La necesidad de la ESI

en Entradas/La Hoja Socialista 14/LHSTreceRosas

La lucha del movimiento de mujeres, que cobró fuerza a partir del Ni Una Menos ante los crecientes casos de femicidios, estuvo este año en el centro de la escena con el reclamo por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito. Cuando el debate estaba instalado y dividía aguas, los partidarios de la muerte, que se identificaban con la consigna “Salvemos las dos vidas”, decían que el problema era de educación. Con la información adecuada, se podría prevenir. Habiendo ganado solo momentáneamente la batalla contra el derecho a la vida de las mujeres, se esperaba que los “Pro-Vida” estuvieran al frente del reclamo por la implementación de la Ley de Educación Sexual Intengral (ESI).

Como el lector seguramente ya sabe, nada de eso ocurrió. Todo lo contrario. Hubo una feroz pelea contra la ESI bajo el lema “Con mis hijos no te metas”. ¿Quién estaba detrás? Entre otros, la Iglesia Católica. Sí, esa institución que acumula miles de casos de abusos y violaciones de menores, que se acrecientan día a día, tiene el tupé de decir “con los chicos, no”.

Mal que le pese a los portadores de sotanas y de pañuelos celestes, los debates por la Ley IVE y la ESI vinieron a poner sobre la mesa la necesidad de profundizar la educación sexual en las escuelas. Las consecuencias de no implementar una política pública de difusión y entrega de anticonceptivos, se ven, sobre todo, en materia de salud pública. Vamos a ver esto con algunos números concretos.

En la actualidad, es alarmante el crecimiento de las enfermedades de transmisión sexual. Según datos publicados en los Boletines Epidemiológicos del Ministerio de Salud de la Nación, los casos de sífilis en el país se han casi triplicado entre 2011 y 2017, pasaron de 3.551 a 9.493, sólo los confirmados, y sin contar los casos de sífilis congénita. Estamos hablando de un crecimiento del ¡267%!

En 2016 se celebró la XXI Conferencia Internacional sobre el Sida. Allí se informó que la Argentina es el país con mayor cantidad de nuevos contagios en toda Latinoamérica. Mientras que en 2005 se produjeron 2850 infecciones, en 2015 habían ascendido a 6320. Otro estudio indica que entre 2012 y 2014, 9 de cada 10 contagios se produjeron por no utilizar preservativo en las relaciones sexuales. Como si esto fuera poco, la cifra de muertes anuales por esta enfermedad asciende a 1000 anualmente. Si tenemos en cuenta que el grueso de las infecciones se produce por falta de prevención, podemos darnos cuenta que se trata de muertes completamente evitables.

Ahora bien, uno podría preguntarse por qué se dan estos números cuando la Educación Sexual Integral ya es ley (nº 26.150). Efectivamente, la ESI contempla la apertura de un espacio curricular destinado a la educación sexual dentro de las escuelas. Sin embargo, no es menos cierto que muchos docentes aseguran que no está siendo implementada y que el Estado no está garantizando su cumplimiento.

También, existe una trampa dentro de la ley. Si bien contempla la obligatoriedad de la enseñanza de la educación sexual en todos los establecimientos públicos de gestión privada o estatal, el artículo 5 deja a libertad de cada institución los contenidos a enseñar como una forma de “respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”. Es decir, que todas las instituciones pueden y deben enseñar contenidos referidos a la sexualidad, desde la psicología, la biología, la ética, etc., pero qué se enseña y cómo, va a depender de las autoridades de cada institución. Esto se traduce en educación para la vida, para el amor, o como gusten llamar en las instituciones religiosas, llegando a enseñar incluso la castidad como método para evitar los embarazos adolescentes.

Para decirlo claramente: hay una falta de responsabilidad del Estado en la enseñanza de la educación sexual. Eso pone en peligro la salud de toda la clase obrera. También, deja el camino libre para que las iglesias católicas y evangélicas tomen espacios en las escuelas e instalen sus ideas oscurantistas. Es por esto que la separación total de la Iglesia y del Estado, la implementación plena de la Ley de Educación Sexual Integral y la Ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito, van de la mano. La situación no solo es grave, sino que se agrava. No es hora de bajar los brazos, sino de redoblar esfuerzos.

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