La democracia burguesa

en El Aromo nº 76

Stanley Moore

(1914-1993)

 

La democracia se define como el gobierno del pueblo, en contraste con la monarquía, que es el gobierno de unos pocos. Las democracias burguesas difieren en dos aspectos importantes de las otras democracias de clase, aquellas de las sociedades esclavistas, por ejemplo. En primer lugar, la exclusión legal de los esclavos del pueblo gobernante imprimía, a los gobiernos de las democracias de las sociedades esclavistas, el sello de instrumentos de un dominio de clase.

Empero, en las democracias capitalistas, la inclusión legal de los proletarios en el pueblo gobernante imprime en apariencia a estos gobiernos el sello de representantes de los miembros de todas las clases. En segundo lugar, el pueblo gobernante participaba directamente de las democracias de las sociedades esclavistas, en las funciones legislativas, judiciales y ejecutivas. La interpretación y el cumplimiento de las leyes, por otro lado, se encuentran efectivamente monopolizados por burocracias, jerarquías de funcionarios rentados, cuya selección y actividades son, en una gran medida, independientes del control popular. Cuando se dice que el pueblo gobierna en las democracias de las sociedades esclavistas y capitalistas, tanto “pueblo” como “gobierna” están utilizados en forma ambigua. En las democracias de las sociedades esclavistas, “gobierna” significa todo el gobierno, pero “pueblo” sólo una parte del pueblo. En las democracias de la sociedad capitalista, “pueblo” significa todo el pueblo, pero “gobierna” sólo una parte del gobierno. […]

Estos rasgos distintivos del estado democrático burgués corresponden a los rasgos distintivos de la economía capitalista. La economía capitalista aparece como controlada por una serie de cambios competitivos, en los que todos los miembros de la sociedad participan en forma voluntaria bajo condiciones de libertad e igualdad universal. Igualmente, el Estado democrático burgués aparece como controlado por una serie de elecciones competitivas, en las que todos los miembros de la sociedad participan en forma voluntaria bajo condiciones de libertad e igualdad universal. Pero debajo de la libertad y la igualdad formal del cambio capitalista aparecen la esclavitud y la explotación de materiales de la producción capitalista, resultantes del monopolio sobre los medios de producción ejercido por los miembros de la clase capitalista. Y debajo de la libertad y la igualdad formales de las elecciones democrático-burguesas aparecen la esclavitud y la opresión materiales de la administración burocrática, resultantes del monopolio sobre los medios de coerción ejercidos por los agentes de la clase capitalista. La república democrática es el caparazón político óptimo para el capitalismo, porque la relación entre la administración burocrática y el sufragio universal es la contrapartida política óptima de la relación entre la explotación capitalista y el cambio de mercancías. […]

Si se afirma que el poder del estado descansa en cuerpos armados separados del pueblo, que el Estado es una institución que subordina el poder de las masas al poder de una minoría armada y organizada, la aplicación de esta teoría, entonces, a la democracia burguesa se concentrará, no en la extensión del sufragio, sino en el control de la administración. Este enfoque subyace a la afirmación del Manifiesto Comunista de que “la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.”

Marx presenta en su examen del desarrollo político de Francia, una formulación clásica de la conexión entre la administración burocrática y el dominio capitalista. “Este poder ejecutivo: con su inmensa organización burocrática y militar, con su compleja y artificiosa maquinaria de Estado, un ejército de funcionarios que suma medio millón de hombres, junto a un ejército de otro medio millón de hombres, este espantoso organismo parasitario que se ciñe como una red al cuerpo de la sociedad francesa y le tapona todos los poros, surgió en la época de la monarquía absoluta, de la decadencia del régimen feudal, que dicho organismo contribuyó a acelerar. Los privilegios señoriales de los terratenientes y de las ciudades se convirtieron en otros tantos atributos del poder del Estado, los dignatarios feudales en funcionarios retribuidos y el abigarrado mapa-muestrario de las soberanías medievales en pugna en el plan reglamentado de un poder estatal cuya labor está dividida y centralizada como en una fábrica. […] Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor.”[1]

Una burocracia, en el sentido amplio en el que los marxistas utilizan este término, es una jerarquía de funcionarios rentados en la que cada componente del grupo es controlado únicamente por sus funcionarios superiores y en la que el trabajo del grupo está dividido y centralizado como en una fábrica. Usualmente, sin embargo, como en el pasaje recién citado de Marx, las fuerzas militares se distinguen de la burocracia como un componente separado del poder estatal. A veces, la policía y el poder judicial se distinguen de la burocracia. Pero sigue en pie el hecho de que, normalmente, en los estados capitalistas, todos los componentes del poder estatal -militares, policía y poder judicial, así como la burocracia, en su sentido restringido- son jerarquías de funcionarios rentados en las que cada miembro del grupo es controlado únicamente por sus funcionarios superiores y en las que el trabajo del grupo está dividido y centralizado como en una fábrica. Ésta es la razón por la que se caracteriza a toda la maquinaria administrativa de dichos estados como burocrática y por la que se considera central, en el análisis del estado democrático burgués, el problema de la burocracia.

Una burocracia no es ni una clase ni una parte de una clase, ya que los miembros de un grupo así no se distinguen de los miembros de los otros grupos sociales por sus relaciones con los medios de producción. Al igual que los sacerdotes, las prostitutas y los maestros, los burócratas forman un estrato social que recluta sus miembros de una diversidad de clases sociales. En las burocracias de los estados capitalistas, los funcionarios superiores civiles y militares, provienen por lo general de las clases capitalista y terrateniente. En los grados intermedios de la jerarquía civil, muchos funcionarios son de origen pequeñoburgués. Los grados inferiores de la policía y de las fuerzas armadas son cubiertos en parte con el campesinado y el proletariado. Se sigue, sin embargo, de la caracterización básica de la organización burocrática que la conducta de todo el grupo está determinada no por las decisiones de la mayoría de sus miembros, sino por las decisiones de sus funcionarios superiores, militares o civiles.

 

1 Marx, Karl: El dieciocho brumario (sección VII, pp.316-7).

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