¿La historia sirve para algo?

en El Aromo n° 43

Nicolás Robles López

Club de Amigos de la Dialéctica – CEICS

“Naturalmente, tenía que reconstruir el caso en dos fases”1 Parece algo difícil, algo abstracto pero un ejemplo sencillo lo explicará fácilmente. El misterio del cuarto amarillo es uno de esos que constituyen un verdadero rompe-cabezas, en el más puro sentido de la expresión. En un cuarto perfectamente cerrado acontece un intento de asesinato, pero no se encuentra al agresor en su interior. Distintos personajes desfilan tratando de descifrar el enigma, fracasando lamentablemente. Un reportero es el que finalmente logra resolver el caso, desechando las teorías sobrenaturales y superando los errores del detective a cargo de la investigación. Rouletabille, el reportero en cuestión, se enfrenta la contradicción entre la necesidad de la presencia de un asesino y su ausencia efectiva, encontrando entre los dos momentos un movimiento que los incluye y explica. Divide en dos escenas la escena original: en la primera, el agresor trata de matar a la victima pero no lo logra y huye; en la segunda, la víctima en medio de una pesadilla revive la primera escena, se golpea la cabeza y se desmaya. El padre de la víctima, tras forzar la entrada al cuarto, encuentra a su hija ensangrentada en el piso, pero no al atacante. Sólo la primera escena posibilita la comprensión de la segunda, ya que los efectos que tiene sobre la víctima son los que hacen que exista la segunda. El desmayo es la recaída en la inmediatez, o dicho de otra manera, el olvido de la génesis del proceso y su congelamiento en el resultado final. Reconstruir el movimiento de la realidad, es decir, utilizar el método dialéctico para reconstruir la génesis, es la clave de la solución de un problema insoluble.

El valor de la historia

Generalmente se suele poner en duda la utilidad de la historia para explicar los eventos actuales. Las más de las veces esto sucede cuando se la analiza en forma fragmentaria o con poca profundidad. El libro de Juan Samaja, El lado oscuro de la razón2 , nos propone utilizar el método dialéctico para analizar las contradicciones presentes en la sociedad actual. Este método, propuesto por Kant3 y desarrollado posteriormente por Hegel, consiste en solucionar las contradicciones afirmando que entre los dos polos se sucede un “movimiento generativo”, que es lo que posibilita la superación de la contradicción. Este movimiento tiene que contener a los dos polos contradictorios y estos polos tienen que ser distribuidos como momentos del proceso total del movimiento. En este movimiento se da un ascenso de lo abstracto a lo concreto y se van conformando estructuras que van borrando las huellas que muestran el camino que siguió su génesis. Esto último es lo que explicamos más arriba, la “recaída en la inmediatez”, un concepto que Samaja pone como categoría suprema de la lógica dialéctica de Hegel. Así como es útil para el análisis de la sociedad, también lo es en otros campos de la ciencia. En el caso de la psicología, esta forma de sancionar las contradicciones fue tomada por los “padres fundadores” de sus respectivas disciplinas, Jean Piaget, Lev Vigotski y Sigmund Freud, para poner a prueba sus hipótesis o para fundarlas. A pesar de sus distintos intereses y propósitos, tuvieron en común la aplicación de este método. Entre otros momentos de sus prolíficas vidas intelectuales, Piaget lo utilizó para explicar la adquisición de la lógica formal, Vigotski para exponer el proceso por el cuál se llega a la formación de conceptos y Freud lo ensayó en su búsqueda de la génesis de los síntomas histéricos. Sus tesis discutieron con las distintas escuelas de psicología de la época, siendo la innatista la más cuestionada. Esto se debe a que los tres consideraban que lo innato no era suficiente para explicar la presencia de los hechos por ellos estudiados. Ese “innatismo” encubría, precisamente, una recaída en la inmediatez. Veamos.

Piaget

Para Piaget, el problema del conocimiento era fundamental. Su interés estaba en la epistemología y en cómo los científicos llegan de un estado de menor conocimiento a uno de mayor conocimiento. Partiendo de la idea hegeliana de que la filogenia se reproduce en la ontogenia, es decir, de que el individuo reproduce en su desarrollo el camino de la especie,4 Piaget encontró en el desarrollo del niño, un camino original para pensar el problema.5 El niño tiene que re-apropiarse los conocimientos sociales existentes y en este proceso revive las instancias que también hubo de vivir la sociedad. Este problema lo llevó a considerar el problema del todo y sus partes. En esta contradicción, Piaget postula que el equilibrio entre el todo y las partes es estable mientras que la predominancia del todo sobre las partes o de las partes sobre el todo es menos estable pero tiende a la estabilidad, a la conservación recíproca de las partes y del todo6 . En su construcción de una psicología experimental que le permitiera comprobarlo, Piaget debate con los empiristas y los aprioristas a los que acusa de tendencias especulativas. Los empiristas al utilizar las nociones del sentido común no se dieron cuenta que “la experiencia es siempre asimilación a estructuras”7 y los aprioristas extendieron facultades a todos los individuos sin preocuparse por comprobar si de veras las poseían o no. En este aspecto, Piaget no toma al conocimiento como algo estático, como un hecho, sino que lo toma como un proceso en constante devenir y se propone encontrar la ley que rige este proceso, encontrándolo en el proceso de equilibración, dividido en la asimilación y la acomodación. La asimilación es la “incorporación de un elemento exterior (objeto, acontecimiento, etc.) en un esquema sensoriomotor o conceptual del sujeto”.8 La acomodación es “la necesidad en que se encuentra la asimilación de tener en cuenta las particularidades propias de los elementos que hay que asimilar”9 . Una experiencia diseñada para estudiar este proceso es la de la conservación de la sustancia. Piaget observa que para que el niño conserve la sustancia, antes tiene que poseer la noción de permanencia de los objetos. O sea, que el niño, a pesar de que le oculten el objeto, lo continúe buscando. Cuando el niño posee esta noción, es capaz de conservar cualitativamente el objeto pero no cuantitativamente. Esto sucede porque no coordina las distintas percepciones que tiene del objeto y prioriza una de ellas. Por lo tanto, cuando en la experiencia se le presentan dos bolitas de plastilina iguales y después se deforma una alargándola, el niño que todavía no conserva la cantidad de sustancia, dirá que hay más en la que se alargó si se fija en el largo o que hay menos si se fija en el ancho. Solo será capaz de conservar la cantidad de la sustancia cuando sus esquemas se acomoden a las características del objeto y pueda ser asimilable en su totalidad. Esto se da a través de los sucesivos conflictos que le provoca su interacción con el objeto y la discordancia entre sus esquemas y el objeto. Así, Piaget descubre que el niño va conformando el todo a lo largo de sucesivas desequilibraciones y re-equilibraciones que terminan conformando una estructura que contiene la anterior pero la supera. Esta nueva estructura no es definitiva sino que continúa en movimiento: de la conservación de la sustancia sigue la del peso y la del volumen10. Esta investigación de Piaget y sus colaboradores fue una de las tantas con las que rebatió las tesis empiristas en las que prima la experiencia por si sola sin tener en cuenta el desarrollo de los esquemas del sujeto y las tesis aprioristas que consideran que el sujeto nace con todas estas nociones y que no se construyen.

Vigotski

En Pensamiento y habla11, Vigotski estudia los conceptos, su formación, y la relación que guardan con la palabra. Pero su estudio no se basa en un análisis estático sino en uno dinámico que tenga en cuenta el proceso que recorre el niño hasta alcanzar la formación de los conceptos. En el desarrollo del niño, el pensamiento y el habla recorren caminos paralelos pero que, a diferencia de los animales, en algún momento se cruzan12. Vigotski toma las investigaciones de Ach y Rimat y señala que sirvieron para refutar la tesis asociacionista. Esta tesis sostiene que “el concepto surge simplemente por asociación, gracias al fortalecimiento de los vínculos asociativos correspondientes a los rasgos comunes a toda una serie de objetos y al debilitamiento de los vínculos correspondientes a los rasgos en los cuales estos objetos difieren”.13 Todo niño de 3 años ya domina todas las operaciones intelectuales propias del adolescente y el adulto y que no surge ninguna nueva función intelectual en la adolescencia. Aunque el experimento de Ach sirvió para demostrar que los conceptos se producen, no se reproducen, su propuesta era insatisfactoria. Los niños y los adultos comprendían la tarea que se les presentaba de igual manera y la manera de solucionar los problemas en los niños era un equivalente funcional a la formación de conceptos en los adultos. Pero las formas de pensamiento en uno y en otro son diferentes por su composición, su estructura y su tipo de actividad. La importancia no radica en los objetivos, sino en los medios que se utilizan para alcanzarlos. Para comprender en profundidad el recorrido que sigue el desarrollo del niño hasta la formación de conceptos, Vigotski examina cómo el sujeto trata de identificar las relaciones entre distintas figuras de diferente color, forma, grosor y tamaño. Para esto, se da vuelta una de ellas en la que aparece una palabra sin sentido y luego se le pide que separe todas las que le parece que pueden tener escritas la misma palabra. Mediante este experimento, Vigotski pudo dividir el proceso de desarrollo de los conceptos en tres estadios. El primero es el de las agrupaciones sincréticas, en el que el niño agrupa los objetos en un montón desordenado y desorganizado de manera subjetiva y azarosa. El segundo es el de los complejos, en el que el niño empieza a tener en cuenta los vínculos objetivos existentes entre los distintos objetos. El tercer y último estadio es el de los conceptos, que suponen “no sólo la unificación y la generalización de los diversos elementos concretos de la experiencia, sino también la selección, la abstracción, el aislamiento de los distintos elementos y la capacidad de considerar estos elementos seleccionados y abstraídos al margen de los vínculos concretos y reales en los que se presentan”.14 Este análisis genético le permite a Vigotski comprender el real funcionamiento de los conceptos y su relación con el significado de la palabra.

Freud

En el caso de Freud, podemos observar en sus tempranas publicaciones un interés por la formación de los síntomas histéricos. Toma como punto de partida las investigaciones de Charcot al respecto. Donde los demás veían una simulación por parte de los histéricos o una enigmática arbitrariedad, Charcot encontró que podía provocar artificialmente los síntomas siempre y cuando el paciente estuviera en un estado histérico, se encontrara hipnotizado y se recurriera a la sugestión15. Esto le sirvió a Freud para dar cuenta, por ejemplo, de las parálisis histéricas. En el caso de Anna O., se explica la parálisis de su brazo derecho debido a que este estaba dormido cuando ella, en medio de una alucinación, quiso apartar una serpiente que quería atacar al padre enfermo. Esta alucinación le provocó tal terror que la parálisis en el brazo le sobrevenía cada vez que observaba algún elemento con forma de serpiente16. Al descubrir el mecanismo mediante el cual se producen los síntomas, Freud tiene elementos para objetar la teoría de Janet. Según Janet, la escisión de conciencia característica de los histéricos era un rasgo primario, innato, que impedía la síntesis psíquica17. Freud consigue vislumbrar, aunque luego cambie su teoría, la solución a la contradicción entre una parálisis existente pero que no tiene fundamentos físicos. La parálisis momentánea que sufrió Anna cuando quiso espantar a la serpiente fue real en ese momento y el terror que le produjo la alucinación provocó un aumento en la suma de excitación. Luego, ese monto de afecto se convertiría en una inervación somática y elegiría el brazo derecho como zona histerógena.

Reponiéndonos de la recaída

Los tres casos expuestos nos permiten observar cómo recurriendo a la historia de los acontecimientos presentes, podemos lograr una mejor comprensión de estos sucesos. La historia no sólo sirve para resolver enigmas policíacos, sino, sobre todo, para comprender la naturaleza misma de la realidad en cualquiera de sus niveles. Rouletabille, agradecido.

Notas

1 Rouletabille, en el juicio donde resuelve el caso del cuarto amarillo. Leroux, Gastón: El misterio del cuarto amarillo, Barcelona, Ediciones Altaya, 1994, p. 233 (las cursivas son nuestras).

2 Samaja, Juan: El lado oscuro de la razón, Buenos Aires, JVE Ediciones, 2004.

3 Ibid., p. 122.

4 Samaja: op. cit, p. 168.

5 Piaget, Jean: El nacimiento de la inteligencia, Buenos Aires, Ediciones Caldén, 1976, p. 55.

6 Piaget, J.: Autobiografía, Buenos Aires, Ediciones Caldén, 1976, p. 12.

7 Piaget, J.: Psicología y epistemología, Buenos Aires, Emecé Editores, 1998, p. 11.

8 Piaget, J.: La equilibración de las estructuras cognitivas, México, Siglo XXI Editores, 2000, p. 8.

9 Idem.

10Piaget, J. e Inhelder, B.: El desarrollo de las cantidades en el niño, Barcelona, Novaterra, 1970.

11Vigotski, Lev: Pensamiento y habla, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2007.

12Ibid., p. 146.

13Ibid., p. 174.

14Ibid., p. 242-3.

15Freud, Sigmund: “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos”, Obras Completas t. III, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2006.

16Freud, S.: “Estudios sobre la histeria”, en O.C. t.II, p. 62-3.

17Freud, S.: “Las neuropsicosis de defensa”, O.C. t.III, p. 48.

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