Educación. Papelitos

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Una de las mayores miserias de los gobiernos capitalistas actuales es la de convertir las políticas educativas en esquemas de titulación express para los trabajadores. Con la idea de “otorgar el título a los que lo necesitan” y con un lenguaje que habla de “inclusión” o “calidad”, tanto Macri como el kirchnerismo no han garantizado otra cosa que una educación degradada, de segunda, para generaciones enteras de obreros.

Vayamos a algunos ejemplos. Pensemos en el Plan Fines 2, un plan elaborado por el gobierno kirchnerista. Se trata de un programa de cursada reducida a 4 horas dos días a la semana, durante seis cuatrimestres, o sea, 72 días, en sedes no escolares y con “tutores” en lugar de docentes. Mientras tanto, un CENS, secundario de adultos, implica -sin ser una panacea- una cursada diaria por tres años. Estamos entonces ante un sistema barato de titulación rápida.

La pregunta surge inmediatamente: ¿cómo se piensa abordar problemas complejos, y operaciones intelectuales, que demanden cierto nivel de esfuerzo, con un plan mínimo de cursada? ¿Con qué pedagogía “mágica” podría abarcarse ricos procesos históricos bajo un esquema semejante? Recordemos que al Fines 2 van los estudiantes que no pudieron recibirse en tiempos normales en el sistema escolar regular, es decir tuvieron una cursada fallida. ¿Cómo se pretende que, en menos tiempo, ahora aprendan lo que no pudieron en años? Estos estudiantes necesitan un refuerzo, no una simplificación.

Por otro, lado, ¿quiénes van a pretender cursar una modalidad como el CENS existiendo el Plan Fines 2? Estamos ante el vaciamiento absoluto de la educación formal, que se complementa con los altos niveles de deserción escolar del nivel secundario. Otorgamos títulos, sí, pero ¿a qué precio? Al precio de una degradación de la educación. Papelitos para todos, conocimientos para pocos.

El macrismo no fue muy diferente. A fines de 2013, como Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio había proclamado el Plan “¡Terminá la secundaria!”, un programa de educación a distancia que pretendía alcances nacionales y que suponía que iba a aprovechar las ventajas de la tecnología. El actual ministro de Educación, Esteban Bullrich, se vanagloriaba de lograr una titulación de sectores “postergados”, que podrían estudiar en la comodidad de sus hogares.

No era nada muy distinto a un programa de la Ciudad de Buenos Aires: Adultos 2000, un sistema no presencial de tres años que suponía cierta autonomía de estudio, que lógicamente, los alumnos no tenían. Los problemas estaban a la vista: en el imaginario de Macri, bastaba con un software y un par de cuestionarios para liquidar el rol del docente. Un auténtico absurdo que, además, no contemplaba la calidad de vida real de esa población a la que aspiraba a llegar. El plan nunca se implementó. Pero habiendo asumido el Gobierno, no tardó demasiado en refrendar el Plan Fines 2 hasta el 2019…

¿Por qué ocurre esto? Precisamente, porque los gobiernos tienen que enmascarar la debacle educativa a la que nos someten. Acomodan las estadísticas de alfabetización y parece que todo funciona bien. Pero además, el sistema crea analfabetos. El capitalismo nos quiere condenar a no entender una lectura, a no poder hacer una operación matemática, a no poder resolver un ejercicio intelectual. Nos quiere brutos y baratos. El shock estadístico oculta un shock de degradación. Les preocupan los números, no la de educación de nuestros chicos.

Una política de este tipo no merece ser defendida. Es más, debe ser combatida. Tenemos que pelear por una escuela científica y de calidad para la clase obrera. Debemos pedir la eliminación del Plan Fines2, la de todos los planes de titulación express y el fortalecimiento de la educación de adultos. Debemos exigir becas para los adultos que estudian, permisos laborales automáticos, garantías de estabilidad horaria para que puedan asistir a clase y reducción de la duración de la jornada laboral. Además, trabajo estable para todos y remunerado adecuadamente. Solo así pondremos fin a un presente bochornoso y un futuro de brutalidad e ignorancia.

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