ENTRE RIOS: Crónica de un final anunciado – Eliana Vinzón y Juan Schroeder

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El pasado 22 de mayo, en un congreso extraordinario, AGMER resolvió aceptar la propuesta salarial del gobierno provincial y técnicamente se cerró la paritaria. Como muestra de descontento, la conducción sindical decidió aceptar, pero declarándola “insuficiente” con 60 votos a favor y 45 en contra. El gobierno pasó de un 18% en marzo, a 21% en abril al 23,5% finalmente aceptado. De cuatro cuotas a tres, la última y más abultada, en agosto. Además, la comisión directiva fue mandatada a monitorear la inflación para que se active la actualización inmediata de superar el 23,5% de inflación estimada. También se presentó como una victoria el compromiso oficial para la devolución de los descuentos por días de paro del mes de marzo, es decir, algo tan básico como garantizar el ejercicio al derecho a huelga cercenado por el gobierno al descontar los días caídos. Cierto es que estamos ante un final anunciado: desde mediados de abril, la conducción gestó el clima de entrega que se materializó a fines de mayo. Veamos cómo llegamos a ese escenario y cómo podemos seguir.

 

Preparando el terreno

 

Como señalamos en otros números, al inicio del ciclo lectivo, la predisposición a la lucha de los compañeros era muy alta. La primera semana del ciclo escolar arrancó con un paro de 120 hs. La conducción del sindicato (Integración) en lugar e impulsar el movimiento se encargó de frenarlo respetando los tiempos de la patronal. En lugar de un plan de lucha, impuso medidas aisladas, paros sueltos aquí y allá, en sintonía con la convocatoria nacional de CTERA. Frente al temor de los compañeros azuzó el fantasma de los descuentos y no se encargó de organizar siquiera un fondo de huelga, medida elemental en cualquier conflicto. Jugando al desgaste el gobierno provincial logró ubicar el conflicto en una meseta donde el paro aislado se colocó a la orden del día. Recién a mediados de abril, el gobierno provincial presentó una nueva oferta. La misma consistía en un aumento del 21%, manteniendo las cuatro cuotas de la propuesta original. La Integración salió a festejar diciendo que se “rompía” el techo salarial impuesto por el gobierno nacional. El clima de aceptación comenzó a sentirse y los materiales que la conducción sindical presentaron en las asambleas expresaba la algarabía por romper el techo salarial. Si bien no convocó a aceptar en esa oportunidad se encargó de preparar el camino porque la nueva oferta era producto de un escenario de activación que amenazaba desbordarlos. Al igual que Baradel apelaron a otras formas de lucha instalando una carpa frente al Consejo General de Escuelas. Pero solo lo hicieron una vez que los docentes paranaenses (departamento conducido por la Agrupación Rojo y Negro) decidieran tomar el Hall del Consejo General de Escuelas rechazando y reclamando los errores en las liquidaciones que afectaban a cientos de compañeros, “errores” que se sucedían desde noviembre de 2016. En Concordia se produjo un acampe fuera del edificio de Departamental de escuelas, en la ciudad de Chajarí se ocupó el edificio de Departamental de Escuelas por algunas horas, y en Concepción del Uruguay se realizaron Asambleas frente a Departamental. Todas estas acciones demostraban la existencia de una predisposición a la lucha que forzó al gobierno a mejorar su oferta inicial.

Rechazada esa primera “mejora”, el 2 de mayo, el gobierno provincial presentó una nueva oferta, esta vez, del 23,5%, en cuatro tramos. En las Asambleas Resolutivas los delegados de la Integración mandataban por aceptar la oferta. En esta oportunidad también se impuso el rechazo. Finalmente, la patronal redujo una cuota y se abrió así paso a la aceptación largamente fogueada por la Integración el pasado 22 de mayo.

 

Agotados

 

El sindicato reconoció que la estrategia del gobierno fue alargar el conflicto apostando al desgaste. Esta estrategia no es nueva, Urribarri la puso en práctica y Bordet se sirve de ella. En seis años al frente del sindicato, el balance que saca del conflicto la burocracia es una obviedad. Para peor, el Secretario General del Departamento Uruguay, Gustavo Blanc, sostuvo en la apertura del último Congreso donde se aceptó la propuesta: “nos preocupan que migren alumnos de la escuela pública a la privada por el conflicto docente”. Blanc repite hasta el hartazgo uno de los mitos más dañinos para la lucha contra la degradación educativa: supone que los males educativos devienen de un gobierno neoliberal y privatizador. Quienes hoy conducen el sindicato no comprenden que ayer y hoy, el personal político se aúna en una misma estrategia: gestionar la degradación educativa en sus planos salarial, de infraestructura, pedagógico, curricular. Quienes aducen que la paritaria del 23,5% es un “triunfo” aunque limitado no entienden el derrumbe histórico de nuestro salario. No nos cansamos de repetirlo: desde mediados de los ’70 el salario de los trabajadores viene en picada libre y el nuestro docente desde los años ’50. El salario de una maestra a mediados de los años treinta, con tres hijos, le permitía alcanzar dos canastas de consumo familiar promedio. Hoy vivimos como bestias y el sindicato gestiona esa miseria. Quienes dicen preocuparse por la migración a la escuela privada parecen desconocer que, en nuestra provincia, el 74% de la matrícula es estatal.

La conducción celeste nos lleva a este pantano y, en el mejor de los casos, gestiona la miseria. Hay que organizar una salida. Necesitamos construir un sindicato docente que luche contra la degradación educativa. La paritaria 2017 nos deja una nueva lección. Las agrupaciones mayoritarias celestes limitan las discusiones sindicales a problemas estrictamente económicos, entregan las paritarias por dos pesos, el manejo del aparato gremial les facilita aplastar la disidencia, ellos desconocen por completo la dinámica educativa. Sólo una política clasista puede sacar de este atolladero al sindicato docente más importante de la provincia. La tarea hoy es construir ese canal.

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