La represión no nos va a detener

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La jornada de lucha de ayer ha logrado lo que para muchos era algo imposible: torcerle el brazo al gobierno. Tanto desde el kirchnerismo como desde la izquierda se propone una caracterización del macrismo como un gobierno cuasi fascista al que resulta prácticamente imposible enfrentar, y menos aún derrotar. La opción sería simplemente “resistir”. El día de ayer fue una muestra de que esa caracterización derrotista del gobierno es falsa. La movilización obrera consiguió frenar el debate parlamentario de la reforma previsional. Es importante remarcar que fue la lucha en la calle y no en el parlamento lo que impidió continuar con la sesión. La represión que sufrimos ayer no se explica por el carácter fascista del gobierno, sino que es la forma en que la burguesía busca mantener a raya a su enemigo de clase toda vez que la enfrenta. Todos los gobiernos, dictatoriales y democráticos, tienen en su haber detenidos, heridos y muertos en represiones. 
Frente a lo que pasaba afuera, fue Carrió quien leyó la situación y llamó al PRO a suspender la sesión, criticó el operativo represivo y la intención de sacar un DNU, en una continuidad de la interna en Cambiemos. Por su parte el kirchnerismo posó otra vez de forma oportunista como oposición, cuando sus senadores votaron esta misma reforma y hasta el propio Moreno los defendió. Los K están más preocupados porque los dejen tranquilos con sus fortunas que por la suerte de los jubilados, a quienes ellos como gobierno dejaron con haberes de hambre. No menos oportunista fue la CGT, que se montó a la protesta a último momento, amenazando con un paro, y casi pidiendo a gritos que la llamen a negociar la reforma previsional. Nada podemos esperar de estos sectores, como tampoco de la CTA que se dedica a llevar adelante medidas testimoniales y aisladas. 
La izquierda, en cambio, tiene entre sus manos una gran oportunidad si abandona las desviaciones socialdemócratas y seguidistas. Ayer se demostró que la lucha en la calle es el camino para enfrentar al gobierno y que una mayor organización hubiera permitido mayores resultados. Una instancia de coordinación, o sea la conformación de una dirección unificada de la vanguardia obrera, permitiría preparar estas acciones de manera articulada y que exista una columna independiente de la burocracia única y organizada. Permitiría potenciar la agitación de cualquier medida, aunando fuerzas en lugar de disipándolas. Además, es necesario darle continuidad a la acción de ayer, pero no solo como respuesta espasmódica. Por eso, volvemos a insistir: es necesario dejar de perder tiempo y de disputar espacios en los carteles, para conformar una asamblea nacional de trabajadores ocupados y desocupados. El debate debe incluir no solo el rechazo a las medidas del gobierno, sino un programa de reivindicaciones que ponga sobre la mesa las condiciones miserables en las que están sumidos los jubilados y los obreros. Las incipientes experiencias de las coordinadoras de zona sur y zona norte son auspiciosas, a pesar de que algunas organizaciones se abstengan de participar mientras convocan a encuentros por su cuenta. Si la izquierda no puede erigirse como dirección del proceso que se abre con la crisis política, la salida será canalizada por un sector de la burguesía y habremos perdido una oportunidad fenomenal. Recordemos que la crisis interburguesa es en general el puntapié de una crisis mayor. Para eso necesita abandonar el foco de problemas secundarios para volver a ponerlo en los fundamentales: la lucha por la revolución socialista.

  • Exigimos la inmediata liberación de todos los compañeros presos
  • No a las reformas
  • Por un plan de lucha independiente de la burocracia
  • Por una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados

Razón y Revolución 

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