Las armas de la revolución latinoamericana. Prólogo a Revolución y Foquismo, de Guillermo Lora

en El Aromo nº 62

Stella Grenat
G’70-CEICS

El POR y la estrategia guerrillera

Las críticas que Guillermo Lora realizó a las experiencias guerrilleras sostenidas desde Cuba, surgieron de un profundo análisis de la lucha de clases en Bolivia. Ellas no eluden la definición de las tareas militares de la revolución, sino que sostienen una línea alternativa. La estrategia de la insurrección surgida de la acción directa de las masas, no supuso la negación de las formaciones guerrilleras sino que, por el contrario, ellas fueron contempladas como una forma de lucha subordinada, bajo la dirección política revolucionaria de los trabajadores.

Los textos de la obra que editamos fueron escritos entre 1963 y 1972 e incluyen una larga introducción del autor a su edición de 1975. En tal sentido, estamos frente a un texto construido para intervenir en una coyuntura nacional particular: el desarme del pueblo boliviano por parte del MNR.

De este modo, ante la perspectiva de un próximo enfrentamiento, Lora plantea un acercamiento teórico a la lucha guerrillera como herramienta potencial para enfrentar al ejército regular en Bolivia. Como ya hemos señalado, se basa en la concepción leninista, según la cual la guerra de guerrillas es un método adecuado de lucha subordinado a la preparación y desarrollo de la insurrección general del pueblo y dirigido por el partido. En este escrito encontramos, además, una de las primeras críticas al famoso texto de Guevara La guerra de guerrillas. En principio, el error de suponer que un foco armado puede crear la condiciones objetivas y subjetivas para la revolución.

Hace hincapié, además, en la crítica al esquematismo del Che a la hora de aconsejar que en todos los países de desarrollen focos guerrilleros y alerta sobre el perjuicio que significaría para el proceso boliviano la puesta en marcha de grupos armados. Crítica que se adelanta a la contundencia que adquirirá ese presupuesto guevarista cuando, en septiembre de 1963, se edite Guerra de guerrilla: un método.

Finalmente, resulta muy valiosa la reposición, que realiza el autor, de la experiencia de los guerrilleros en las luchas independentistas del siglo XIX, poco conocidas en la actualidad. Lora destaca, con acierto, que las guerrillas nacen y se desarrollan en el seno de las masas, siempre movidas por un objetivo común y como engranajes fundamentales de una estrategia mayor dirigida por un único mando político superior a ellas.

“Notas sobre ‘¿Revolución en la revolución?’ de R. Debray’”, aparece firmado en julio de 1967, pero fue publicado posteriormente, ya que Lora nombra, sin detenerse en ella, la derrota del Che ocurrida en octubre de aquel año. Aquí, el autor concentra su crítica al esquematismo de Debray, debatiendo con las pociones del PC argentino que, por su parte, utilizan el texto del francés para enfrentar al trotskismo. Denuncia, además, el pacisfimo que se encuentra detrás de la crítica de los comunistas y el papel contrarrevolucionario que jugaron en la caída del Che. Dos cuestiones sobresalen en este análisis. Por un lado, la enfática defensa de la construcción partidaria frente al foco guerrillero. Por el otro, sobre la base de la experiencia nacional, la defensa de la estrategia insurreccional para Bolivia. En este punto retoma la línea militar del POR-M, a saber: la defensa de las milicias de obreros y campesinos, organismos surgidos y probados en la lucha que, desde la perspectiva de Lora, sería absurdo sustituir por las guerrillas. De surgir, éstas últimas deberían sumarse a la lucha general que venían desplegando las masas.

El texto “Revalorización del método de las guerrillas. La guerrilla del Che”, fue editado en 1968, inmediatamente después de la derrota del Che. Un momento crucial en el cual, contradictoriamente, el prestigio de la estrategia foquista se acrecentó frente a la muerte de su principal líder. Inscripto en este marco, en el texto se desenvuelven, además de las posiciones históricas del POR-M frente a la guerrilla, tres cuestiones: 1) la defensa de la guerrilla frente a la estigmatización promovida por el enemigo; 2) un exhaustivo análisis crítico del rol de Cuba en la dirección internacional de los movimientos guerrilleros y el impacto negativo de su vinculación con la URSS; 3) el examen pormenorizado del aniquilamiento del ELN del Che, realizado con el objetivo de efectuar un balance de los errores cometidos, siempre pensando que, en el futuro, el movimiento revolucionario boliviano podría recurrir a la guerra de guerrillas.

La presente compilación incluye dos textos escritos por Lora para ser presentados por el POR-M en la Conferencia Internacional, que debía reunirse en 1972, convocada por el Comité de Organización para la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CORCI): “Los métodos de lucha” y “Los Estados Unidos Socialistas de América”. Estos escritos dan cuenta de la participación del POR-M en el intenso debate que el trotskismo internacional estaba llevando adelante para reconstituirse frente a las tendencias stalinistas, nacionalistas y foquistas que subsistían en su seno.

Recordemos que, desde mediados de los ’50, el POR-M había dejado de ser reconocido como sección nacional de la IV Internacional. Alejamiento que se profundizó cuando, en 1963, el Secretariado Unificado de la IV Internacional (SU), con Ernest Mandel, Pierre Frank y Livio Maitán en sus filas, adhirió a la estrategia guevarista y continuó apoyando al POR-C, de Hugo González Moscoso. Fue en este marco que, hacia 1968, el POR-C estrechó sus vínculos con Cuba, envió militantes para su entrenamiento en la isla y promovió su ingreso al ELN. Todo esto en vista a relanzar la guerrilla luego del desastre de Ñancahuazú.1  A pesar de que las desavenencias surgidas entre los cubanos y los trotskistas terminaron en el fracaso de los acuerdos establecidos en Bolivia, el SU mantuvo su defensa de la guerrilla, posición que ratificó en su X Congreso Mundial, realizado en febrero de 1974.2

Finalmente, en la extensa introducción que Guillermo Lora efectúa para la edición del libro en 1975, encontramos las formulaciones más enfáticamente críticas al foquismo. Las mismas fueron escritas luego de la experiencia de la Asamblea Popular y del Frente Antiimperialista (FRA), de 1971, órgano de poder independiente del proletariado que estableció, como en el ’52, la dualidad de poderes en Bolivia. En este proceso, una vez más, volvemos a encontrar en la primera línea de batalla al POR-M, “figura central del Comando Político de la COB, al punto que este encargó a Lora la redacción de las ‘Bases Constitutivas’ de la Asamblea Popular”.3

Escrita con posterioridad a la derrota de la Asamblea, ocurrida en agosto del ’71 con la instalación de la dictadura de Banzer, la introducción de Lora resume el balance político de dicha experiencia. La virulencia de la crítica al foquismo, definido como aventura ultraizquierdista de corte pequeño burgués, se vincula al reconocimiento de que el enfrentamiento básico en el interior de la Asamblea giró en torno a los métodos de lucha confrontando dos concepciones diametralmente opuestas: la insurreccional y la foquista. Sin embargo, el combate que se encuentra llevando adelante parece cegarlo en torno a una cuestión central: que el foco guerrillero no sea una estrategia viable para la revolución boliviana (ni para numerosos otras situaciones a nivel mundial) no implica que no sea efectivo bajo determinadas condiciones históricas, políticas y geográficas, como las que confluyeron en el caso cubano.4

Asimismo, su encendida crítica lo lleva a otorgarle al foquismo ciertas características que no se corresponden con la realidad. En resumidas cuentas: un grupo de jóvenes voluntaristas que pretende hacer la revolución de un día para otro, desvinculados completamente de la clase obrera y atentando contra el conjunto del movimiento revolucionario. En el caso argentino, estas consideraciones no le caben al Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), al que Lora incluye en su crítica. Más allá de que su estrategia no condujo a la victoria del socialismo, no puede pasarse por alto que sus direcciones estuvieron compuestas por reconocidos y probados militantes revolucionarios, que realizaron su tarea de una manera sistemática, que no se encontraban aislados del conjunto de los trabajadores y el pueblo argentinos y que no constituyeron un factor contrarrevolucionario en el proceso abierto en 1969. En todo caso, no supieron o no pudieron triunfar, pero esto no implica desconocer sus aciertos y desmerecer su intervención en la etapa. En síntesis, este tipo de organizaciones son completamente diferentes a las que Trotsky y Lenin definían como terroristas o blanquistas, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, por lo que no es pertinente retomar sus críticas literalmente.

Volviendo a la Bolivia de 1971, en línea con la tradición de lucha del movimiento revolucionario boliviano y con lo establecido en la Tesis de Pulacayo, la Asamblea aprobó como método de lucha principal la movilización de masas y la acción directa en sus múltiples manifestaciones. De este modo, seguía el camino de la insurrección de masas que suponía tanto el fortalecimiento de las milicias armadas de obreros y campesinos como la batalla política hacia el interior de las Fuerzas Armadas. En tal sentido, lejos de proponer la formación de un Ejército Popular, la Asamblea reconocía que su victoria final dependía del quiebre del Ejército regular de la burguesía. En rigurosa concordancia con estos hechos, el balance final de Guillermo Lora queda circunscripto a cuestiones estrictamente políticas. La dificultad para consolidar el armamento del pueblo, principal garante de su dominación, se encontró, desde su perspectiva, no en un problema técnico sino en el nivel de desarrollo político de todo el país. En su corta existencia, la Asamblea no logró hegemonizar tras de sí, ni a fracciones del Ejército ni a la totalidad del campesinado.5

Este libro resume una experiencia fundamental para valorar las posibilidades de los ’70 y las perspectivas del porvenir latinoamericano.

Notas

1 Para una reconstrucción de la intervención del POR-C en el ELN ver Rodríguez Ostria, Gustavo: Teoponte, La otra guerrilla guevarista en Bolivia, Grupo Editorial Kipus, Cochabamba, 2009.
2 Recién en 1976, la Tendencia Mayoritaria Internacional (TMI) del SU, liderada por Ernest Mandel, revisó la estrategia foquista para América Latina. Véase Coggiola, Osvaldo: Historia del trotskismo en Argentina y América Latina, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2006, p. 285-290.
3 Coggiola, Osvaldo: op. cit., p. 234. Para profundizar en los acontecimientos de 1971, ver Lora, Guillermo: “La experiencia de la Asamblea Popular” y “El Frente Revolucionario antiimperialistas”, ambos en Obras Completas, Tomo XXIV, op. cit., p. 69-240.
4 Grenat, Stella: Una espada sin cabeza, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2011.
5 Lora, Guillermo: “La experiencia de la Asamblea…”, op. cit., p. 83, 90 y 91.

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