La docencia se tiñe de Multicolor. Perspectivas de la izquierda en la clase obrera fuera de las fábricas – Romina De Luca

en El Aromo nº 97

La docencia se tiñe de Multicolor. Perspectivas de la izquierda en la clase obrera fuera de las fábricas

Las últimas elecciones docentes en la provincia de Mendoza confirmaron una tendencia que se viene desarrollando hace años. La izquierda tiene un terreno fértil e inigualable para intervenir. Solo tiene que animarse. Los frentes multicolores son la expresión de una demanda de las bases para superar la conducción peronista.

 

Romina De Luca

GES-CEICS


Las últimas elecciones docentes en la provincia de Mendoza confirmaron una tendencia que se viene desarrollando hace años. La izquierda gana peso en una de las principales fracciones de la clase obrera argentina -los docentes- y ese peso se expresa a nivel gremial. No se trata de un dato menor porque los docentes conforman el 9% de toda la fuerza de trabajo argentina, solo superados por muy poco por la construcción y la rama manufacturera. La victoria última del FURS, el Frente de Unidad para la Recuperación del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE), en la provincia de Mendoza el pasado 15 de junio ubicó a la izquierda, como fuerza política, y a su herramienta, el frente único clasista, en el centro de la escena política. No es para menos. En Mendoza la izquierda pasará a dirigir el principal sindicato de la provincia. En las elecciones de mayo, revalidó su poder en el seno de los docentes de la provincia de Buenos Aires con nueve seccionales propias (La Matanza, Tigre, Quilmes, Ensenada, Escobar, Bahía Blanca, Marcos Paz, General Madariaga, Berazategui) y una más en disputa (La Plata) y, si se hubiera animado a más durante la huelga, podría haberle disputado el control provincial a Baradel (ver nota en este suplemento). Tiene presencia en numerosas seccionales de ATEN como Neuquén Capital, Cutral Có, Plottier, Zapala, Piedra del Águila, Rincón de los Sauces, Picún Leufú, Junín de los Andes, El Chañar, Añelo y Andacollo. En la provincia de Santa Fe controla seccionales de dos grandes departamentos, el histórico AMSAFE-Rosario y el más reciente de General López. El SUTEF Tierra del Fuego, ADOSAC, Ademys en Capital, y la lista podría ampliarse. La izquierda está para más. Tiene un terreno fértil e inigualable para intervenir. Solo tiene que animarse. Los frentes multicolores, para la recuperación del sindicato, son la expresión de una demanda de las bases para superar la conducción peronista. Como señalan sus protagonistas, el espacio multicolor es amplio políticamente hablando: todas las tendencias de la izquierda desde el PCR al trotskismo pasando por el guevarismo tienen expresión superando el marco FIT/IFS. Esa es la clave de su victoria y es lo que asusta a la burguesía. Los resultados están a la vista. La docencia gira a la izquierda y construye su herramienta: el frente multicolor.

 

Mendoza, una joya

 

Como dijimos, el 15 de junio pasado se realizaron las elecciones en el Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE) en la provincia de Mendoza. El resultado: la organización provincial y seis de los dieciocho departamentos estarán bajo la conducción de la izquierda los próximos cuatro años. Un dato político de envergadura porque implica la gestión del gremio más grande de la provincia. El gobierno provincial quiso minimizar el resultado aduciendo “poca representatividad”. En distintos lugares se habló de “voto castigo” a la dirigencia celeste, un Maure aliado con CTERA (y con el kirchnerismo de Kolina) devenido en circunstancial aliado del gobernador Cornejo y su política de ajuste provincial, bronca de la que no salió indemne la otra fracción de la burocracia, la azul-naranja, representada por Graciela González cara visible de Correa y Mateluna (dirigente de la CTA el primero e histórico del SUTE, el segundo). Si no se aliaba, la izquierda pasaría a ser el gran convidado de piedra en esa disputa pro-patronal que colocaba en juego el control de la CTA. Pero lo hizo y se quedó con todo. El FURS fue compuesto por la histórica Lista Marrón/Silvia Núñez, la Corriente Nacional 9 de abril/Lista Bordó (PTS), 4 de abril/Lista Verde, Tribuna Docente/Lista Rosa y el Frente Índigo. La lista Marrón es la más extensa en la provincia. Su cara visible es Sebastián Henríquez militante histórico de Rompiendo Cadenas, hoy Poder Popular-Nuevo Hombre.

Sin embargo, la Marrón nuclea a todo un activismo “de base” no alineado con esa corriente política, que inclusive es minoritaria dentro de la lista. La convocatoria al armado del frente lo hizo precisamente la lista Marrón quien conducía la única seccional recuperada: la de Godoy Cruz. No era la primera vez que apostaban a un frente de unidad, algo similar ocurrió para las elecciones de 2013. La distribución de las candidaturas entre las listas que integraron el frente se hizo en base a acuerdos entre los representantes de todos los agrupamientos, expresión que debía guardar equilibrio con el peso real de cada uno. Como de costumbre, el PTS estuvo a punto de romper cualquier tipo de acuerdo de unidad. Pretendía que un plenario vote candidato por candidato “democráticamente”, plenario cuya composición no era del todo clara. Acusó al resto de las fuerzas de “censurarlos” e intentar proscribirlos, en especial a la Marrón, y a Tribuna Docente de “rosquear” sus candidaturas con la Marrón y así alzarse con la Secretaria General de Las Heras.[1] No se trata de una maniobra nueva porque en las elecciones de la provincia de Buenos Aires también se ubicó al borde de la ruptura. Finalmente, el PTS logró encabezar Malargüe y Lavalle, ambas seccionales quedaron a manos de la burocracia y la izquierda se ubicó, lejos, en tercer lugar.

Quienes sostienen la hipótesis de la baja representatividad se apoyan en que, de los 55.000 docentes activos, sólo votaron 15.129, de los cuales se estima que el 40% fueron jubilados y otro gran porcentaje, no docentes. El Director General de Escuelas, Jaime Correas, salió al cruce y a horas del triunfo declaró: “la izquierda no representa a los docentes” porque “ninguna de las listas tiene realmente una representación de los docentes”.[2] Sin embargo, en perspectiva histórica el nivel de participación fue muy alto en tanto se estima que votó cerca del 60% del padrón. Además, la izquierda logró conquistar los departamentos del Gran Mendoza, es decir, los más masivos. Mientras la Azul Naranja se impuso en San Rafael, La Paz, Rivadavia, San Carlos Santa Rosa y Tupungato, el FURS se impuso en Godoy Cruz, Capital, Guaymallén, Las Heras, Luján y Tunuyán; por su parte la Celeste retuvo Alvear, Junín, Lavalle, Maipú, Malargüe y San Martín. Un dato político: en las elecciones de 2013, la Marrón ganó la seccional por apenas 40 votos; en la elección de 2017 se impuso por 785, sacándole una diferencia de 344 a las dos listas oficialistas sumadas (188 de la celeste y 253 de la azul-naranja). Y, pensando en el 2021, ya lanzó una campaña masiva de afiliación al sindicato para quebrar la racha de fuga que corrió detrás de la Celeste como síntoma de repudio a la burocracia los últimos años.

 

Para la corona

 

El triunfo mendocino se produjo en un contexto particular. Por un lado, la fractura política de la burocracia abrió el camino de la victoria. Reconocerlo no le quita ningún valor al triunfo. La izquierda pudo capitalizarlo porque tiene una base y una inserción real en el seno de los docentes. En el principal distrito educativo y electoral el país, Buenos Aires, la izquierda logró capitalizar casi el 40% de los votos de los docentes, guarismos similares con los que se impuso en Mendoza o que obtuvo en Neuquén antes, por dar solo algunos ejemplos. Esa fractura en el seno de la burocracia no es más que la expresión sindical del agotamiento de la política reformista, del agotamiento del peronismo. Un escenario muy parecido al que puede presentarse en las elecciones en la provincia de Entre Ríos en el mes de noviembre. Los docentes van sacando lecciones que llevan décadas: la burocracia actúa defendiendo los intereses de la patronal y por eso, rara vez nos propone luchar por mejorar nuestras condiciones.

La Multicolor es el instrumento que se está dando el conjunto de la clase obrera docente para combatir el reformismo y superar el estado de fragmentación. Mientras los asalariados de los grandes gremios industriales (SMATA, UOM, Petroleros, etc.) tienden a posiciones conservadoras, docentes y estatales tienden hacia la izquierda. Son las bases las que empiezan a identificar a la burocracia como gestora de la miseria salarial actual donde un docente con un cargo apenas cubre la mitad de la canasta familiar, la mitad de lo que necesita para no ser considerado pobre. Lejos muy lejos de la década del ’30 cuando el salario cubría por lo menos el equivalente dos canastas familiares de hoy.

Es la izquierda la que debe aprovechar ese proceso real y objetivo. La docencia se tiñe de Multicolor. En este contexto, la intervención revolucionaria no puede limitarse a imitar al sindicalismo burgués. La izquierda debe hacer notar que toda lucha sindical encierra un límite, que toda conquista es temporal, y que solo bajo el socialismo se podrá solucionar de forma definitiva todos los problemas que aquejan al conjunto de la docencia. Las bases empiezan a elaborar políticamente las batallas que hemos perdido. Preparan el instrumento para construir el camino de la victoria (el frente multicolor). Es hora de avanzar.

Notas

[1]Izquierda Diario, 8/5/2017. Disponible online en: https://goo.gl/4Z2VH8

[2]MDZ Política, 16/6/2017. Disponible online en: https://goo.gl/Rd6Jfd

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