El arca vacía. Rusia y la crisis mundial

en El Aromo n° 46

Por Fernando Dachevsky – El triunfalismo con que se presentó la restauración capitalista en Rusia dejó paso a la incertidumbre. La impotencia de la burguesía rusa condujo a la clase obrera a sufrir, en sólo dieciséis años, siete años de recesión, una gran crisis en 1998 y la deja ahora como uno de los eslabones más sensibles frente al avance de la actual crisis mundial. A pesar de la supuesta modernización capitalista, no se han desarrollado industrias competitivas por fuera de aquellas apoyadas en la extracción de recursos naturales: principalmente el petróleo y el gas. El conjunto de la economía se encuentra sostenido por la transferencia de la renta de la tierra de dichas materias primas. El crecimiento en sus precios permitió la recuperación económica registrada durante los últimos años y le otorgó cierto margen de maniobra al gobierno de Vladimir Putin, que hasta quiso darse aires populistas. Sin embargo, la crisis recortó los precios por debajo del límite de supervivencia del Estado ruso. En este sentido, el caso de la ex URSS es una clara muestra de cómo los primeros avances de la crisis amenazan con hundir a los eslabones más débiles de la economía mundial. Sobre todo, aquellos países que se apoyan en la suerte seguida por un puñado muy reducido de mercancías.

De la recesión a la crisis

La idea de que la restauración capitalista sirvió para modernizar y liberar las potencias de la economía rusa es por completo falsa. Durante buena parte del período transcurrido desde la caída de la Unión Soviética, la economía rusa estuvo en recesión. Luego de siete años de contracción económica, estalló una gran crisis económica en 1998. La depresión fue de tal magnitud que entre 1991 y 1998 su PBI se contrajo en un 46% y su inversión interna bruta en un 81%1. El salario real cayó casi dos tercios y recién en 2007 se ubicó en los niveles de 19912. Desde 1999, devaluación mediante, se asistió a un “rebote” económico. Sin embargo, ya se encuentra a las puertas de una crisis que amenaza con derrumbar lo construido durante el mandato de Putin.

La pregunta es ¿por qué Rusia no se relanza? Esto nos lleva a preguntarnos acerca de las bases de su acumulación de capital. Descontando al sector energético, la economía rusa no se caracteriza por contener capitales de alta competitividad. Lejos está Rusia de ser una potencia industrial. Sus exportaciones industriales son bajas en relación a la de las principales potencias (como Alemania, Estados Unidos, China o Japón) y por debajo de potencias de segunda (como Francia e Inglaterra). Incluso, no alcanza a las de países con participación marginal en el mercado mundial, como Brasil3.

Su baja participación en el mercado mundial nos advierte de una baja productividad de su producción manufacturera. Entonces, ¿cuál es el sostén de la economía rusa? La mejor forma de ver cuáles son las bases de una economía es analizar qué la hace entrar en crisis. Tanto la crisis de 1998 como la que se avizora en la actualidad tienen como protagonistas a los precios del gas y el petróleo. En conjunto, representan cerca del 65% de ingresos por exportaciones4. Hasta el 2000, el gas y el petróleo se exportaban en volúmenes similares. Sin embargo, en los últimos años, la mayor velocidad con que creció el precio del petróleo lo colocó, lejos, como principal generador de divisas, triplicando al gas.

Estas exportaciones son cruciales para financiar al Estado ruso. En el caso del gas, la presencia del Estado es más directa, dado que es propietario mayoritario de la empresa que controla el 94% de la producción gasífera del país (Gazprom). En el petróleo, la propiedad de la principal empresa productora (Lukoil) es privada. Al igual que lo que sucedería con la mayor parte de las industrias rusas, luego de la caída de la URSS, Lukoil quedó en manos de los comúnmente conocidos como “oligarcas”. Estos son personajes, muchos de los cuales eran directores de industrias durante los últimos tiempos de la URSS, que se arrogaron el derecho de propiedad de las mismas al momento de la restauración capitalista. El carácter privado de la producción petrolera hace que la apropiación estatal del ingreso sea más indirecta, pero no por eso deja de ser importante. Es que cerca del 60% de los ingresos generados por las exportaciones de petróleo son dirigidas hacia el Estado bajo distintas formas de impuestos5.

Una clara muestra de la dependencia de las exportaciones energéticas es la crisis de 1998. Comúnmente conocida como “efecto vodka”, el disparador del derrumbe fue una caída del 34% en los precios del crudo registrada en ese año6. El impacto de dicha reducción resultó en una merma en los ingresos del Estado que condujeron a un crack fiscal.

La salida a la crisis no fue muy distinta a la que se dio en Argentina: devaluación de la moneda nacional. De 5 rublos/dólar en 1997 se pasó a 20,6 rublos/dólar en 1998 hasta alcanzar los 32 rublos por dólar en 20027. Esto con el fin de bajar los costos laborales, potenciar los ingresos del sector exportador y darle mejores condiciones a la burguesía local.

La devaluación de la moneda rusa coincidió con el inicio de una tendencia ascendente en los valores del petróleo y el gas. En 1999, el crudo de referencia para el mercado europeo subía de los u$s 12,72, registrados en 1998, a los u$s 18 iniciando una tendencia ascendente que llegaría al techo de los u$s 142 por barril alcanzado el 4 de julio de 20088. Durante dicho período, el gas ruso vendido en el mercado europeo también registraba una tendencia a la suba, pasando de los u$s 63 los mil metros cúbicos en 1999 a los u$s 576 a mediados de este año9. Estas subas en los precios de los dos principales productos de exportación de Rusia tuvieron como correlato una expansión de la actividad económica en general, a tasas cercanas al 6% anual, que se extendió hasta la actualidad. Incluso, permitió la aparición de un gobierno, como el de Putin, que buscó presentarse como un gobierno que le ponía límites a los llamados “oligarcas” y como la antítesis del período neoliberal de Boris Yeltsin.

De crisis a crisis

Estos años de expansión de la economía rusa no la hicieron menos sensible a los ingresos petroleros y gasíferos. El reciente crecimiento de la producción industrial se desarrolló bajo el amparo de la devaluación del rublo y no pareciera tener buenas expectativas sin esa protección. Desde 1999, la combinación de inflación (a tasas de entre el 10 y el 15% anuales) y altos precios del petróleo, que se tradujeron en un gran ingreso de dólares, implicó crecientes dificultades para sostener las ventajas que otorgaban un rublo devaluado. Sólo en términos nominales, el dólar debió bajar de los 30 en 2002 a los 23 rublos a mediados de este año10. Durante este período de pérdida de la brecha de protección cambiaria dejada por la devaluación, la producción industrial fue mostrando signos de desaceleración. Mientras en 2003, el crecimiento había sido del 9,5%, en 2007 dicha cifra era del 7,4% y, de acuerdo al último dato disponible, el crecimiento interanual del segundo trimestre de 2008 fue del 5,6%11. A su vez, según los últimos datos, la velocidad a la que se habría contraído la producción industrial en octubre de este año superaría los peores días de la crisis de 199812.

Ahora bien, durante los últimos meses, los problemas estructurales se agudizaron. Similar a lo que está sucediendo en Argentina, la creciente demanda de dólares aceleró la devaluación de la moneda. Así, si bien Rusia cuenta con una gran cantidad de reservas internacionales (en torno a los u$s 500 mil millones) ha tenido que rifar u$s 141 mil millones (28% de las reservas) sólo en los últimos cinco meses para poder evitar que se dispare el dólar y devaluar su moneda de manera gradual. Bajo este panorama, se asoma el creciente peligro de default. A pesar de que el Estado ruso pudo cancelar la mayor parte de sus deudas durante los últimos años, la magnitud de los próximos vencimientos amenaza con colapsar la economía rusa. Sólo para el próximo año, los capitales rusos tendrán que afrontar vencimientos privados por u$s 154 mil millones. El gobierno de Dmitri Medvedev, actual sucesor de Putin, ya ha prometido que se hará cargo de apoyar al sector privado para hacer frente a los vencimientos. En este sentido, el Banco Central Ruso fue autorizado por el gobierno a emplear u$s 50 mil millones para refinanciar las deudas de las corporaciones13.

Ahora bien, el margen de maniobra que tenga el gobierno para evitar el default está dado por el volumen de los ingresos petroleros y gasíferos. Según declaraciones del Ministro de Finanzas de Rusia, Alexei Kudrin, las cuentas fiscales entrarían en déficit con un barril de petróleo por debajo de los u$s 7014. Sin embargo, la crisis internacional se encargó de golpear los precios del crudo, que ya cayeron a los u$s 50 dólares el barril y continúan a la baja15. Con respecto a los precios del gas ruso, si bien todavía no cayeron, es de esperar que caigan para el año entrante. 16 De cara a esta situación, el gobierno ruso ya mostró su voluntad de hacer recaer los efectos de la crisis sobre la clase obrera rusa. En este sentido, se anunciaron severos recortes en los programas de educación y vivienda y la desregulación del precio interno del gas, para que deje de estar subsidiado y se ubique en torno al precio internacional. Lo cual implicará subas de más del 100% en las tarifas.17

La carta del Kremlin

El impacto de la crisis en Rusia es cada vez más notorio. Esto no es por un problema meramente financiero, sino que sucede en la medida en que la sobreproducción mundial ataca al pilar de su economía: la producción de petróleo y gas. De cara a la crisis, la solución que busca implementar la burguesía rusa ya se puso en evidencia: tomar como variable de ajuste a los trabajadores liberalizando las tarifas y ajustando los gastos sociales. En este sentido, el impacto de la crisis en Rusia es una muestra de lo que le espera a la Argentina.


Notas

1Kotz, David: “The role of the state in economic transformation: Comparing the transition experiences of Russia and China”, en Political Economy Research Institute, Working Series Papers, nro 95, 2004, p. 3; Verglöf, Eric, Kunov, Andrei, Shvets, Julia y Yudaeva, Ksenia: The new political economy of Russia, The MIT Press, Londres, 2003.
2En base al Servicio Federal de Estadísticas de Rusia (GKS).
3En base a datos de la Organización Mundial de Comercio.
4En base a datos de la Energy Information Administration.
5En base a datos de Lukoil
6En base a datos de British Petroleum: Statistical Review of World Energy, 2008
7En base a datos del Banco Central de Rusia.
8En base a British Petroleum: Statistical Review of World Energy, 2008 y datos de la Energy Information Administration.
9En base a datos de Indexmundi.com
10En base a datos del Banco Central de Rusia
11En base a World Bank Russia Country Office:“Russian economic report nro 17”, noviembre de 2008, p. 4.
12En base a RGEMonitor.com
13DanseBak: “Russia: the party is over”, Investment research. General market conditions, 27/10/2008, p. 3.
14Véase Sestanovich, Stephen: “Russia and the global economic crisis”, en Council on Foreign Relations, 25/11/2008.
15En base a datos de la Energy Information Administration
16Financial Times, 26/06/2008.
17En base a datos de Gazrpom y Energy Information Administration

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