En la tecla. Condiciones laborales y organización de los trabajadores informáticos

en El Aromo nº 76

 

 

Ezequiel Murmis

Grupo de Investigación de la Clase Obrera Argentina – CEICS

 

 

En estos dos años se produjeron hechos históricos en el sector informático: con las primeras huelgas y la creación del sindicato, se viene a romper la idea del “profesional” que no lucha. En esta nota, le contamos cómo se gestó este proceso.

 

 

En los últimos años hemos visto el desarrollo de una nueva fracción calificada de la clase obrera: los empleados informáticos. Desde las ciencias sociales y hasta el imaginario popular se construye sobre ellos una imagen idílica que los ubica por encima del conjunto de los trabajadores. Dotados de conocimientos, aptitudes, capacidades propias de un “profesional”, se los distingue del grueso de los de su clase. Esta experiencia se condensa en el “modelo Google”[1], bajo el cual los empleados trabajan en óptimas condiciones, obteniendo comida y bebida gratis, tiempos de descanso y esparcimiento, con el fin de promover su creatividad e intuición. Pero este mundo feliz, a lo Huxley, no es más que un reflejo de la Matrix: los subterfugios de esta imagen virtual en alta definición se asientan sobre cables, conexiones y cortocircuitos.

 

Detrás del espejo

 

La realidad de los trabajadores informáticos se encuentra atravesada por una serie de conflictos ligados a las condiciones de trabajo al interior de las empresas. En materia salarial, en los años ´90 y principios de los 2000 los empleados informáticos se contaban entre los mejor remunerados. No obstante, el salario vino reduciéndose a pasos agigantados en esta década. En el marco de una inflación galopante, desde el 2008, el sector se encuentra fuertemente golpeado. Tal es así que en IBM, una de las empresas insignia de la rama, se congelaron los salarios por dos años (2008 y 2009), mientras que en 2010 sus trabajadores obtuvieron un magro aumento del 3%. En  2011, un 12%; en 2012, un 14% y finalmente en 2013 un 8%. De esta forma, se calcula que esta multinacional mantiene al 60% de los empleados con un salario promedio de $5.000 neto.[2] Paralelamente, se viene encabezando una profunda ola de despidos en empresas como IBM, Hewlett Packard, NGA, Avaya, Oracle y Accenture, entre otras. La situación se revela particularmente preocupante en IBM, en la que se han despedido 3000 obreros en solo dos años.

A estas dos problemáticas principales se suman otras, ligadas a las condiciones de trabajo y la ausencia de regulación en la actividad. En HP, Tata, Neoris, NGA, Globant e IBM las categorías brillan por su ausencia, permitiendo así la flexibilización de las tareas, lo cual significa paralelamente el pago desigual ante la realización de las mismas actividades laborales. A su vez, ante la reducción de los puestos de trabajo y la falta de regulación, se registran fuertes intensificaciones de las tareas en Tata, NGA y Neoris. Estas mismas empresas también afrontan conflictos en torno al pago de horas extras, las cuales suelen pagarse tarde, por debajo de su valor o ni siquiera ser reconocidas.

Se advierte, en este repaso, que aquello que sucede en las empresas particulares responde a una dinámica que afecta al conjunto del sector. Bajos salarios, despidos, ausencia de reglamentación, categorías fantasma, problemas con las horas extras, son cuestiones comunes de esa rama. Esta situación no escapa a la vista de los actores afectados. La realidad concreta de la actividad laboral cotidiana impuso sus propias tareas a ser resueltas: el primer paso implicó la reunión del conjunto de empleados informáticos. Es en este proceso que se encuentran en la actualidad.

 

Enter…

 

La solución de los problemas al interior de la empresa requeriría de un proceso de lucha que instaurase una regulación laboral bajo la forma de un convenio colectivo. Ahora bien, los palos en la rueda para todo esto se cuentan a montones. En primer lugar, agrupar a los obreros, que se impone como una tarea histórica en la experiencia de los trabajadores informáticos. Para ello, existe un obstáculo principal, de características más bien culturales, en lo que respecta a la definición de ellos mismos como obreros. Al principio, mencionamos la idea falsa que caracteriza a los empleados informáticos como “profesionales pequeñoburgueses” que se diferencian del conjunto de los trabajadores en virtud de sus conocimientos, estudios o tareas. Suelen ser universitarios que se manejan con alta tecnología, visten camisas y corbatas. Estas características parecieran oponerse a las de los demás trabajadores para los cuales sí corresponderían los sindicatos, las huelgas, los piquetes y todo eso que constituye el mundo de la lucha obrera. Este holograma también se configura con el constante atropello por parte del personal jerárquico de las empresas, para quienes el maltrato es moneda corriente. Amenazan a quienes pretendan sindicalizarse y reclamar, e inducen permanentemente a los empleados a negociar individualmente por las condiciones de trabajo que afectan al conjunto de los trabajadores.

Para caracterizar a los empleados informáticos en términos de clase, hay que mirar las relaciones sociales en las que se encuentran inmersos. Efectivamente, son profesionales, pero eso no quita que la forma de reproducir su vida sea mediante la venta de su fuerza de trabajo. Sus conocimientos hoy ya no constituyen un medio de vida que les permita una eventual reproducción como pequeño burgueses. Si instalarse por cuentapropista en el mercado era posible para un analista, a finales de los ’80, hoy -con la concentración y saturación del sector- ya no lo es, al menos no para la mayoría. Si tuvieran otra opción, no trabajarían por poco más de cinco mil pesos mensuales.

La realidad golpeó de lleno a los trabajadores informáticos, quienes desde el 2011, vienen encabezando un proceso histórico en su rama. Comenzaron a reunirse en comisiones internas en las empresas con el objetivo de paliar los problemas que afectan a sus condiciones de vida. No es casual que la iniciativa emergiera de los obreros de IBM, quienes sienten más profundamente los procesos mencionados en torno a salarios, despidos y condiciones laborales. La primera experiencia surgió en el 2009 con la conformación de una comisión interna que se nucleó en la CTA, pero fracasó tras la división de la central. Poco más de un año después, en marzo de 2011, se dio el paso siguiente con la creación de la Unión Informática (UI), en el seno de la comisión interna de IBM, cuyo estatuto especifica que

“agrupa a los trabajadores en relación de dependencia en el ámbito privado que cumplen tareas vinculadas a la Informática, como ser el análisis de sistemas, computación, procesamiento de datos, configuración y/o  administración  de  redes, programación, asesoramiento, servicios y desarrollo en materia de software, fabricación de componentes y accesorios para el sector”.[3]

 

Este proceso instituyente estuvo signado por las luchas emprendidas por los empleados informáticos, quienes llevaron a cabo las primeras huelgas en la historia del sector en la Argentina. Este hito se materializó en la jornada del 28 de julio del 2011, en la que más de 2 mil trabajadores de IBM pararon reclamando por aumentos salariales, igual remuneración a igual tarea, contra los despidos, los maltratos y la flexibilización de las tareas. Las huelgas se sucedieron en septiembre de ese año y en mayo del 2013. Pero este proceso de lucha no se redujo a dicha empresa, sino que se extendió a HP, Sonda, Oracle, NGA, Accenture, Neoris y Tata, registrándose de esta manera por lo menos 20 manifestaciones en solo 2 años en el sector. Mientras esta nota es publicada, nuevas acciones se están organizando.

De las 20 manifestaciones llevadas a cabo, 19 fueron protagonizadas por las comisiones internas, mientras que 1 la encabezó la UI como sindicato, para defender a los trabajadores de Avaya contra los despidos. Del conjunto de esas manifestaciones, se registran 14 huelgas (algunas de ellas con asamblea) y la presentación de 6 petitorios a las empresas. Los obreros de IBM y HP se encuentran a la cabeza del movimiento, protagonizando el 50% de las huelgas del sector y abriendo la puerta a nuevos reclamos en otras empresas. Así, en el 2012, se suman Sonda y Tata a la avanzada huelguista, protagonizando paros de 72 horas y dos semanas respectivamente.

En este proceso, el fortalecimiento de las comisiones internas a partir de la unión y solidaridad en la lucha sienta las bases para organizar el sindicato en la rama. En esta relación, la UI interviene permanentemente en los conflictos dentro de las empresas, gestando así su poder efectivo y legitimándose entre los trabajadores. Como dijimos, en el 2011 se creó la UI, pero su inscripción se vio frenada por el accionar del Ministerio de Trabajo, que retrasó el reconocimiento a la personería jurídica. El trámite de inscripción gremial que debía durar 90 días, según la ley,[4] se postergó más de dos años y medio. Ante este panorama, la UI inició un recurso de amparo contra el ministerio en agosto de 2012, obteniendo un fallo favorable de la Justicia. Es así que, tras las medidas legales acompañadas de movilizaciones, la UI obtuvo la debida inscripción gremial el 29 de octubre de este año.[5]

 

Déjà vu

 

Pareciera que los empleados informáticos se sentaron frente a Morfeo y tuvieron que elegir una u otra pastilla. Allí hicieron consciente aquella doble vida que atravesaba Neo en Matrix. Una, la del empleado informático, en su cubículo, sentado frente a la computadora, respetando horarios y callado. La otra, la del hacker que conoce la informática y es capaz de cuestionar el orden cometiendo delitos. Claro, solo una de esas vidas tenía futuro, decía Morfeo. Resulta que la realidad impuso una disyuntiva similar a los empleados informáticos en los últimos meses. En cualquier rama, donde primero se necesitan obreros altamente calificados, con el tiempo estos requisitos se reducen. La degradación de las condiciones laborales de los obreros de la informática que hemos expuesto es la expresión de la descalificación de su trabajo. En su caso, la opción ha sido salir a luchar por la defensa de sus condiciones de vida y asumir su condición real de obreros, disipando la imagen virtual del profesional pequeñoburgués. Su historia es la de cualquier trabajador bajo el capitalismo: la de la descalificación.[6]

1Véase “Aprendices fuera de línea”, película estrenada en 2013.

2“Empleo y salarios en IBM Argentina: el informe.” Disponible en: http://goo.gl/Av89JH

3Estatuto de la Unión Informática – Artículo 1.

4Ley de Asociaciones Sindicales n° 23.551. Disponible enhttp://goo.gl/qGDRoY

5http://goo.gl/4rpz9l

6Véase Kabat, Marina “Secundario completo. Las demandas actuales del capital en materia educativa”, en:Sartelli, Eduardo (comp):Contra la cultura del trabajo. Ediciones ryr, Buenos Aires, 2007.

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