El Plan AHI y el uso de las Fuerzas Armadas para la política social”, en El Aromo, nº 68, Buenos Aires, Septiembre/octubre de 2012.
9 Véase Sans Cerbino, Gonzalo: “Inundaciones en Buenos Aires. ¿Por qué estamos ante un nuevo crimen social?”.
10 Muchos punteros, que viven en las mismas condiciones paupérrimas que sus vecinos, en vez de repartir la asistencia que les llegó la acopiaron para uso personal, lo que les valió el descrédito popular.

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