Detrás del cristal. La agudización de la flexibilización laboral en la industria del vidrio

en El Aromo nº 67

Rocío Fernándeza67roco

Una inversión de 250 millones de dólares apenas alcanzó en la firma VASA para recrear 190 de los 1000 empleos que desaparecieron en las últimas décadas. En esta rama, el desempleo va de la mano de los avances productivos y el incremento de la actividad de la última década se conjuga con una degradación de las condiciones laborales sin precedentes.

En enero de este año, directivos de V.A.S.A (Vidriaría Argentina Sociedad Anónima) se reunieron con el vicepresidente Amado Boudou para presentar la inversión de 250 millones de dólares y la generación de 190  puestos de trabajo directos con la creación de una nueva planta en la localidad bonaerense de Exaltación de la Cruz1. En la actualidad, la empresa cuenta con 600 operarios, unos mil menos que en la década del ’60. La expulsión de obreros no se relaciona con una caída en la producción sino con un incremento de la productividad que se produjo gracias a ciertos cambios técnicos. Por esta razón, la millonaria inversión anunciada generará muy pocos puestos de trabajo. El problema no es sólo la cantidad de empleo que se crearía, sino también su calidad. Como veremos en esta nota, bajo el kirchnerismo no se revirtió la tendencia a la degradación de las condiciones de trabajo de los obreros del vidrio que se ha producido desde 1954 hasta la actualidad.

Flexibilidad peronista

Es interesante analizar los cambios en la producción y su relación con los convenios colectivos de trabajo. El análisis de los convenios nos permite observar las negociaciones, en el terreno legal, entre la empresa y sus trabajadores. Es conocido que la mayor parte de los trabajadores sufrieron una degradación de sus condiciones laborales en la década del ’90. Sin embargo, en algunas ramas, ciertas condiciones laborales se perdieron antes o, sencillamente, nunca se consiguieron. Este es el caso de los obreros del vidrio. En un momento tan temprano como el segundo gobierno peronista, el convenio colectivo de trabajo habilitaba el pago a destajo. En el convenio firmado en 1954, encontramos cláusulas que fijan un premio a la productividad, que sólo abarca algunas categorías: “Los sacadores de plaza a mano percibirán además del sueldo, el 10% del jornal que percibe el oficial, a los efectos de estimular la producción”2. Es decir, bajo el peronismo en esta rama, se obliga al obrero a intensificar su ritmo de trabajo para incrementar su salario. Bajo el gobierno del General, también se había legalizado otra práctica laboral contra la que ha luchado la clase obrera: la tercerización. En el artículo 41 del citado convenio, se hace alusión a este mecanismo:

“Las empresas que alquilen sus instalaciones o faciliten vidrio para ser elaborado por cuenta de terceros dentro del establecimiento, deberán exigir que el locatario o el comprador cumplan con todas las leyes obreras y de Previsión Social en todo el país, así como las obligaciones emergentes de este nuevo convenio. Las empresas son asimismo responsables del estricto cumplimiento de lo establecido en este artículo.”3

Allí, se evidencia que existía tanto el alquiler de parte del establecimiento a terceros como subcontratación en el periodo peronista. De todas formas, los trabajadores tercerizados tenían que gozar tanto de las leyes obreras y de Previsión Social como de los beneficios del convenio de la rama. A fines de la década del ’60, las condiciones de los obreros del vidrio seguirán en picada. En el convenio de 1969, los artículos referidos a la productividad se extienden a todas las categorías:

“Aumentos de premios a la mayor y mejor producción:
Primero: Es el deseo de las partes contratantes evitar las discusiones que se originan en los distintos establecimientos para la actualización del importe de los premios por producción, ya sea con motivo del tiempo transcurrido desde la concertación de los mismos o por la modificación periódica de los salarios.
Para lograr dicho objetivo se conviene:
a) Establecer una escala racional de premios para la mayor y mejor producción.
b) Uniformar el monto con que se incrementarán  las tarifas de premios para todo el personal, mayores y menores de ambos sexos, tengan o no su premio vinculado al salario
c) Uniformar el sistema para la incrementación de las tarifas de los premios vigentes en todos los establecimientos y para todo el personal, mayores y menores de ambos sexos, tengan o no su premio vinculado al salario.”4

Durante el tercer mandato peronista, mientras muchos gremios consiguen convenios favorables, los obreros del vidrio no logran ninguna conquista. Tanto el premio a la productividad, que en otras actividades es eliminado, como la tercerización, continuaron vigentes.

Llueve sobre mojado

Comúnmente la década del ’90 es sinónimo de flexibilización laboral. Sin embargo, si analizamos el convenio de 1991, reconocemos que los obreros seguían básicamente con el mismo convenio del ’54. Los trabajadores del vidrio no sufren, a diferencia de otras ramas, una mayor precarización de sus condiciones laborales en esta década, quizás porque la flexibilización no era una novedad para ellos. La única modificación al convenio consiste en la introducción de nuevas categorías producto de la automatización del proceso productivo. A pesar de este cambio, se mantuvo la cláusula que garantizaba la estabilidad dentro de una categoría. El sistema de categorías laborales permitía delimitar las tareas correspondientes a cada trabajador. Con ello, se imponía un límite a la intensificación del trabajo y a la polivalencia.
En cambio, bajo el gobierno kirchnerista, se va a producir una transformación mayor. En el convenio 395 de 2004, en el artículo 21, se destruye el sistema de categorías. El obrero ya no tiene una tarea definida según su categoría sino que la empresa tiene la libertad de asignarle una multiplicidad de funciones:

“La enumeración y descripción de funciones desarrollada en el presente convenio tiene carácter enunciativo. Las empresas en el ejercicio de su poder de dirección y organización podrán distribuir las tareas de modo tal que puedan resultar funciones que abarquen a más de una de las mencionadas en la clasificación respectiva, toda vez que los establecimientos pueden estar organizados en diferentes modalidades en razón de los recursos tecnológicos que tengan implementados o se implementen en el futuro, y de acuerdo a las necesidades operativas de cada empresa”.5

Desde 1954, la tarea que cada obrero debía desempeñar se encontraba descripta en el convenio. A partir del convenio de 2004, los trabajadores deben aceptar que la empresa les asigne cualquier tipo de tareas. Por lo tanto, el operario pasa ahora a ser polifuncional. Otro perjuicio para los obreros que se incorpora en este convenio es la flexibilidad de la jornada laboral. La única indicación que se establece es que debe existir un margen de 12 horas entre una jornada y otra. Es decir, en un mismo periodo el  obrero puede trabajar a la mañana, tarde o noche, o incluso 12 horas seguidas. Al mismo tiempo, se instituye que los feriados tienen que ser repuestos.
Por último, mientras todos los convenios desde 1954, regulaban la tercerización, el de 2004 elimina la obligación de que los tercerizados se enmarquen en el convenio de la rama.
Las luchas que se lograron desarrollar contra estas condiciones sufrieron la oposición del sindicato que salió en defensa de la patronal. En Rigolleau, en 2008, los trabajadores denunciaron las pésimas condiciones de trabajo, los bajos salarios y el incremento de los accidentes de trabajo. El SOIVA (Sindicatos de Obreros de la Industria de Vidrios y Afines) se limitó a acusar a los trabajadores de hacer de su reclamo un hecho político y a enviar patotas a la asamblea6. Algo similar sucedió en 2009, con los trabajadores de la fabrica Pilkington, productora de parabrisas y de terminales automotrices. Ante el reclamo por sueldos adeudados e incremento salarial, el SOIVA envió 120 matones7.

A la derecha de Menem

Cuando Cristina se rasga las vestiduras proclamando todo lo que han hecho por los trabajadores, los vidrieros deben mirarla extrañados. Es claro que la flexibilización laboral, en el caso de los vidrieros, se profundizó más bajo el kirchnerismo que bajo el menemismo. Sus condiciones de trabajo no sólo no han mejorado, sino que van de mal en peor. Los anuncios de inversiones millonarias apenas crean un puñado de puestos de trabajo de una calidad cuestionable. El gobierno y el sindicato otorgan garantías de sobra para que las empresas hagan con sus empleados lo que les plazca, mediante convenios paupérrimos. Si bien los obreros del vidrio no habían logrado grandes conquistas, hasta los ’90 mantenían las pocas que tenían. Cristina y su sindicalismo aliado pueden vanagloriarse de haberles quitado los pocos beneficios laborales que gozaban.

NOTAS

1 Ver en: http://www.lanacion.com.ar/1439805-que-pasa
2  Convenio Colectivo de Trabajo nº 62/54
3  Ídem.
4  Convenio Colectivo de Trabajo nº 23/70
5  Convenio Colectivo de Trabajo nº 395/2004.
6  Ver en http://www.pts.org.ar/IMG/article_PDF/pts_org_ar9255.pdf
7  Ver en http://64.22.103.243/articulo/po1084070/gran-triunfo-de-huelga-de-pilkington

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