La nueva Historia Oficial.

en El Aromo n° 10

Por Leonardo Grande
Grupo de Investigación de la Izquierda
Argentina-CEICS

Se estrenó Memorias del Saqueo, documental del director y ex-diputado nacional por el Frente Grande, Federico «Pino» Solanas. Para Clarín se trata de «una especie de historia oficial de la era K» (Ñ, 27/3/04). Kirchner confirmó esa impresión en la presentación del Festival Internacional de Mar del Plata de marzo pasado: «Memorias del saqueo es la memoria y el espejo de lo que somos» (Ñ, 27/3/04). La confesión del presidente es significativa. Explica que el producto de Solanas es la imagen que corresponde al personal político que representa los intereses de la burguesía en este momento histórico. Es también el espejo en el que pretenden que se reconozcan todos los argentinos. Los saqueadores de la Historia Dijo Solanas: «Es una crónica y una reflexión sobre la historia, sobre la Argentina que dejaron los planes del Fondo Monetario y el Banco Mundial impuestos con chantajes y efectuados por gobernantes traidores y corruptos» (Viva, 7/3/04). En resumen, recurre a entrevistas a políticos, ingenieros, sociólogos, etc. para mostrar cómo se habría impuesto el «modelo neoliberal» entre 1976 y 2001, viniendo a reemplazar el mejor modelo que habría existido, el del peronismo del ’45. Para fundamentarlo, acude al saqueo de la Historia reciente. Por ejemplo, Videla, Cavallo y Menem habrían inventado la deuda externa, la entrega de la industria nacional y la represión de los luchadores. Falso, falso y falso. El primer salto de la deuda externa lo contrajo el gobierno de Cámpora-Perón aumentando la misma un 63% en tres años (El Aromo 10, 03/2004). Los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores en Argentina comenzaron ya en el Congreso de la Productividad del segundo gobierno peronista en los ’50 (El Aromo 10). El proceso de concentración y centralización de capitales que fagocitó a los industriales medianos comenzó con el fracaso del Plan Gelbard y el Rodrigazo del ´75. Finalmente, la represión sistemática a las fuerzas sociales revolucionarias tuvo el aval de la democracia en el tercer gobierno peronista: Ezeiza, la Triple A dirigida por el Ministerio de Acción Social, el acuerdo del Ministerio de Trabajo Cafiero-Rukauf con la Burocracia Sindical (ver el artículo de Sanz Cerbino en este mismo número) y la patronal para liquidar las comisiones internas clasistas como en Ford ( 10, primaveRyRra 2002) o en Mercedez Benz ( 5, El Aromo
09/2003), etc..
La imagen histórica de K se construye borrando las huellas del «modelo peronista» para fundamentar la demonización del neoliberalismo. El saqueo de las góndolas de la Historia es necesario porque es falso que este país haya sido saqueado por el Fondo y los gobernantes corruptos de un modelo. En todo caso, es el producto lógico del desarrollo de las relaciones sociales capitalistas, desde Perón hasta Menem. Ni siquiera el director puede domar esa realidad: el doctor que dirige el hospital tucu mano donde se tratan los casos de desnutrición infantil le contestó que no se trata de , un modelo
que este país es testigo de los mismos desastres desde hace cincuenta años, por lo menos.Pero el robo histórico más atroz consiste en la identificación de los autores del Argentinazo: para Solanas habrían sido los políticos peronistas anti-menemistas como Cafiero y el grupo de los 8 del Chacho Álvarez, las organizaciones sindicales de la CTA y el «gordo» D’Elía de la FTV a la cabeza.

Del proceso de luchas que va desde el Santiagueñazo del ’93 al 2001 se ha borrado a dos protagonistas fundamentales, el PCR y el Partido Obrero. El colmo es que la mismísima CTA intentó sostener al gobierno de De la Rúa al no ir a Plaza de Mayo el 20 de diciembre. La Memoria de Solanas y Kirchner recuerda la Plaza llena de todo menos banderas rojas, «olvidándose» de la columna de partidos de izquierda que sostuvo el combate en Diagonal Norte y del protagonismo destacado de gremios «piqueteros duros» como Suteba Matanza, AGD-UBA y motoqueros. Cultura y Hegemonía en la nueva etapa K. Lo más destacado del documental es lo arriesgado de la jugada. Como señalamos en 8 El Aromo (12/2003) «Kirchner está obligado a jugar con un fuego que amenaza con extenderse […] porque su base política […] se nutre de la expropiación de las demandas del Argentinazo». La burguesía argentina comprendió después de diciembre del 2001 que no puede gobernar sólo asesinando obreros. Aceptó a regañadientes al «zurdito» patagónico porque sabe que le toca jugar la carta del consenso. La apuesta consiste en convencer al conjunto de explotados y oprimidos por el sistema de que las instituciones del régimen todavía son capaces de solucionar lo que ellas mismas generaron. No sólo de palazos y balas de goma o plomo vive el régimen, también vive de imponer su explicación de la realidad y sus intereses como los del conjunto. O sea, de construir hegemonía. Si bien Solanas defiende la acción de política de
masas de diciembre del 2001, intenta demostrar.

que el respeto a las instituciones de la democracia burguesa es más eficaz, que las velas de Blumberg son mejores que «piquetes y cacerlolas». Para eso usa la «teoría de la traición»: no fue el sistema democrático el que falló, sino los malos y corruptos gobernantes que traicionaron los deseos de las masas. Alfonsín traicionó a los que lo votaron para terminar con la dictadura, Menem traicionó a los que lo votaron para terminar con la híper y el hambre y la Alianza (del Frente Grande,  la CTA, Solanas y Kirchner con Alfonsín post Pacto de Olivos) traicionó a los que la votaron para terminar con la corrupción de las privatizaciones y el desempleo. Lo impresionante no es el descaro que tienen aquellos que protagonizaron la «traición» para desentenderse de su responsabilidad en el asunto. Ni tampoco lo es que sigan pensando que la realidad se mueve con las leyes de los guionistas de Los Roldán. No, lo fabuloso del caso es que Pino nos quiera hacer creer que las elecciones del 2003 terminaron con el saqueo de manera más eficaz que el Argentinazo porque perdió Menem y ganó Kirchner. Después de mostrar durante dos horas de aburrido documental que veinte años de democracia no sólo no cambiaron nada sino que encima sirvieron para aumentar los males engañando a las mayorías ¿cómo pretende que creamos que este nuevo gobierno no va ser otro «traidor»? ¿Cómo salir de la sala sin confiar más en el único recurso exitoso en veinte años la organización de los explotados para luchar contra los explotadores?

Los intelectuales en la lucha de clases
La hegemonía K usa un arsenal muy bien escogido de especialistas. Desde León Gieco y Víctor Heredia cantando en el Salón En el país de la libertad Blanco de la Rosada, a Solanas canonizado en festivales oficiales, pasando por el uso de las «industrias culturales» oficiales (INCAA, ND/Ateneo, Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires) para compensar con recursos a los intelectuales «argentinos». Los responsables de la burguesía saben que cuando hay que dar palos se debe recurrir a las fuerzas de seguridad y que, cuando se trata de con vencer, hay que recurrir a otro tipo de especialistas: periodistas, escritores, músicos, poetas, pintores, cineastas, historiadores, sociólogos, etc.. Pero además, en el caso de Solanas acuden a un intelectual entrenado específicamente en la operación ideológica de la izquierda peronista setentista, que consistió -como ahora- en disputar la dirección del proceso revolucionario llevando a las masas a aceptar una democracia contrarrevolucionaria. Memorias del Saqueo está inspirada en La hora de los hornos (documental que co dirigió en 1968 con el kirchnerista Octavio Gettino), obra de propaganda de Cine de la Liberación para justificar la lucha armada, contra la dictadura y por la vuelta de Perón y el reformismo del ’45. Cuando se estrenó en el ’73, la imagen del Che Guevara fue reemplazada del alegato final por los extractos del reporta je a Perón en Madrid. Los autores de La hora… diri gieron el Ente de Calificación Cinematográfica como recompensa, y Solanas sigue reivindicando el haber dificultado el trabajo de otro de los cineastas revolucionarios del ’70, Raymundo Gleyzer, por ser marxista y militante del ERP.

La obra de Gleyzer, México, la revolución traicionada de 1970 y Los traidores de 1972, fue boicoteada por señalar los límites insuperables del populismo una y por atacar a la dirigencia sindical peronista la otra. Entrenado en las tácticas del saqueo de banderas revolucionarias y el anti-marxismo militante, Solanas y su Memorias se presentan hoy como lo mejor del «cine social» en los festivales oficiales que desaparecen nuevamente la obra de Gleyzer (Raymundo, el documental sobre su vida fue censurado por las autoridades del último Festival de Cine Independiente de Bs. As. como denunció El Aromo 3 en julio del año pasado). Lo llamativo es que los compañeros rea lizadores del llamado «cine piquetero» no hayan reaccionado aún contra esta ofensiva en su propia trinchera. No existe, por ejemplo, ninguna movilización por la presentación en las salas del INCAA de Raymundo o los fimls de Ojo Obrero, Kinonuestralucha, Cine Insurgente, etc, o para reclamar financiación para los proyectos documentales o de ficción piqueteros. Esto se explica por la atomización de los compañeros cineastas y la falta de voluntad de los programas políticos que representan a la hora de dar batalla en el campo ideológico-cultural. Mientras la burguesía hace propaganda expropiándose los resultados de nuestras luchas y poniendo todo su arsenal intelectual manos a la obra, nosotros seguimos dilapidando artistas y científicos en tareas menores y sin el respaldo debido. La cultura sigue siendo una acción inútil «que no es lucha» y que no justifica una dedicación militante exclusiva. En el caso particular del cineseguimos estancados en la producción de informes periodísticos (pensados para la agitación y no para la propaganda) que son difundidos entre los compañeros de base, táctica que no dejará ninguna marca en la conciencia de las masas. La creación de una Comisión de Cultura en la última ANT servirá para comenzar a corregir estas falencias. Las contradicciones del régimen y un mejor uso de nuestras fuerzas intelectuales hacen posible que todavía estemos a tiempo.

 

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