Cuatro noches que conmovieron a Londres. La revuelta de los jóvenes ingleses y la situación política europea

en El Aromo nº 62

londresMarina Kabat
Grupo de Investigación de la Clase Obrera-CEICS

Cronología de una revuelta

El jueves 4 de agosto, la policía londinense detuvo el taxi donde viajaba Mark Duggan. Poco después, este hombre negro de 29 años y padre de tres hijos fue asesinado. Esto sucedió en Tottenham, uno de los barrios más pobres de Inglaterra, donde mensualmente uno de cada cuatro habitantes es sometido a detención e indagación policial. La policía aduce haber actuado en defensa propia y acusó a Duggan de haberle disparado. Su familia no recibió comunicación oficial alguna y tuvo que enterarse del caso a través de la prensa. Con la indignación a cuestas, el sábado 6, se organizó una marcha de la que participaron entre 200 y 300 personas. La manifestación se dirigió a la sede policial del barrio. Se cantaron consignas como “si no hay justicia, no hay paz”. Las horas pasaron sin que la policía brindase ningún tipo de información. Como consecuencia, estalló la bronca y la comisaría fue atacada con botellas, ladrillos y huevos. Los manifestantes incendiaron dos autos policiales. Después, le llegó el turno a algunos edificios. La selección tuvo un claro criterio político. Por ejemplo, la cadena “Carpetright”, gerenciada por Lord Harris de Peckham quien, además de ostentar un título nobiliario, es miembro del parlamento e integrante del partido conservador.1  También, ardieron la oficina de correos y la propiedad del abogado de la policía. Por último, fueron apedreadas las ventanas de edificios judiciales.

Durante la noche siguiente, los manifestantes incendiaron dos patrullas policiales de Tottenham. Lo mismo ocurrió en Einfiel, hacia donde se había expandido el conflicto. El lunes, la tercera noche de la protesta, le tocó el turno a dos comisarías, una en Birmingham y otra en Nottingham, donde también ardieron dos autos policiales. El martes 9, a la tarde, la comisión que investigaba el asesinato de Duggan declaró que las pericias desmentían la coartada policial, lo que incrementó la indignación popular. Esa misma noche, el Estado incrementó los efectivos policiales en la ciudad, de 10 mil pasaron a 16 mil, el doble de los que el estado francés movilizó durante diciembre de 2005 para sofocar la revuelta de los suburbios de Paris. Ni esto, ni la publicidad de los arrestos y los juicios sumarios a quienes participaron en la revuelta impidieron que las protestas se repitieran y que una seccional de policía en Nottinham fuera quemada.

Las acciones de este día, desarrolladas en un contexto ya sumamente adverso, pueden leerse como una respuesta al informe sobre la muerte de Mark Duggan. Igualmente, ya se observaba una declinación de la actividad. Mientras el lunes The Guardian enumeraba más de 130 incidentes, para la noche del martes registró solo 60. Pero recién el miércoles puede hablarse de calma, con solo 3 saqueos registrados.2  Más allá de que la forma de acción que predomina es el saqueo, se observa una fuerte disposición al enfrentamiento con la policía. La revuelta deja un saldo de cinco ataques o incendios a sedes policiales, siete patrullas quemadas, más otras dos apedreadas. Esta disposición al enfrentamiento también se manifiesta en numerosas confrontaciones callejeras con la policía.

La población sobrante en acción

Si bien la revuelta tuvo un componente étnico importante, la clave que la explica es la condición de clase de sus protagonistas. Gran Bretaña posee una importante población negra procedente de sus antiguas colonias. Una buena parte de ella posee ciudadanía británica. Del mismo modo, también existen comunidades asiáticas de importancia. En Tottenham, miembros de estas comunidades participaron de la revuelta. Pero también hubo blancos y en ciertos barrios puntuales fueron ellos quienes constituyeron la mayoría de los involucrados. Los barrios de donde proceden quienes participan en la revuelta son aquellos más pobres y con más altos índices de desempleo. El caso de Tottenham mismo es claro al respecto, donde hay 54 aspirantes por cada puesto vacante. El peso de los jóvenes negros en la revuelta se entiende si se considera que, en Inglaterra, el 48% de la población negra entre 16 y 24 años se encuentra desempleada.3 De esta manera, participan de la revuelta las fracciones de la clase obrera que son sobrantes para el capital.

A pesar de que presentó a los protagonistas como adolescentes descarriados, sólo el 20% de las 3 mil personas arrestadas hasta el 15 de agosto eran menores de 18. The Guardian lista 1002 detenidos y brinda datos de la ocupación de 64 de ellos. Siete personas son cocineros o empleados gastronómicos.4  Como en otras ciudades del mundo, esta actividad tiene salarios bajos y emplea en gran medida a jóvenes negros o inmigrantes. En la lista encontramos también 7 obreros de diversas ocupaciones y 2 empleados de call center. Resulta relevante la presencia de 6 jóvenes que trabajan como aprendices, por lo que perciben un salario mínimo más bajo al del resto de los obreros. En síntesis, aquellos de los que participan en la rebelión y tienen empleo, pertenecen a los sectores que trabajan en peores condiciones.

De los 64 casos con información, 26 corresponden a estudiantes. Además, hay 11 casos donde no se especifica el nivel educativo. Hay 6 estudiantes de cursos técnicos posteriores al ciclo obligatorio. Quienes asisten a este nivel (más de 16 años) hasta hace poco podían aspirar a becas (Education Maintenance Allowance) que han sido recientemente recortadas, lo cual constituye una de las quejas que motivaron las protestas estudiantiles de este año. Finalmente, encontramos 9 estudiantes universitarios. Esto posiblemente constituya un síntoma de la pauperización de la pequeña burguesía, pero también ilustra la confluencia de los distintos reclamos, que puede dar pie a la constitución de una nueva fuerza social. Hoy los estudiantes universitarios se enfrentan a la elevación de los aranceles universitarios, anunciados para marzo de 2012.

Finalmente, podemos deducir la condición social de los participantes de la revuelta a partir de la política que el gobierno tiene hacia ellos. En Francia, en 2005, Sarkozy amenazó deportar a los inmigrantes. En este caso, al igual que hiciera Cristina con los ocupantes del Indoamericano, se buscó amedrentar a la población con la quita de los beneficios sociales. Por una parte, se procedería a desalojar a las familias que ocupan viviendas sociales del gobierno cuyos miembros hubieran participado de la revuelta. También en este terreno los funcionarios estatales actuaron en tiempo record y ya hay desalojos previstos. Por otra parte, existe un movimiento a favor de retirar todo tipo de asistencia social a las familias involucradas de alguna manera en la revuelta.

Límites y potencialidades en el actual contexto político europeo

La protesta expresa una acción de clase aún embrionaria y primitiva. Existen elementos de organización que van desde la marcha inicial a mitines y movilizaciones contra los recortes donde se acuerda el apoyo legal a los detenidos o la lucha contra los desalojos que el gobierno proyecta. Sin embargo, el grueso del movimiento corre fuera de estos carriles. Esto último explica que el saqueo haya constituido la principal forma de acción. Por otra parte, a diferencia de la protesta de Francia en 2005, donde los manifestantes reclamaban la partida del presidente Sarkozy, en Inglaterra no aparece una consigna de este tipo.

En Inglaterra hubo protestas similares durante los ’80 bajo el gobierno de Thatcher. En gran medida el descontento que manifestaron fue capitalizado por el laborismo. Éste no es el caso actual. El laborismo -incluidos los dirigentes negros de las comunidades movilizadas- se alineó completamente con los conservadores en el gobierno demonizando la protesta. Ed Milliband, como única disidencia, criticó los recortes presupuestarios a la policía. Es decir, su solución es más mano dura.

Mientras que Sarkozy, en 2005, debió anunciar importantes concesiones, el gobierno británico sólo ha prometido cárcel y desalojos. Y ha cumplido. La corte trabaja sin cesar en juicios sumarios a los detenidos, quienes reciben castigos ejemplares. Al punto que hay quienes han alertado acerca de una posible crisis penitenciaria, si se continua encarcelando gente a este ritmo. Esta diferente respuesta podría explicarse por el menor margen de maniobra de los gobiernos en el contexto de una crisis que se agudiza.

La burguesía muestra su costado más reaccionario mientras que la izquierda internacional revaloriza la acción directa y comienza a comprender la importancia de organizar al sector de la clase obrera que se ha movilizado. La población sobrante para el capital es cada vez más numerosa, sus condiciones de vida empeoran a diario y está, por ende, dispuesta a la acción. Estamos en los primeros despertares de la clase obrera inglesa. Pero queda mucho por recorrer teniendo en cuenta que la economía inglesa seguirá lanzando a la población hacia el descontento. Los revolucionarios deben comenzar un trabajo sistemático sobre estas fracciones, porque el comunismo, el viejo fantasma, recorre Europa nuevamente y hoy lleva una capucha en su rostro.

Notas

1 Este hecho es resaltado por el periódico Socialist Worker, véase http://yacers.ca/coda/Conversations/Forum/Tottenham_Riot/viewcontent/id-205.ht
2 Véase www.guardian.co.uk/news/datablog/interactive/2011/aug/09/uk-riots-incident-map
3 Véase www.statistics.gov.uk/default.asp y www.direct.gov.uk/en/Employment/Employees/TheNationalMinimumWage/DG_10027201
4 Véase https://docs.google.com/spreadsheet/ccc?key=0AonYZs4MzlZbdGg3WjF3ZmpqLUNuZHNuVDRiUWFhUGc&hl=en_US#gid=2

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