La poesía es un arma cargada de futuro – Entrevista a Leopoldo González

en El Aromo n° 44

La poesía es un arma cargada de futuro. Entrevista a Leopoldo González Ex miembro del PRT y del FATRAC

A raíz de la investigación sobre la revista de poesía Barrilete y de la preparación de la edición de la obra poética completa de Roberto Santoro, nos cruzamos con Leopoldo González, poeta, y miembro del grupo. En esta entrevista nos recuerda la experiencia de las elecciones en la SADE en los ‘70, en la que un frente amplio que incluía entre otros a David Viñas, Haroldo Conti, Elías Castelnuovo y el propio Santoro, intentaron conquistar su dirección.

Mara López
Grupo de investigación de Literatura Popular – CEICS

¿Cómo   y   cuándo   fue   tu   vinculación   con

Barrilete?

Mi vinculación con Barrilete fue circunstancial, yo era amigo de Cacho Constantini. Era un tipo ex- traordinario que estaba en el staff de la revista, donde yo tenía varios amigos: Jorge Cedrón, que no es de los Cedrón famosos, y Alberto Costa que era el sub- director de la revista.

¿En qué año fue esto?

Esto fue en el ’73, cuando yo volví al país. Me fui en el ’70 cuandoasume Allendeen Chile, a trabajar. Soy redactor publicitario y una de las primeras medidas que toma Allende es estatizar las agencias de publi- cidad. Ellos opinaban que la publicidad debía estar en manos del Estado. Por supuesto, los yanquis, que eran los dueños de las agencias de publicidad, se lle- varon a los creativos. Era muy difícil trabajar con los chilenos, era discusión tras discusión, porque la pu- blicidad es una herramienta del capitalismo, así sea usada para vender al Estado. Una herramienta con leyes propias, que uno puede utilizar en beneficio propio pero donde no podés escapar a determinadas pautas. Era un drama, trabajar era verdaderamente un drama. Y, en realidad, todavía no estaba compro- metido militantemente. Ahí empieza realmente mi compromiso. Yo venía de una familia y de una mi- litancia peronista. Nací en una Unidad Básica que manejabamiviejo, enelcomedordemicasa. Por su- puesto que a medida que fui creciendo fui teniendo algunas contradicciones con el peronismo y algunas discusiones con mi viejo. Pero recién cuando llegué a Chile descubrí a Marx, leyendo, hablando con los

compañeros. Para mí la revolución chilena no era lo que para otros: una expectativa continental y demás. Yo fui más por aventura que por convicción ideoló- gica, pero estando ahí, siendo parte de eso, no me quedómásremedioqueempaparme. Dejéeltrabajo porque era insoportable, pero seguí vinculado. Em- pecéaviajar, estuve en México, en Ecuador, envarios lados. Enunodelosperíodosenqueregresoalpaís, a través de algunos compañeros, me enrolo en el PRT. En el ’73 regreso definitivamente al país y ahí sí mi compromiso es totalmente militante. Estaba en el FATRAC (Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura) que era un proyecto espectacular, en el quenodejodepensar: juntar a todos los trabajadores de la cultura, desde los maestros hasta los artistas.

 

¿Por qué incorporarse a Barrilete?

En realidad el proyecto de los muchachos era espec- tacular y muy cercano a lo que proponía el Frente. Barrilete era sacar la poesía a la calle, creo que Patiño fue quien acuñó la frase. Pero eso era. Era poner la poesía en la vereda, la poesía en el bolsillo del traba- jador como una herramienta de liberación. En reali- dad aquello de Celada de que la poesía es un arma cargada de futuro para nosotros era una verdad reve- lada. Y se trabajaba con la poesía contestataria del día a día. Es decir, si sucedía un hecho, un secuestro, una muerte ya estaba el poema divulgándolo. La poesía era un poco periodística.

Había un comité del cual yo no participé, que acep- taba o no aceptaba los trabajos. La selección la ha- cían el pelado Santoro, Alberto y otros. No era cual- quier poesía: era poesía social y era poesía militante también.

 

¿Cuál era la relación Barrilete-PRT?

No había una relación directa con el PRT: había compañeros que militaban en el PRT pero había otros que militaban en Montoneros, otros que eran PC. El pelado Santoro era un ser angélico, transpa- rente, no se puede describir… Él era el tamiz por el cual todas las diferencias se convertían en un trabajo artístico transformador. Esa era la virtud de Santo- ro, lo que le debemos a él: podía tomar de cada uno de nosotros y filtrar distintas experiencias y hacerlas converger en un solo lugar sin que se choquen. La línea la llevaban dos o tres responsables que se car- gaban sobre la espalda todo el trabajo de edición. El pelado era un militante, estaba en el PRT, junto con Haroldo Conti.

 

¿Cuál era la importancia de formar un Frente de Trabajadores de la Cultura?

 

La importancia del Frente era fundamental, era una manera de insertar a todos los trabajadores de la cul- tura detrás del compromiso militante para con la gente. Es decir, la cultura como herramienta de li- beración, ese era el fundamento del Frente. Es de- cir, nosotros creíamos que no podía haber una revo- lución sin un compromiso cultural, el pueblo tenía que estar en contacto con la cultura para poder “li- berarse”. Y eso involucraba a todos los sectores de la

cultura: nosotros teníamos un concepto de cultura global. Para el Frente la definición de cultura era algo así como todo aquello que la industria humana ela- boraba desde el conjunto en su relación con el ser propio y con los demás seres y con su comunidad y conlasotras comunidades. Osea, era algomuyabar- cativo, todoeracultura. Ylacultura era, ademásdela marca indentificatoria del ser, era la herramienta con que ese ser iba a transformar su medio: la naturaleza, la convivencia, la sociedad, todo.

 

Uds. participaron con una lista en las elecciones de la SADE. ¿Por qué era importante ganar la dirección?

 

En realidad la SADE no es un sindicato, vamos a empezar por ahí. El único gremio de la cultura que no tiene un sindicato que defienda sus derechos como trabajador, es el de los escritores. La SADE es una sociedad civil, un club de señoras gordas, lisa y llanamente, que se juntaban a tomar el té en el Pala- ciode la calle Uruguayysecontabanentresíanécdo- tas de “me publicaron tal cosa” o “Fulanito publicó tal otra”. Y sólo era arte para ellos el concepto rena- centista del arte, la obra, nolaherramientasocial. Los escritores que formaban la SADE, los que la frecuen- taban, pensaban eso.

El único que gana algo con la SADE es el portero, que organiza lecturas de libros y de poesía una vez por semana y vende sánguches, tortas y café. Des- pués de eso, no sirve para nada: tiene un edificio her- mosísimo que serviría para millones de cosas. Tenía una biblioteca que han desvastado, no sé si fue la gente de la SADE o quién. Pero yo he ido a bus- car libros de aquella época hace dos o tres años y no están. Y yo sabía que estaban: quería conseguir, por ejemplo, Cuestiones con la vida, de Santoro, que yo sabía que Santoro había dejado más de tres ejempla- res y no están.

Nosotros veíamos que la única manera de que la gente entendiera que un poeta, un novelista era un trabajador era sindicandizándolo. La mejor manera de que nos identificaran como trabajadores era te- ner un sindicato. Muchos se horrorizaban de la idea de que les dijeran “trabajador”, incluso los maestros: para llegar la CTERA al concepto “trabajadores de la educación”, fue una durísima lucha porque los viejos maestros creían que estaban un escalón más alto que los trabajadores. Ni te cuento de los escritores, que se sentían semi dioses. Y la pelea nuestra era esa, ideo- lógica primero. Acá hace falta que entiendan, los que escriben, que ese es un trabajo, que se pueda vivir de

ese trabajo, que no haya diferencias entre un solda- dor y un poeta. Que pueda ser defendido de la mis- ma manera, que tenga el derecho de sentirse parte de la construcción de una industria, de una economía. En lo material hay muchas cosas que se pueden hacer desde un sindicato. Desde asesorar con los trámites cuando sacás un libro, hasta controlar las ventas de las editoriales. La industria del libro es rentable, de ella viven las imprentas, las librerías. Vive un montón de gente del trabajo de los escrito- res, menos los escritores.

 

¿Por qué presentaron a Elías Castelnuovo como presidente?

 

Porque el viejo era una figura indiscutida y porque ideológicamente estaba muy cerca de nosotros. Él era socialista y, como tal, no adhería a postulados de la lucha armada, pero era todo un emblema. Y pasó que se votaba, como se sigue votando ahora, con la cajita de zapatos. Es decir, la SADE tiene delegacio- nes en todo el país, vota todo el país la misma lista y viajan dos tipos con una caja de zapatos y nosotros no podíamos seguir la caja: nos ganaron.

El pelado fue el alma de eso, del proyecto, el que tra- bajó. Estuveencontactosobretodocon Haroldo, mi contacto entre la SADE, Barrilete y el PRT era Ha- roldo Conti. Gracias a él estoy vivo porque cuando nos amenazan las Tres A, me voy a La Rioja porque Haroldo tenía amistad con la gente del diario El In- dependiente. Hay una frase de Haroldo que siempre me gusta recordar: salimos del departamento central de policía, con la carta de las Tres A. Yo recién volvía al país. Fue a fines del ’73. Entonces le digo: “Yo no mequieroirdenuevo”. YHaroldomedijo:“Mirá, si vos no te querés ir del país, yo tengo unos amigos en La Rioja. Irse a La Rioja es como irse del mundo. La Rioja no existe, es un invento cordobés para vender un poco más”. Y era eso, realmente era eso La Rioja, un lugar que no existía. Y ahí me quedé hasta que caí preso en La Rioja el 1º de abril del ’76.

 

¿Qué pensás de la SEA hoy?

Yo no estoy en la SEA, tengo amigos. Mi contacto más fluido con la SEA es a través del Paloma Mori, que es un muchacho de Rosario que tiene escritas algunas novelas sobre la cárcel. Esa es toda mi parti- cipación. Fui a dos o tres charlas, desgraciadamente funciona en un horario en que los laburantes no podemos ir.

 

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