El rostro duro del Uruguay – Por Víctor Pralong

en El Aromo nº 80

i5383-inundaciones-concordia_BYNEl saldo de las inundaciones en Entre Ríos

En Colón, todos los servicios para el turismo contrastan con la falta de obra pública para prevenir los desbordes del Río Uruguay. En vez de utilizar ese dinero para un proyecto estético, se podía disponer a la construcción y defensa de la zona norte de la ciudad de Concepción.

Por Víctor Pralong (TES – CEICS)

Las crecientes son un hecho natural que afecta a la mayoría de los poblados de los grandes ríos. Sin embargo, la posibilidad de que se realicen las obras de prevención o de vivir por fuera de las zonas afectadas, depende de las decisiones que la clase dominante tome, siempre, de acuerdo al costo que esté dispuesta a pagar o el que la clase trabajadora le imponga. Por lo tanto, las crecientes son un hecho natural que se relaciona a las condiciones de clase. Más sencillo: los que se inundan son los trabajadores y los que “planifican” las defensas son burgueses. Veamos los casos más relevantes de esta última creciente y como fueron afectadas distintas localidades entrerrianas.

Concordia

Concordia es la segunda ciudad más poblada de la provincia de Entre Ríos, detrás de Paraná y es conocida por su pobreza y marginalidad. Siendo la región con mayor producción de cítricos de Argentina, aglutina a miles de personas que subsisten del trabajo temporal, el reciclaje urbano y de los residuos de los basurales.

Luego de la inundación de 2009, que dejó un saldo de más de 10 mil evacuados, el Gobierno municipal, junto al provincial y al nacional relocalizaron a una porción de los habitantes ribereños en zonas más seguras, con un programa de construcción de 448 viviendas sociales, por un costo de más de 50 millones de pesos.1 La zona norte de la ciudad aún recibe los desbordes del agua, por lo que sus habitantes están reclamando desde hace ocho años la construcción de una defensa para contener las subidas del Uruguay, pues la franja sur de la ciudad ya cuenta con esta infraestructura.2 Con la crecida de este año, el número de evacuados se redujo a unas dos mil personas, siendo esta inundación levemente menor a la de 2009. Los más afectados por la inundación fueron los 180 ladrilleros que viven y trabajan en la costa concordiense, donde se perdieron hasta 12 mil ladrillos de adobe. Para paliar las pérdidas materiales, solicitaron subsidios. Nucleados en la Asociación de Trabajadores Ladrilleros, realizaron una protesta frente a la casa de gobierno, con sus carros y caballos. Las autoridades, en un principio, prometieron un monto total de 200 mil pesos para ser repartidos entre los trabajadores, cerca 1.100 pesos para cada uno, que evidentemente no cubriría las pérdidas. 3

Colón

La ciudad de Colón, donde viven cerca de 40 mil habitantes, está encuadrada entre dos arroyos. Es sitio “obligado” para los turistas que vienen a Entre Ríos. Gran parte de su planificación e infraestructura está preparada para la recepción de miles de viajeros que visitan sus playas, termas y otros atractivos. Todos los servicios para el turismo contrastan con la falta de obra pública para prevenir los desbordes del Río Uruguay. Desde hace más de una década, se asentaron en la periferia de la ciudad familias que llegaron en busca de trabajo, pero el valor de la tierra les impide conseguir lugares por fuera de los valles de inundación. En esta ocasión el río trepó a más de nueve metros. La crecida afectó los barrios Juan Domingo Perón y Tiro Sur, es decir, la zona más pobre de la “perla del Uruguay”. En uno de los barrios más perjudicados y empobrecidos, el denominado “Juan Domingo Perón”, la última creciente afectó a más de 35 familias, que debieron ser evacuadas.4 Al ser una ciudad dedicada al turismo, Colón posee un gran porcentaje de viviendas que existen para producir renta. Esta política sostiene una sobrevaloración inmobiliaria que cercena las posibilidades de los trabajadores para conseguir tierra a precios acordes a sus salarios, obligando a las capas más empobrecidas de la clase obrera a construir en las zonas inundables.

Concepción del Uruguay

Concepción del Uruguay, como las ciudades precedentes, está demarcada por varios cursos de agua afluentes del Río Uruguay. Después de dos décadas de demandas, varios gobiernos y muchos desbordes del río, se logró la construcción de la denominada “Defensa Sur” – rebautizada como “Presidente Néstor Kirchner” – que fue inaugurada durante el año 2006. Esta obra civil ha permitido prevenir inundaciones en el sur de la ciudad, aunque algunos barrios no están demarcados por la contención y están expuestos a las crecidas. También hay que agregar que esa misma defensa ha sido la plataforma para proyectar un complejo turístico de más de 100 millones de pesos para que la ciudad pudiera tener una costanera sobre el río Uruguay. Sin embargo, no fueron pocas las voces que se escucharon alertando que, en vez de utilizar ese dinero para un proyecto estético, se podía disponer a la construcción y defensa de la zona norte de la ciudad, especialmente al barrio Cantera 25. Al día de hoy, frente a crecidas medias del río –de las que se suceden tres o cuatro por cada año–, algunos vecinos deben abandonar sus hogares. Desde luego, con crecientes más grandes, se ve afectada casi la totalidad del barrio. Todo indica que a los vecinos les costará algunos años más las demandas, si no se unen y hacen escuchar su voz independientemente de los punteros del PJ local, siempre dispuestos al palabrerío pero dormidos a la hora de gestionar para los trabajadores.

El agua trajo ajuste

Durante la creciente del 2009, la disposición de recursos dio muestra de que el Estado es capaz de gestionar políticas que ayuden a los afectados. A todas las familias inundadas, se les otorgo un subsidio de 4.000 pesos (en aquel momento equivalía a unos 1.000 U$D) después de firmar algunos documentos, en los cuales se dejaba constancia de que los damnificados renunciaban a demandar a los organismos públicos o a la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande. También la presencia de los municipios se efectivizaba con la entrega de material de limpieza, cuadrillas de trabajadores municipales apresurados en ayudar a los inundados a volver, desinfección de los barrios, descacharrización y fumigación para prevenir un brote de dengue (ya que la inundación se produjo entre noviembre y diciembre). Asimismo, los hospitales locales asumieron funciones preventivas y recorrían los barrios aplicando vacunas antitetánicas y recomendando cómo cuidar la salud. Todo esto era la panacea del “Estado presente” declamado por el kirchnerismo. Luego, comenzaron las obras de reubicación, la infraestructura de prevención que hemos relatado. Hoy, los mismos gobernantes, en su mayoría, sólo se limitaron a la ayuda con los camiones de las municipalidades. El subsidio extorsivo brilló por su ausencia y el gobernador se limitó a sobrevolar la zona afectada, lo que tuvo una efectividad nula.

Futuro incierto

Hubo un hecho que fue novedoso. Por primera vez en más de treinta años, el lago artificial de Salto Grande fue “vaciado”, es decir se hizo un labor de desembalse para poder recibir el caudal que viene bajando desde el norte5, ya que generalmente el lago tiene una cota máxima que varía entre los 32 y 35 metros de altura, y esta vez bajó a 29 metros. El fin, que era recibir el torrente de agua con capacidad de maniobra, de alguna manera se logró. Así, se pudo regular la creciente e impedir que sea mayor. Esto distó de la última gran crecida, cuando el lago artificial estaba casi lleno y no tuvo capacidad de manejo.

Para los próximos meses se pronostica la posibilidad de crecientes.6 Sin embargo, las perspectivas para los vecinos no son promisorias. El silencio oficial contrasta con otros planes que se presentan con bombo y platillos. Las últimas inundaciones han demostrado que es posible amortiguar el poder de la naturaleza, incluso, con las obras pertinentes y un plan de gestión de las crecientes, manejadas en sus aspectos más agresivos. Hoy el Río Uruguay posee más de 16 represas, ninguna del tamaño de Salto Grande, y la mayoría de ellas en territorio brasileño. Sin embargo, la administración conjunta del río, parece imposible para los gobiernos burgueses. Y, nuevamente, las consecuencias sociales las sufren las comunidades ribereñas. Los habitantes del litoral solemos decir que “el río separa los países, pero une a los pueblos”. Será hora de que los pueblos del litoral mostremos que tenemos la capacidad de brindar las soluciones que los estados burgueses, en sus miserias, se niegan a desarrollar.

Gra_inundaciones

Notas

1 http://goo.gl/uaXHaV y http://goo.gl/3GBaZI

2 http://goo.gl/ZiIZp2

3 El caso de los ladrilleros del litoral merece un estudio aparte. De las notas vinculadas con la inundación no se puede deducir la pertenencia de clase del sector movilizado (titulares de obrajes, pequeña burguesía, obreros o una combinación de ellos). Hay que tener en cuenta que el estado ha impulsado en la región la creación de cooperativas de ladrilleros para ocupar población desocupada -por ejemplo para emplear en Misiones a los tareferos en el período desempleo estacional en el que cobran los subsidios interzafra. http://goo.gl/oLmWNj. Por lo que probablemente tengamos aquí una composición social distinta a la que describe Gonzalo Folco en su artículo de este mismo número.

4 http://goo.gl/TZ1Plb y http://goo.gl/LJ9QAk

5 http://goo.gl/6gWd1r

6 http://goo.gl/RPIRyf

 

 

 

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