Esenciales, ocultos y fragmentados. La situación de los trabajadores rurales de contratistas de maquinaria agrícola

en El Aromo nº 67

a67sebasSebastián Cominiello

Detrás de las “bondades” de la soja, para el gobierno y la burguesía, hay un sujeto oculto que es el que explica las cosechas record. Se trata de los obreros rurales que emplean los contratistas de maquinaria agrícola. Ellos son los que producen los “hitos” agrarios y de los que, casualmente, nadie habla. Pase y vea cómo, y en qué condiciones, se trabaja para tierras ajenas, con maquinaria ajena.

“Parabas, comías, echabas gasoil y ahí dale que va…”
Fernando (trabajador rural)

La cita precedente pertenece a aquel en el que menos se piensa cuando se habla de agricultura, de soja y de retenciones. Sin embargo, es el que más explica esos fenómenos. Estamos hablando de un conjunto de personas que parece estar ausente en los discursos y debates sobre el sector agrario. Se trata de los trabajadores empleados por los contratistas de maquinaria. Ellos son los responsables de las cosechas récord de soja, del aumento de la producción en trigo, y otros tantos “logros” adjudicados falsamente a los “productores” agrarios (en realidad, los patrones). En este artículo realizaremos un recorrido para conocer los cambios en el proceso de trabajo y las condiciones laborales en la producción de cereales y oleaginosas.

Los cambios en los procesos de trabajo

Lo que hoy se conoce como el proceso “agriculturización”, tiene su raíz en un cambio en el proceso de trabajo durante la década de 1980. La principal transformación, aunque no la única, fue la siembra directa que permitió aumentar la superficie y la producción de cereales. Esta técnica, se basó en la idea de evitar el laboreo del suelo, eliminando la vegetación mediante el empleo de herbicidas totales, de manera de permitir la operación en una sembradora que rotura un pequeño surco donde se deposita la semilla. Esta trasformación permitió disminuir los tiempos de trabajos necesarios para la producción de cereales. En la década de 1970, una hectárea de trigo precisaba entre 6 y 7 horas de trabajo dependiendo la maquinaria utilizada (generalmente un tractor de 45 a 55 caballos de fuerza y una cosechadora automática)1. Dicho tiempo implicaba rastrear, disquear, sembrar, pulverizar y cosechar. En la actualidad todas las labores de una hectárea de trigo implican entre 1 hora y 50 minutos a 2 horas y 30 minutos2. Es decir, se suprimió el arado, la rastra y los discos que redujeron el trabajo en más de un 75%. En el caso de la soja, hace 4 décadas se estimaba en 9 horas 31 minutos la producción de una hectárea3. En los últimos años, dicho tiempo descendió a 2 horas 16 minutos/ 2 horas 51 minutos. La disminución del tiempo de trabajo se redujo en un 70% aproximadamente. La incorporación de la siembra directa con el paquete tecnológico y maquinarias con mayor capacidad de trabajo redujeron los tiempos requeridos por cada cultivo.
En relación a la incorporación de maquinaria existe una noción muy generalizada, dentro de los que estudian al sector agrario, que plantean que existe una recalificación del obrero rural4. Esta idea asimila la complejidad de las máquinas con la necesidad de conocimiento técnico del trabajador. Sin embargo, el fenómeno es inverso. La complejidad de la máquina simplifica el trabajo. Así nos explica un maquinista rural:

“Hoy en día […] el tractorista va sentado arriba, él no maneja, no hace nada, porque tiene un equipo satelital que se maneja solo […] El tractor va para allá y él va mirando para atrás a la sembradora. El tractor se va manejando sólo. Él, la única función que cumple arriba del tractor, es cuando llega a la cabecera, le aprieta un botoncito a la pantalla que tiene la computadora y dobla el tractor… [En la sembradora] tenés el monitor de la computadora que te viene diciendo las semillas que viene echando tubo por tubo, las plantas que va echando hectárea por hectárea, a qué velocidad va, todo. O sea, no tenés que mirar más que el monitor y ahí te va diciendo todo. Vos ni siquiera, hoy en día, manejas. Vas sentado. Lo único que cumplís, la función de estar arriba controlando la computadora, nada más. Tenés un monitor que, donde tenés un problema, tiene una chicharra que te empieza a chillar y te dice dónde está el problema. Vos te bajas directamente a donde está el problema. Antes […] en una sembradora daba tres vueltas llegabas a la cabecera, te bajabas con una llave francesa, agarrabas donde tenías el mando a la cadena, la hacías girar [se abría] y ahí mirabas que a todos los tubos les esté cayendo la semilla, decías: ‘bueno está bien’ y ahí salías de vuelta. O sea, que si te pasaba algo te dabas cuenta recién cuando vos te bajabas”.

Es decir, las máquinas nuevas simplificaron las tareas de producción, que anteriormente implicaba un conocimiento detallado de la mecánica del tractor o la sembradora. Hoy directamente hay que “acatar” la orden de la computadora.

¿Y las condiciones de trabajo?

En general un contratista de maquinaria agrícola (de cosecha o de siembra principalmente) emplea un maquinista y un tractorista. Los contratistas con más maquinaria (cuatro o cinco tractores y dos cosechadoras) pueden emplear 3 o 4 trabajadores fijos más empleados temporarios. En el caso de los trabajadores permanentes, la remuneración puede ser un salario fijo con un adicional por hectáreas trabajadas, en períodos de siembra o de cosecha. Al empleado contratado le pagan por día o de acuerdo a las hectáreas que trabajen.
En general, la forma de contratación de los prestadores de servicios de maquinaria a los obreros se determina por un porcentaje de la producción. Por ejemplo, el propietario del campo acuerda con el contratista un porcentaje de la cosecha como pago. Para los trabajadores, la forma de remuneración es la misma. Es decir, es una porción del resultado de la cosecha. Por lo tanto, su salario depende de cuánto rinda la producción. Se trata de un salario a destajo, una forma muy difundida en el ámbito agrario. En la actualidad, un maquinista, en los meses de cosecha, puede ganar alrededor de 12 mil o 13 mil pesos por mes5. No obstante, trabaja sólo unos meses del año, con lo cual, sumándole los meses que no se emplea en dicha tarea, termina obteniendo cerca de 3 mil pesos. A su vez, un año con sequía o inundaciones dicha remuneración disminuye considerablemente. Por ejemplo, con la sequía de la última campaña, el presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas advertía que se iba a perder un 50% de facturación y rinde sólo en el maíz6. En estos casos de inundación o de sequía, el más perjudicado va a ser el trabajador, ya que su remuneración depende del rinde de la cosecha.
Con respecto a las condiciones en que se realizan las labores, el ingeniero Riccitelli advertía, en 1968, por lo menos 12 tipos de deficiencias para los maquinistas: maquinas arrastradas por tractor que trabajan a espaldas del conductor (una posición incómoda y peligrosa), el peligro físico que involucra el enganche y desenganche de ciertas máquinas de peso elevado, asientos no adecuados, el ruido y la trepidación que provocan los motores durante largas horas y las temperaturas ambientes extremas, entre las más importantes7. Varias de estas (malas) condiciones siguen vigentes y ubican al sector agropecuario como la actividad con mayor nivel de accidentes de trabajo, después de la construcción8. Otras, sin embargo, han cambiando:

“antes andabas en un tractor que no tenían dirección. Era dirección mecánica, no dirección hidráulica: una cabinita más o menos, y andabas sufriendo el calor. Hoy te subís a los tractores nuevos, son todos con dirección hidráulica, en la cabina no sentís ningún ruido, vas escuchando radio, vas con aire acondicionado”9.

No obstante, estas condiciones favorables son las que permiten a los contratistas extender cada vez más los jornales de los trabajadores, incluso hasta en horas nocturnas: “Ponele: un día normal arrancaba [en referencia a la década de 2000] a las 8 de la mañana y trabajabas hasta las 12. A las 12 parabas, comías y arrancadas de nuevo hasta las 10-11 de la noche”10.  Es sugestivo cómo se naturaliza la falta de tiempo para almorzar o las condiciones en que almuerzan y cenan:

“Mayormente, uno que anda solo en la casilla. Te bajás del tractor y lo que es más fácil es un churrasco, un tomate cortado el medio, o a veces a la noche (que es donde más tiempo tenías), te hacías una comida como un estofado, un guiso. Te hacías para la noche y, si sobraba, para el otro día. Siempre uno trata, a las 12, de agilizar el tema. […] Con la siembra directa tenés que trabajar en la hora seca, en la que hace calor. Por el tema de que la paja se humedece y después la cuchilla no la corta y se te empieza a trabar la sembradora. Entonces uno trata de aprovechar esas horas de laburo. Entonces, uno a las 12 es como que intenta hacer rápido. […] Como a veces el estómago no te decía nada uno dice ‘dale no más que vamos bien’”11.

Como mencionamos, un contratista precisa entre dos o tres personas para realizar sus labores. Existe una cercanía entre esos obreros y el patrón que varias veces asume una forma casi “paternal”, ya que comparten todo el día y durante meses recorren una distancia que puede abarcar desde el norte de la provincia de Santa Fe hasta la provincia de Buenos Aires. A su vez, los contratistas tienden a especializarse en la siembra, en la pulverización o en la cosecha. Ello implica que los obreros que trabajan en la pulverización no tengan contacto con los de la cosecha o con los de la siembra. De esta manera, estos trabajadores se caracterizan por estar altamente dispersos espacialmente y fragmentados en términos productivos, lo cual dificulta su poder de asociación, más allá de la intención de UATRE, que flaco favor les hace. Es sugestivo que los que se llaman “productores” quieran atribuirse la mayor riqueza del país, con retenciones incluidas, que es producto de estos obreros rurales. Es a ellos a quienes debemos organizar para recuperar lo que es nuestro.

NOTAS

1 Coscia Adolfo: “La productividad de la mano de obra en el trigo”, en Informe técnico, nº 141, INTA, Buenos Aires, 1978 yDinámica rural, nº 98, 1976.
2 Neiman, Guillermo (Dir.): Estudio sobre la demanda de trabajo en el agro argentino, Ediciones Ciccus, Buenos Aires, 2010.
Dinámica Rural, nº 98, octubre 1976.
4 Los estudios de Isabel Tort, Eduardo Baumeister, Javier Eikbor, Mariela Blanco y otros investigadores dan por sentado esta afirmación sin un análisis detallado.
5 Entrevista a trabajador rural efectuada por el autor, enero de 2012.
La Nación 19/1/2012.
Proyección rural, nº 8, octubre 1968.
8 Véase www.srt.gov.ar/data/sector/acciden.htm
9 Entrevista a trabajador rural efectuada por el autor, enero de 2012.
10 Ídem.
11 Ídem.

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