La República de la Soja Los límites del rebote económico.

en El Aromo n° 10

Juan Kornblihtt1.
En las últimas semanas el gobierno bombardeó los medios de comunicación con indicadores económicos positivos. Por un lado, se anunció que la recaudación fue de 4.000 millones de pesos en el primer trimestre del año superando tres veces lo pactado con el FMI. Por otro, se indicó que la actividad industrial creció un 18%. Con esta base aumentaron las partidas para seguridad y anunciaron un aumento de 50 pesos para las jubilaciones mínimas. Aunque ya la pobreza de las medidas demuestra que las cifras no son tan buenas, es necesario analizar con más detalle la realidad de estecrecimiento y la fuente de la que proviene. Podremos intuir, entonces, sus limitaciones. Se crece, pero poco Lo primero que vemos al analizar las cifras de crecimiento es que estas esconden más de lo que muestran. En primer lugar, si analizamos las primeras cifras ofrecidas por el gobierno en cuanto a aumento de la actividad económica, observamos que recién se alcanzan en febrero de este año los niveles de enero de 2001. Además, el crecimiento industrial del 18% anunciado días atrás tapa el hecho que la capacidad productiva ociosa es todavía del 30% (con picos del 65% en la industria automotriz, según el mismo INDEC). Por lo tanto, si recién la economía está saliendo del pozo, sin alcanzar niveles previos a la devaluación, debemos preguntarnos cuánto asidero tiene la propaganda oficial del crecimiento sostenido. Para eso debemos analizar las bases de la recuperación. Mirar al mundo Si algo caracteriza a los economistas es su provincialismo: la Argentina anda bien o mal en abstracción de la realidad mundial. Pero la acumulación de capital es una realidad mundial. Así, los capitales buscan en la Argentina obtener unatasa de ganancia media. Esto obliga a medir sus ganancias en dólares. Durante el uno a uno, las empresas de servicios y las multinacionales remitían a sus casas matrices billetes verdes por el mismo monto que recibían en pesos al interior del país. La Argentina podía entonces mostrarse ante los inversores extranjeros proveyendo más ganancias que en otrospaíses. Pero esta ganancias en dólares no surgían de la productividad que poseían las empresas locales, sino de la convertibilidad forzosa instaurada por Cavallo. En el número anterior del El Aromo, señalábamos que esta convertibilidad se basaba centralmente en el aumento permanente de la deuda externa. Y que al cortarse el flujo de capitales por parte de la banca extranjera ante la evidencia de que Argentina no podía pagar, se cayó la paridad peso-dólar. Y al caerse la convertibilidad, las ganancias de las empresas dejaron de medirse en billetes verdes. Allí comenzó la lucha por aumentar las tarifas. Este cambio generó una disputa entre distintas fracciones de la burguesía. En el lado perdedor, las empresas de servicios vieron desaparecer de un día para el otro las remesas que enviaban al extranjero. Aunque sus pérdidas no fueron tan grandes como se quejaban (por la pesificación licuaron sus deudas, al pasar de dólares a pesos) dejaron de invertir. Fenómeno que se observa en la superficie con la crisis energética, pero que esconde una realidad que abarca a transporte y telecomunicaciones. Del lado de los ganadores con la devaluación se ubicaron los exportadores. Según señala un estudio de los economistas de la CTA2, YPF, Cargill, Techint y la Aceitera Dehesa fueron las principales empresas beneficiadas con la devaluación. Con todo, el crecimiento de las exportaciones no fue todo lo que prometían los apologistas de la devaluación, como veremos en el siguiente acápite. Porque no basta con políticas monetarias para manejar la economía. Y esa ilusión comienza a contrastar con una realidad muy diferente. La vuelta del agro Lo primero que hay que observar es que para competir a escala mundial es necesario tener costos que estén al nivel medio internacional. Esto se logra por diferentes vías, ya sea por una productividad ampliada (es decir utilización detecnología de punta) o por bajos costos internos de las condiciones de producción (como la infraestructura de transporte), de las materias primas (como el combustible) o la mano de obra. Durante los `90, la Argentina no sostuvo,como señalamos, sus ingresos en dólares por medio de una productividad creciente, sino base a reasignación de la deuda tomada a través de la convertibilidad. Así el crecimiento industrial y el desarrollo tecnológico no alcanzaron para competir en el mercado mundial, salvo unas pocas excepciones además de las mercancías agrarias (donde se destacan Techint y Arcor). Entonces al devaluar, encontramos que sólo tienen tecnología para exportar unos pocos: los productores de mercancías agrarias. Aquí es donde salta a la luz el boom sojero, que implicó en el 2003 el 45,1% de las exportaciones agroindustriales. Son esos pocos sectores los que sostienen el ingreso de divisas y permiten su apropiación por el estado a través de diferentes vías impositivas y arancelarias: el superávit fiscal se logró en gran medida a partir de las retenciones a las exportaciones aplicadas por Duhalde en el 2002, que llegan hasta el 12 por ciento de la recaudación total. Las exportaciones de bienes primarios y primarios elaborados subieron desde la devaluación, favorecidas no sólo por el cambio, sino por el aumento de la demanda mundial, sobre todo de aceites derivados de la soja. El principal comprador pasó a ser China, que en el 2003 se quedó con el 56,2% de semillas y frutos oleaginosos y el 29,3% de grasas y aceites
vegetales3. El segundo rubro en importancia son los combustibles, entre los que se destaca el petróleo. Nuevamente, no es la política cambiaria la que favorece su inserción mundial sino su productividad y el alza de la demanda mundial a partir de la Guerra de Irak. Así el mayor número de las exportaciones corresponde a bienes de poca manufactura local. La Argentina ingresa al siglo XXI reculando: el “modelo agroexportador”, la vía de inserción del país en el mercado mundial iniciada ya a finesde la Colonia, vuelve a instalarse. Los apologistas de la devaluación defendían que todos los sectores serían favorecidos por el boom exportador. Sin embargo, al observar quiénes exportan, queda claro que son los que tienen una productividad alta, en gran medida por ventajas naturales y por el lugar que ocupan en el mercado. En cambio las exportaciones de mercancías de origen industrial (MOI) apenas están creciendo. Y encima estas no han aumentado su productividad con respecto a la Convertibilidad, como se ve en el lento aumento de las importaciones de bienes de capital que no van dirigidos al agro. Todo su crecimiento se sostiene por tres factores: 1) Utilizar lo que antes no se usaba: con la devaluación se frenó la producción, la reactivación consiste en muchos casos en volver a utilizar las mismas máquinas, aunque a dos años de la devaluación la utilización de la capacidad instalada, como dijimos, apenas llega a un promedio del 50% en el sector industrial (en un próximo articulo analizaremos este problema). Sobre esta base se pueden obtener cifras que oxigenen al gobierno, pero a mediano plazo se necesitará incorporar tecnología cuyo precio está en dólares. 2) La baja del salario: los salarios de los obreros argentinos han caído a un tercio, medidos en dólares, lo que permite bajar costos, pero no tanto como para alcanzar los niveles de los países del sudeste asiático y China. 3) La subvaluación del peso y la deflación de costos internos: en dólares, costos como los peajes o los combustibles con tarifas congeladas, han caído brutalmente, otorgando una ventaja extra para exportar. Sin embargo, algunas de estas ventajas pueden verse erosionadas por la crisis congelada del Brasil. Su riesgo país comenzó a subir y su economía creció menos de lo esperado. Esto generó una reducción del consumo de productos industriales argentinos de un 10%. Todos estos factores hacen que el crecimiento se sostenga sólo en base a unos pocos sectores. Sectores muy volátiles, como la venta de productos primarios, por lo que ante un cese de la demanda China o un freno en la expansión de los EE UU (que comienza a anunciarse con la suba de la tasa de interés anunciada por el Secretario del Tesoro) o incluso una sequía (que ya generó una reducción de la productividad local4) implicarían un freno a la entrada de divisas. A lo que se suman gastos “inesperados” como los millones de dólares que habrá que gastar para importar gas de Bolivia y evitar la crisis energética. ¿Cerca del techo? Así, la expansión se sostiene con el ingreso de divisas provenientes del agro y en menor medida de un repunte en la producción. Ahora bien, como dijimos, el superávit fiscal depende en un 12% de la recaudación basada en retenciones al comercio exterior. Sin embargo el peso ha comenzado una lenta valorización frente al dólar llegando a 2,85 y según diferentes economistas esto alcanzaría a 2,75 para mitad de año. Esto implica que las ganancias en pesos de los productores agrarios se reducirán por lo que aumentará su lucha por reducir las retenciones que aplica el Estado. Otro elemento es que sectores que, aún sin ser competitivos, podían exportar favorecidos por la subvaluación del peso quedarán fuera de competencia y por lo tanto deberán limitarse al mercado interno. En definitiva, a tener ganancias en pesos por lo que frenarán la poca inversión que han realizado. Pero además perderán competitividad por la falta de inversión en insumos vitales (energía). Si a esto se le suma el aumento de costos por la inflación, sólo les queda como opción una profunda reducción salarial. Que no parece ser la tendencia de estos meses. Con esta información es prematuro aún plantear una perspectiva a corto plazo, sin embargo las bases sobre la que se sostiene la expansión actual (subvaluación, bajos salarios y exportaciones agrarias) comienzan una a una a revertirse. En este sentido la lucha entre capitalistas por apropiarse de la ganancia reducida y contra la clase obrera comenzará a agudizarse, traduciéndose en una probable erupción sindical a gran escala.1 En base a informe elaborado por Emiliano López y Sebastián Álvarez del Grupo de Coyuntura Económica del CEICS-RyR. 2 Eduardo Basualdo, et al: “Las transferencias de recursos a la cúpula económica durante la administración Duhalde Elnuevo plan social del gobierno”, IEF-CTA, marzo de 2002. 3 Monitoreo del comercio exterior argentino del Centro de Estudios para la Producción (CEP) del Ministerio de Economía, febrero 2004. 4 Informe Internacional del Departamento de Agricultura de los EE UU (USDA)-abril 2004

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