“La liberación nacional no estaba planteada en la Argentina”. Entrevista a Ismael Viñas.

en El Aromo n° 41

Por Julieta Pacheco (Grupo de Investigación de la Lucha Armada en los ‘70 – CEICS)

Hace más de 20 años que Ismael Viñas no concede una entrevista. El Aromo, no obstante, se ha acercado a él para conversar sobre los principales hitos de su larga trayectoria y revisar temas centrales a la hora de entender la lucha de clases en los años ´60 y ’70. Ismael Viñas fundó y dirigió el Movimiento de Liberación Nacional (MLNMALENA) y dirigió varias publicaciones como Contorno (1953-959), Política (1957), Qué Hacer (1958-1959), Liberación (1959-1969), Revista del Tercer Mundo (1968), Cuadernos de Polémica (1969) y Orientación (1970).

¿Cuándo comenzaste a militar?

Comencé mi militancia en el entonces Sindicato de Aduanas y Puertos. Pues estudiaba y trabajaba. En la universidad, lo hice en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la UBA. Llegué a ser Secretario de Cultura y, en el sindicato, delegado por la oficina de Sumarios. Como activista estudiantil estuve preso, a raíz de la decisión de Perón de intervenir en las Universidades y de suprimir la autonomía universitaria. Entonces nosotros ocupamos las Facultades y caímos presos. Estuvimos en Villa Devoto alrededor de un mes. En 1953 apareció el primer número de Contorno,

¿cómo se tomó la decisión?

La aparición de Contorno está ligada a la muerte de otra revista, Las ciento y una, cuyo director era Héctor Murena. Sólo salió el primer número, pues Ernesto Sábato presionó a la editorial que la financiaba para que no apareciera el segundo, que contenía un artículo crítico sobre su obra. También debido a un encontronazo que tuvo Murena con David [Viñas]. Una tarde en que estaban tomando café, en una confitería, se encontraban conversando sobre la posibilidad de sacar otra revista, cuando apareció el nombre de Daniel Devoto, un poeta y musicólogo del grupo de Cortázar. Murena, machista y despectivo, sentenció: “Devoto es un maricón”. David le advirtió: “Tratálo con cuidado, es mi amigo”. “Será tu amigo pero es un maricón”. Sin más, David agarró del asa la jarra de metal que había en la mesa y se la sacudió en la frente. Murena cayó, despatarrado y mojado. Intentó levantarse pero mi hermano lo dejó semiinconsciente de un puñetazo. Claro está que la pelea cortó todo lazo entre David y Murena. David habló conmigo y con Susana de lo ocurrido, del proyecto de la revista y de la necesidad y las posibilidades de sacarla. Discutimos dos alternativas: o entrar en Centro, la publicación de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, en la que escribíamos de vez en cuando, o sacar una nueva. Decidimos que era más conveniente esto último.

¿Cuál era el objetivo de Contorno?

Era más bien un intento de crítica de la cultura argentina que tan sólo de la literatura. Si no escribíamos explícitamente de política en los primeros números, es porque no era sencillo escribir críticamente del peronismo mientras éste estaba en el poder. Hubieran secuestrado la tirada; quizás nos hubieran hecho juicio a nosotros. Aún así en el de Sebreli (“Celestes y Colorados”) se habla de política, pues tratábamos de incorporar esa parte de la realidad. Si no hablamos más que de ensayos y novelas es porque no tuvimos tiempo de incluir otras facetas de la cultura. Pero algunos de nosotros lo fuimos haciendo. David ha dicho que [Sebreli] “parece ser quien realiza casi todo el programa de la revista”. Pero no es el único, León Rozitchner lo ha hecho también, el mismo David, Alcalde y yo. La prueba de esta prevención está en que, apenas caído Perón, comenzó a aparecer Contorno con números dedicados a la política inmediata y dedicamos dos de los Cuadernos de Contorno a temas políticos exclusivamente. En síntesis, Contorno era una revista cuya preocupación era centrarse en la cultura argentina, y en una visión crítica, pues advertíamos, sobre todo, la falta de verdad que había en ella. Hubo una cierta desorientación primera, que llevó a David a invitar a escribir a Solero y a Kush, precisamente por esa preocupación común, pero que en ellos se manifestaba como un martínezestradismo total, hasta exarcebado. Está claro que el punto de partida, crítico, lo teníamos desde el comienzo, de ahí que nos autocalificáramos como una revista “denuncialista”. Pero, a la par, teníamos una miríada de cuestiones oscuras, lo que nos llevó a leer y releer obras incluso de segundo orden. Pero de eso no resultó solamente un juicio negativo, como pareció entender el crítico uruguayo Rodríguez Monegal, que nos aplicó el mote de “parricidas”. También reivindicamos total o parcialmente obras y autores. Pero ¿cómo no desconfiar de una literatura que había hecho del “Martín Fierro”, ese canto a un gaucho asesino y racista, su poema máximo, y cuyo dos autores más venerados, Lugones y Borges fueron tan reaccionarios como para apoyar un golpe militar fascista, el primero, y a una sangrienta dictadura militar, la de 1976, el segundo?Desmiento otro mito que leí hace tiempo en la revista de Altamirano y Beatriz Sarlo, en un artículo en el que se sostenía que la seriedad de la diagramación primitiva correspondía a nuestra posición ideológica. ¡Que va! La revista podía parecer pesada de tan seria, pero ello se debía a nuestra ignorancia total sobre diagramado, de tal modo que hicimos todo lo más simple posible.

¿Cuál era la formación política de los militantes de Contorno?

Casi todos los que escriben sobre Contorno aseveran que éramos sartreanos. Debe ser por eso de que éramos “escritores comprometidos”, porque sartreanos sólo eran algunos de los colaboradores. Yo, por cierto, no lo era, por simple ignorancia en aquel entonces, pues no había leído nada de Sartre. Después lo leí: no me gustó demasiado y me interesó muy poco como filósofo. Mi formación marxista provenía directamente de la lectura de Marx y Engels. De León Rozitchner sólo sé que protestó cuando lo llamaron sartreano, pues él era discípulo de Merleau Ponty. David parece haber aceptado que estaba influenciado por el francés. Los que eran sartreanos lo han proclamado, como Sebreli, Correa y Masotta. En cuanto a mí, llegué a ser un “intelectual comprometido” por la influencia de otros autores: Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo…

¿Qué lugar político ocupó el periódico Soluciones Populares Para Problemas Nacionales, que salió entre los años ’59-’60, en el mismo período que empiezan a editar Liberación, y en el que vos figuras como director?

Soluciones fue una revista que sacamos por acuerdo entre el Partido Comunista, el grupo de Cooke, su esposa, Alicia Eguren y el MLN. El PC estaba representado por Ernesto Giudici y corporalmente por Isidoro Gilbert y el grupo Cooke por el hermano del Bebe, Jorge. El MLN por Susana Fiorito y yo. La expectativa política era hacer que las izquierdas trabajaran juntas, lo que era impulsado por Cuba. Las tres agrupaciones contábamos con lazos con el castrismo. Esto daba también la posibilidad de tener más acceso a la clase obrera, mayoritariamente peronista. Duró bastante. La tirada era grande: 25 mil ejemplares. Se distribuía en Capital Federal y en provincias. Era financiado por las tres agrupaciones a partes iguales. Desapareció debido a los roces crecientes del PC con el MLN y con el grupo Cooke. El PC se retiró, y así desapareció la publicación. Nosotros seguimos en buenas relaciones con el grupo Cooke. Mi impresión es que el PC no podía aguantar el crecimiento del MLN y de ese grupo.

¿Cuál era el programa del MLN?

El programa era más bien implícito, se desprendía de nuestras declaraciones escritas, de lo que sosteníamos públicamente y de numerosos documentos internos que figuraban en nuestro acontecer diario. En esos momentos, la mayoría de las organizaciones de izquierda, sino todas, definían a la Argentina por dos conceptos: un agro atrasado, de tipo feudal o semifeudal (esto último lo decía el PC ante las críticas a su caracterización de un agro feudal) y la liberación nacional pendiente (o autodeterminación pendiente) dado su dependencia del imperialismo. En el MLN sosteníamos que el agro era capitalista, con una gran burguesía agraria dominante, y mediana y pequeña burguesía, Pero, en cambio, aceptamos el otro concepto, el de la liberación nacional pendiente.

¿Cuál era su relación con el peronismo de izquierda?

El grupo de Cooke era peronista y con eso queda dicho todo. Cooke y Alicia vivían en Cuba en ese tiempo. Yo estuve con ellos y Cooke me mostró con orgullo cartas de Perón. ¿Cómo, entonces, unirnos a ello? Además eran pocos, pues aún no existía Montoneros. La dependencia de Perón era nefasta a nuestros ojos. La izquierda peronista decía que las cooperativas eran socialistas. No lo son. Nosotros, por razones prácticas podíamos trabajar con ellos, y así lo hicimos muchas veces (incluso con Cooke), pero debíamos insistir en la necesidad del proletariado de liberar su conciencia, alcanzar la conciencia para sí, con palabras de Marx.

¿Y con el Che?

Lo conocí bastante a Ernesto, su madre Celia, militó en el MLN. El marxismo del Che era más sentimental que fundado en la teoría o en el conocimiento de Marx y demás clásicos de la izquierda. Por ejemplo: apostaba a los campesinos y habitantes pobres del campo y desdeñaba a los pobladores de las ciudades, lo que contradice el pensamiento de Marx: su teoría del foco y de los mil “vietnames” era todo lo contrario del marxismo.

¿Cuál era su posición y la del MLN frente a la lucha armada en la Argentina?

La lucha armada está relacionada con mi niñez y juventud, y el clima que se vivía en la campiña argentina y en especial en mi pueblo, Monte. El uso de armas cortas y largas era norma en mi familia, lo que quiero decir es que no necesitaba adiestramiento en Cuba para tomar las armas. Por otra parte, la Revolución Cubana había ido evolucionando en su descripción del proceso revolucionario hasta tergiversarlo totalmente y caer en la desdichada teoría del Che: el foco guerrillero campesino, lo que contradecía todo lo que había pasado en Cuba (rebelión en las ciudades, apoyo de la burguesía antibatistiana y demás, acompañando a la guerrilla del campo). Entonces, enviar gente a prepararse a Cuba era el riesgo cierto de que prendiera también la teoría del foco con todos sus errores y riesgos. Eso es lo que ocurrió de hecho. El MLN estaba a favor de la lucha armada, y se preparaba para hacerlo, pero cuando existieran las condiciones para eso. Es decir, cuando las masas populares estuvieran dispuestas a apoyar el proceso. No antes. No aceptábamos la falsa esperanza de que el foco armado atrajera a las masas del pueblo. Se recibían en ese tiempo grandes presiones para que la gente se alzara en armas. El MLN las sufrió, y de allí que un grupo pequeño, de estudiantes de la Facultad de Filosofía, se uniera a la guerrilla de Masetti y se fuera a Salta.

¿Cómo impactó el golpe de Onganía al MLN?

El impacto de la dictadura de Onganía fue muy relativo. Acostumbrados al trabajo en células, no sufrimos ningún arresto. Al contrario, aumentó nuestra actividad, sobre todo en los sindicatos. Contribuimos a la explosión del Cordobazo, pues manteníamos muy buenas relaciones con Agustín Tosco. Su compañera militaba en el MLN. Teníamos en Córdoba buena inserción en la clase obrera, a partir de la estrecha relación con Pedro Milessi que, ya viejo, se acercó al MLN. Más incidencia tuvimos en la sublevación posterior, conocida como Viborazo, pues influimos directamente en la dirección del gremio de Sitrac- Sitram, que la encabezó. A principios del año 1969, el MLN llamó a un Congreso Nacional para discutir su situación como organización, hasta llegar al planteo de la autodisolución ¿Cómo se llevó a cabo esa discusión? Varios miembros de la dirección del MLN llegamos a la conclusión de que la liberación nacional ya estaba alcanzada en la Argentina. Lenin sostiene que la liberación nacional no está alcanzada cuando existe una dependencia política, bajo la forma de colonia o semicolonia. Cuando los gobiernos son del propio pueblo, aunque existan influencias y chantajes, no hay liberación nacional planteada. Esto, llevó a una discusión interna en el MLN y a su disolución. El grupo rupturista sostenía (y en mi caso, sigo sosteniendo) que en la Argentina no hay liberación nacional planteada. Que ésta ya existía, había sido alcanzada hacía un siglo y pico. Que no había enemigos a desplazar del poder político, salvo toda la burguesía (la grande y mediana, la que explota obreros) por medio de la revolución socialista. Aunque sí hay intereses económicos extranjeros en el país, expulsar a éstos sin hacer la revolución socialista llevaría a reemplazarlos por una burguesía local, tan explotadora como la extranjera o por el Estado, lo que ya ocurrió en la Argentina, parcialmente, durante el primer peronismo. A mí, entre otras consecuencias, me destituyeron del cargo de Secretario General, y me mandaron a militar en la base; lo que acaté y di, desde allí, la batalla. Con algunos compañeros propuse la disolución del MLN, porque no veía otra solución que recrear organizaciones. Cambiar su contenido ideológico y su nombre me parecía imposible. A mí los compañeros me degradaron a las filas, y mi propuesta la hice desde la base, militando en una célula.

¿Cómo surge Acción Comunista (AC)?

Desde Orientación Socialista (una escisión del PRT-ERP) vinieron a verme, y me propusieron que me uniera a ellos y crear una nueva organización. En principio me ofrecieron que dirigiera el periódico que iban a sacar. Acción Comunista resultó de la fusión de una parte del MLN y de Orientación Socialista, más otros grupos pequeños. Sosteníamos que como habíamos llegado a la conclusión de que la liberación nacional no estaba planteada en la Argentina, ni siquiera podíamos contar con la formación de un bloque con la mediana burguesía para luchar juntos. El proletariado debía contar sólo con aliados en la pequeño burguesía y las capas medias (independientes o asalariados). Por lo tanto, formar parte del peronismo era continuar con el apoyo a los velos que enturbian la conciencia obrera argentina, eso le criticábamos a Montoneros.

¿Cuáles fueron sus diferencias con el PRT-ERP?

El PRT-ERP se diferenciaba de Acción Comunista en la teoría, porque no creíamos en la liberación nacional, éramos mucho más marxistas en nuestras concepciones. Conocíamos más los textos, los leíamos y difundíamos, publicamos libros, etc. Justamente el libro sobre la inexistencia de una liberación nacional a cumplir y de no alianzas con las burguesías se publicó desde allí: yo escribí el texto. En la práctica no creíamos en la lucha armada en el campo, como practicaba el ERP, sino en las ciudades y sus zonas suburbanas, Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario. Además, me parecía un error dividir entre el partido (PRT) y su brazo armado (ERP), para pertenecer al cual se exigían menos contenidos ideológicos.

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