La revancha de las “Felices Pascuas”. La integración de la izquierda al Frente Democrático y una salida revolucionaria

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La marcha del 10 de mayo será recordada como la más importante para el régimen, en términos cualitativos, desde el regreso a la democracia. Es la primera vez que todos los partidos burgueses se ponen de acuerdo y convocan a las masas para soldar esa alianza. La población no solo responde, sino que ese consenso se sostiene en el tiempo. Tal como dijo Jorge Asís, se instauró la política kirchnerista de DDHH como política de Estado. La izquierda fue parte de ese armado y ahora se dispone a pedir un lugar más expectante, por la vía de una campaña en conjunto con Massa y el PJ para por el juicio político a los jueces que votaron el 2×1.

Acuerdos entre partidos del régimen hemos visto muchos: la reforma de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires (PJ-UCR) y el Pacto de Olivos, entre otros, pero ninguno consiguió el consenso suficiente. La movilización de Semana Santa puede ser el ejemplo más cercano: un acuerdo general, que atraviesa a todos los partidos sobre la  “democracia” y convoca a una movilización masiva. Pero, a diferencia de la marcha del 10, ese “consenso” se quebró en el mismo acto, en el momento que Alfonsín salió a desear “felices pascuas”, argumentando que “la casa está en orden”. En ese entonces, el invitado especial a la marcha había sido el MAS. ¿Qué otra cosa podíamos esperar de Nahuel Moreno?

En este caso, la coincidencia fue total, desde el PRO hasta el Partido Obrero, desde Abuelas a Nora Cortiñas. Todos empujaron una política común (la democracia y los DDHH) a la que adhirió la izquierda (como en aquella Semana Santa). Garavano llamó a Estela de Carloto para sellar un pacto: la ley sale, pero en el acto no se nombra a Macri. Fue nada menos que una reedición del “Felices pascuas”. Solo que, esta vez, tuvo el éxito que no consiguió su antecesora. Los partidos de izquierda, en lugar de denunciar el pacto, lo avalaron. Un retroceso inmenso.

Como dijimos anteriormente, lo de la “columna independiente” no es más que un engaño para arrear a los más díscolos. Si se quería marcar la diferencia y ganar un espacio para decirlas, había que hacer un acto aparte. Ni siquiera hacía falta inventarlo, ya estaba llamado. El 11 la izquierda habría creado un canal de movilización para la crítica, un canal que hubiera tenido un público más que respetable y que se hubiera hecho notar. Pero la izquierda no quiere hacerse notar, prefiere pasar desapercibida.

El 2×1 no solo fue la consigna de la marcha, sino que la izquierda todavía agita por su “derogación” y por el juicio a los jueces que lo votaron. Fue una estafa en ese entonces y es un disparate ahora. Una estafa porque ya había sido derogada; entonces la marcha era simplemente para reafirmar la voluntad “democrática”. Además, el 2×1 solo se aplicaba a los militares condenados y repercute realmente en los no cumplen cárcel domiciliaria. Esa población es el 12,5% de los represores imputados. ¿Por qué? Porque luego de 12 años de políticas kirchneristas de DDHH, solo el 25% de los represores tienen condena y, de esos, el 48% tiene prisión domiciliaria. Que miles de personas todavía crean que el kirchnerismo tuvo alguna voluntad de juzgar a las FFAA es otra de las virtudes del “relato” y otra de las defecciones de la izquierda.

Pero aunque nada de eso fuera cierto, la marcha encubría algo mucho más importante: la represión actual, la existencia de una organización de la fuerza contra la clase obrera. No otra cosa se pergeñó en toda la campaña contra los paros y los piquetes. Una campaña de la que el kirchnerismo no fue ajeno, ya que no solo proveyó la Ley Antiterrorista, sino que diseñó una reforma del Código Penal que hereda el macrismo y tiene en carpeta su propio protocolo antipiquetes para tratar en el Congreso. Mientras se efectuaba la marcha, los compañeros de Santa Cruz estaban ocupando el Ministerio de Economía y Alicia estaba negociando con Frigerio una solución, que obviamente, no contemplaba a los trabajadores. Eso fue lo que encubrió la marcha: el ataque actual a la clase obrera. Por actitudes como esas, se pierden batallas históricas, como la del SUTEBA. No se puede pretender que los docentes luchen contra Baradel si se marcha con él. Esa marcha fue una cachetada a los compañeros de la Multicolor y a los de Santa Cruz, a los que se les exigió un sacrificio en honor al desempeño electoral.

En contra de toda la evidencia elemental, el PO sostiene que el beneficio del 2×1 fue una “cuestión de Estado”. Ya Pinedo, Massa, Pichetto y la propia Corte Suprema se encargaron de desmentirlo. Todos los legisladores votaron el proyecto Pinedo y la Corte Suprema prepara un fallo reparatorio. Se ve que el régimen no depende de estas cosas… Pedir el juicio político a los jueces que votaron el 2×1 es canalizar institucionalmente el problema y pedirle al Congreso que votó estos jueces que lo resuelva. Es decir, que los saque y ponga otros. Highton de Nolasco ya se tomó licencia y el resto se retractó con un nuevo fallo. El 2×1 está liquidado.

El juicio a los jueces que votaron el 2×1 es la estrategia de Massa y el PJ para jugar en favor de Lorenzetti y azuzar las internas en el PRO. Lorenzetti (quien llegó a la Corte recomendado por Nicolás Fernández, del PJ de Santa Cruz) quiere lanzarse a la política y por eso no hizo nada para detener el fallo (cuando, en otras ocasiones, dilataba las discusiones y advertía al Gobierno), sino que aceleró el escándalo. En definitiva, el PO y el PTS acompañan ya no al kirchnerismo, sino directamente los intentos de reconstrucción del PJ. Y terminarán como en la marcha del 10, tragados por Mauricio.

No otra cosa se puede deducir de la reacción del Gobierno luego de la marcha. No solo pidió a la jueza de la discordia que se tomara licencia, sacó una ley exprés que elogió Carlotto, sino que tomó la iniciativa. Primero, dijo estar en contra del 2×1 y la ley más benigna para todos los delitos. Segundo, anunció que está en carpeta una reforma al Código Penal (para endurecerlo, claro). Una reforma que ya había pactado con Cristina en 2013. Tercero, se asoció con el FR, el PJ y el kirchnerismo para lanzar una ley en la Provincia de Buenos Aires para eliminar no el 2×1 sino la ley más benigna para cualquier delito. Es decir, una reforma del art. 2 del Código Penal. Macri está encabezando una alianza de los partidos del régimen, que utiliza  el consenso de la marcha para avanzar con la mano dura contra la clase obrera. Si en lugar de pedir por el inexistente 2×1, se hubiese denunciado la represión actual, Macri y el kirchnerismo habrían tenido menos margen para avanzar y la izquierda habría mostrado un canal para los descontentos. En cambio, se cedió todo el terreno y la clase obrera va a pagar las consecuencias de la defección de quienes deben defenderla.

Seguir insistiendo en el 2×1 muestra la completa desorientación de una izquierda desesperada por no perder las simpatías del público kirchnerista, de cara a las elecciones de octubre. Intentan conciliar con Cristina y terminan, como todo el kirchnerismo, conciliando con Macri. Porque, aunque los compañeros no lo crean (o lo hayan olvidado), en cuestiones fundamentales priman intereses de clase.

Lo que corresponde no es acompañar al kirchnerismo, sino denunciarlo. Hay que exigir la cárcel efectiva para los 2700 represores de ayer, y para los de hoy. Eso incluye a Cristina y Alicia Kirchner, Berni y a los funcionarios del gobierno actual. Hay que abrir todos los archivos de la represión y hay que derogar la Ley Antiterrorista que impulsó Cristina. La marcha del 23 tiene que servir para mostrar otra dirección. Si no, vamos a entregar a los trabajadores al enemigo una vez más.

Razón y Revolución

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