Entrevista con Abelardo Castillo. El escarabajo sigue brillando

en El Aromo nº 7

 

 

El Aromo sigue indagando los componentes del pensamiento de izquierda en Argentina. Por eso entrevistamos a Abelardo Castillo, uno de los escritores más reconocidos de los últimos 40 años y constructor de El grillo de papel, El escarabajo de oro y El ornitorrinco consideradas entre las revistas más influyentes de la cultura de izquierda en latinoamérica desde fines de los ’50. Aquí publicamos un adelanto de la entrevista completa que publicaremos en RyR no. 12. Hemos escogido fragmentos que ayudan a matizar políticamente las imágenes del existencialismo en Argentina construidas por el mito fundador de Contorno para caracterizar mejor corriente estético-política de hondo impacto en el imaginario de los luchadores de los ’60 y ’70.

¿Cómo se posicionaban en el debate Florida-Boedo?

Para nosotros esa discusión ya pertenecía al pasado. Es más Contorno pertenecía al pasado. Yo tenía 24 años y no había leído ningún número. Aún hoy no he leído completo un número. Lo he ojeado y sigo perplejo por la influencia que se le atribuye, que creo es autoatribuida por los que formaron la misma y que han tenido mucho peso en el mundo académico: David, Jitrik. Por lo cual considero está sobredimensionada. A lo mejor me equivoco.

¿Y cuál es la diferencia? Porque Contorno también se postula seguidora de Sartre.

Mirá, Contorno era una revista formada fundamentalmente por intelectuales donde lo más avanzado militaba en la juventud radical, pertenecieron al gobierno de Frondizi. Para nosotros Contorno no es ni siquiera una revista de izquierda. A lo mejor estoy prejuzgando. Que fue decisiva por la introducción de Sartre sí, o por la revalorización de Arlt. Ojo, el PC ya reivindicaba a Arlt desde los tiempos de Larra, porque el propio Arlt estaba cerca del PC. Lo que pasa es que algunos tomaron lo escrito en Los Lanzallamas o Los siete locos como una premonición del fascismo -que en cierta medida lo fue- por esa actitud que puede tener toda novela de predecir el futuro. Pero Arlt era un hombre de izquierda. Reintroducirlo en la cultura nacional no es decisivo para decir que eso manifiesta otras miradas ideológicas. La propia “introducción” de Sartre también es compleja, nosotros hacíamos otra lectura del pensador francés. Incluso el que lo introdujo a fue la revista SUR.

¿Se puede decir que hay tres Sartre: el de Contorno, el de SUR y el de ustedes?

Todas están muy ligadas. Lo que pasa es que hay un primer Sartre y un segundo Sartre. El de La nausea y El ser y la nada o Existencialismo y Humanismo hasta el Sartre de Cuestiones de método y Crítica de la razón dialéctica. Es el paso del individualismo -un salto en calidad- al marxismo. Y termina diciendo que el existencialismo es una ideología, un sistema filosófico que está inmerso dentro del horizonte filosófico insuperable de nuestro tiempo, que es el materialismo histórico. Cuando aparece eso, la derecha que había tomado a Sartre renuncia a él, pues había defraudado las esperanzas de los “petiteros”. Pero ese Sartre era ya negado por el propio Sartre.

Siempre se lo acusó a Sartre de defender en última instancia el individualismo burgués ¿qué hay de cierto según usted?

No sé que hay de cierto, pero recuerdo que él decía: “debemos enterrar a la burguesía aunque nosotros nos enterremos con ella”. Sartre nunca escondió su origen burgués pero no era de ideas burguesas. Lo que está claro para mí es que la teoría del compromiso literario de Sartre para la gente de Contorno (o al menos para Viñas) era tomada en bloque, es decir, la literatura de ficción debía estar comprometida (como lo prueban muchos de sus libros). Y para mí y para El Escarabajo… el compromiso pasaba por la persona. Para él sus textos literarios debían ser comprometidos, como lo demuestra Qué es la literatura. Para nosotros pasaba por la persona: por mi conducta política, filosófica, metafísica pero no tiene nada que ver (siempre, al menos) con la escritura. Porque sino un autor comprometido que escribe cuentos fantásticos o poesía lírica lo tenés que poner inmediatamente en la torre de marfil o en la derecha, y la realidad muestra que no es así: ¿dónde está el compromiso político en los poemas y dramas de Lorca? Pero hay un hecho concreto: a Lorca lo fusilan. ¿Y por qué lo matan? Lo hacen por su acercamiento al PC, por su amor a la República, o sea, por ser un hombre comprometido, no un escritor comprometido. Julio Cortázar -el mejor Cortázar, el de los cuentos fantásticos, el de Rayuela– no es un escritor comprometido y aún dista mucho de serlo. Cuando escribe “comprometidamente” como El libro de Manuel no es el mejor Córtazar.

¿Esa idea es como la argamasa de El grillo, El escarabajo y El ornitorrinco? ¿Esa diferencia entre el compromiso político y la producción literaria?

No es que esté prohibido comprometerse políticamente con la literatura. Piglia dijo una vez, parafraseándome, que “toda sintaxis encapsula una ideología” lo que a mí me parece excesivo. Por ejemplo si digo “proletarios del mundo, uníos” y luego digo “uníos proletarios del mundo” se modifica la sintaxis y es la misma ideología. Lo que yo sostengo es que toda sintaxis de alguna manera implica una visión del mundo. Por ejemplo: si yo digo “la ventana está ahí” o “ahí está la ventana” sin duda el sentido ideológico es el mismo, pero hay una diferencia que pone a la ventana en primer plano cuando lo digo en indicativo que cuando digo “ahí está la ventana”, donde pongo un espacio entre ésta y yo. Es un modo de concebir el mundo en general pero no una ideología, pues yo puedo decir “a Videla hay que colgarlo” o “hay que colgarlo a Videla”: la sintaxis no importa, sí el sentido. Por eso lo de encapsular -que es una palabra fea- no es la ideología sino visiones del mundo. En la frase “proletarios…” lo que vengo diciendo desde los ‘60 es que hay un error de léxico. Habría que decir aquí “trabajadores de la Argentina únanse” antes que aquélla, que es abstracta y retórica e hispánica. Que a lo mejor puede servir en España pero que aquí aleja a cualquier obrero de la unidad.

¿Esas ideas las militaban en El escarabajo?

Yo intenté militarla en mis libros. Sin renunciar a los esplendores de la palabra ni a las opciones ideológicas he intentado escribir en un idioma nacional porque creo que la verdadera nacionalidad de un escritor y una obra pasa por el lenguaje que ese escritor usa y no por el tema que trata. Se puede ser un escritor nacional y hablar sobre los vikingos, y se puede ser anti nacional usando temas nativos. El tema nacional por excelencia sería La guerra gaucha, libro ilegible, españolizante, con argentinismos puestos para demostrar que también conocía el tema. Desde el punto de vista de su lenguaje ese no es un libro nacional. En cambio, utilice el tema que utilice, Borges sí es un escritor nacional.

Me da la impresión que en los ’60 y ‘70 no ponían el énfasis en la sintaxis o el léxico sino por el lado del contenido…

Sí, cosa con la que yo no estoy de acuerdo. Con Hecker y la gente de la revista opinábamos que el compromiso del escritor está en la literatura, pero no es temático. Abarca también lo temático, que se entienda bien esto: se puede ser un gran poeta y ser Maiacovski o los grandes poemas políticos de Neruda (los buenos no los malos), o Guillén. Pero no todo gran escritor puede tomar con naturalidad esos temas. Y lo peor es que se nota cuando los toma. Por eso el Cortázar de El libro de Manuel, comprometido literariamente, es un libro menor. ¿Para qué entonces? Si le bastaba con comprometer su cuerpo, que es lo único que uno compromete realmente: a vos no te fusilan un libro, te fusilan tu cuerpo.

Sin embargo ahora la carrera de Letras toma lo de la sintaxis en primer lugar y abandona los contenidos…

Exacto, y está mal. Ahora piensan que todo pasa por el lenguaje (lo que no es cierto) y antes se mataban por el contenido. Hablan del lenguaje en estado de pureza. Una obra literaria es una construcción lingüística sí, pero admite un análisis ideológico, político, psicológico, estético. La literatura está hecha naturalmente de palabras, pero las palabras significan cosas. Entonces por eso no sigue siendo leído el Finnegans de Joyce y sí el Ulises, por complejo que sea. Porque, básicamente, el primero no significa nada: es un libro imposible de leer. Si vos sacás el contenido del texto estás sacando lo que es esencial en el lenguaje. ¿Qué es un lenguaje sin contenido? Contenido y forma en un texto literario o en una obra pictórica o musical son exactamente la misma cosa: lo que determina el contenido es la forma que un autor utiliza para decir lo que tiene que decir. Que todos somos mortales y que la muerte es un conflicto bastante grave, lo sabe hasta mi abuela, ¿no es cierto? Pero ¿por qué seguimos leyendo el monólogo de Hamlet? Porque los versos de William Shakespeare que nos hablan de ese lugar común, lo dicen de una manera muy particular, que los hace inolvidables.

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