¿Crisis o no crisis? Debate sobre el curso de la acumulación mundial

en El Aromo n° 27

Por Juan Kornblihtt – La recuperación económica de los últimos años coloca a la izquierda en una encrucijada. Aunque con salarios estancados, las espaldas del gobierno K se ensancharon de la mano del crecimiento económico que, según el último informe del INDEC, fue del 9,2% durante 2005. Frente a este panorama, surgen apologistas del gobierno ilusionados con un “despegue” económico que nos llevaría hacia la ansiada reconstrucción de un capitalismo nacional1. Consecuentemente, a todo aquel que se oponga, lo acusan de derechista y le envían a la gendarmería.

No basta con repudiar estas posiciones por su contenido político cercano al kirchnersimo. Entender las características de este crecimiento que da sustento a estas ilusiones es crucial. ¿Es posible una era reformista de largo plazo? ¿El crecimiento actual es parte de una fase expansiva del capital o estamos en un curso que lleva a nuevas y mayores crisis? De las diferentes respuestas surgen, por supuesto, estrategias políticas diferentes, no sólo con las bandas oficialistas, sino también entre quienes declaramos tener objetivos socialistas. El curso de la acumulación determina los tiempos políticos a los que se enfrenta la clase obrera y, por lo tanto, las urgencias. ¿Para qué debemos prepararnos?

Porque el sentido de la ciencia es poder anticipar el curso de los hechos y planificar mejor la acción revolucionaria, convocamos a debatir estos problemas en el marco de nuestras V Jornadas de Investigación Histórico Social realizadas en diciembre de 2005, a algunos de los principales economistas de izquierda. Se dieron cita Rolando Astarita, Juan Iñigo Carrera, Marcelo Ramal, Alberto Bonnet y Martín Schorr y a lo largo de casi 4 horas llevaron adelante un debate crucial que se continúa en las páginas del nuevo número de la revista Razón y Revolución2 y que reseñamos a continuación.

Sobre el crecimiento

A la hora de analizar la evolución de la economía los primeros datos que saltan a la luz son el PBI y el crecimiento industrial. De hecho estas son las cifras que maneja el gobierno para indicar en los medios de comunicación su buen desempeño. Con estos números en la mano, Rolando Astarita se colocó en el centro del debate al plantear que la economía mundial no está en crisis sino que crece en forma sostenida. Según su análisis, una expansión de al menos un 3 por ciento anual destierra la idea de que la crisis de los ‘70 no fue superada. Por el contrario, sostiene, el capitalismo gozaría de plena salud. En base a esta caracterización, escribió una polémica respuesta a Eduardo Sartelli y Juan Iñigo Carrera, quienes se opusieron a esta mirada durante el transcurso del debate. Allí los cataloga como “catastrofistas” por haber planteado que el curso de la acumulación mundial iba hacia a una crisis. En su escrito concluye que “el catastrofismo se adopta a partir de una decisión política. Esto es a la inversa de lo que indicaría una lógica materialista –el programa político se decide a partir de un análisis de las relaciones de fuerza entre las clases y de la situación objetiva que atraviesa el capitalismo- se adopta una lógica voluntarista (idealista), en que la táctica está decidida a priori y el análisis de la situación económica y política, se deduce en consecuencia. De esta manera, la tesis catastrofista, en lugar de un análisis, pasa a convertirse en consigna, en acto de fe.”3

La lógica de Astarita indica que todo aquel que plantee que hay crisis es un idealista y para demostrarlo basta con ver el crecimiento físico de la producción, que es lo que indica el PBI y el crecimiento industrial. Con esto y una serie de citas a Marx pretende dar por cerrado el debate. Se trata de un planteo, por lo menos, maniqueo. Todos los que participan del debate conocen las cifras, pero lo que Astarita no se preocupa por demostrar es su utilidad para comprender el curso de la acumulación mundial. Como muestra Sartelli en base a las mediciones realizadas por Angus Maddison, el PBI durante los 8 años previos a la crisis de 1930 crece en promedio al 4%. Sin embargo en 1929 estalló una de las mayores crisis de la historia. Pero incluso después de 1930, el PBI sigue creciendo por arriba del 5%. “Desde la perspectiva de Astarita, el mundo no estuvo en crisis entre 1933 y 1934, porque la tasa de crecimiento de esos años, salvo 1933, 1938, 1940 y 1944, estuvo muy por encima del 5% (…). En los años en los que el mundo avanzado observó la mayor destrucción de capital de su historia junto con las tasas de explotación más salvajes jamás imaginadas (como las que regían en los campos de concentración), no había crisis. ¿Pero qué son esos fenómenos sino las formas de aparición y procesamiento de la crisis? (…) Astarita confunde el momento del estallido con el proceso real de la crisis,” responde Sartelli.4 También sobre la utilidad del PBI y el crecimiento físico de la producción responde Iñigo Carrera: “Por cierto, el PBI y el PBN a precios constantes reflejan la evolución del volumen físico de la producción, pero no de la forma específica que presenta la riqueza social en el modo de producción capitalista, la de su forma de valor. No reflejan, pues la evolución del valor producido, ni, por lo tanto la determinación mas simple de la acumulación de capital.”5

Lo que vemos, entonces, es que no basta mirar el PBI para indicar que la economía está sana. De hecho, el PBI aparece como un indicador que esconde el proceso real. En ese sentido, Astarita compra una medida de propaganda oficial para hacer sus análisis. Y pretende que es suficiente para desacreditar a sus contrincantes.

Las finanzas en cuestión

Hasta aquí se observa que el planteo de Rolando Astarita es, al menos, apresurado. Sus argumentos, centrados en el PBI, no son suficientes para probar que hubo un crecimiento sostenido. Sin embargo no nos hemos referido a la causa de su irritación. Es decir, los argumentos de quienes plantean que sí hay crisis. Durante la mesa debate en las Jornadas de RyR, Marcelo Ramal del Partido Obrero, Juan Iñigo Carrera y Sartelli –éste último desde el público- señalaron con distintos argumentos que la perspectiva de la acumulación de capital era hacia la crisis. Entre ellos, el único que revindicó el catastrofismo fue Ramal. Sin embargo Astarita cuando escribe su artículo obvia el debate con Ramal y se concentra en los supuestos planteos de Sartelli e Iñigo.

Uno de los principales elementos que muestran que la economía mundial no se encuentra sana y va rumbo al estallido de una crisis es el creciente aumento del crédito o capital financiero. Este fenómeno es tomado en cuenta no sólo por economistas marxistas, sino por los economistas en general. Es cierto que surgen muchas interpretaciones en torno a su significado. Simplificando podemos encontrar dos. Por un lado están quienes ven en esta expansión una nueva dinámica capitalista, en la cual la producción material ha dejado de jugar un rol fundamental y las finanzas cobran vida propia. Esta posición es defendida por quienes consideran que en el capitalismo existen dos tipos de burguesía, una rentística que vive de la valorización financiera y otra industrial. Para ellos, la pugna pasa entre capital financiero que genera desocupación y un capital industrial que genera desarrollo y desigualdad social. A este planteo lo podemos llamar “fetichismo financiero”.

Por el otro lado encontramos la posición, que defenderemos aquí, de quienes observan el crecimiento de las finanzas y no lo disocian de la acumulación material, pero ven en su crecimiento un síntoma de la crisis. El capital financiero permite expandir la producción sobre la base de ganancia futura. Sin embargo, lejos de tomar vida propia, esta expansión en algún momento deberá adecuarse a la realidad. El hecho de que el capital financiero se expanda por sobre la producción material muestra que las bases del crecimiento del PBI y de la producción industrial están supeditadas a esta expansión que no tiene bases reales. Por lo tanto se puede concluir que la expansión defendida por Astarita como la prueba de que no hay crisis, está sostenida sobre la base de una creciente burbuja que a corto o mediano plazo va a explotar.

Frente a estas dos posiciones, Astarita se coloca en una tercera, más que sorprendente: niega la expansión de las finanzas por sobre la producción material. Astarita no deja de reconocer que el crédito pueda actuar como una estimulante de la producción ante una crisis, pero plantea que no es posible que esto se sostenga en el tiempo. Esta afirmación no la hace a partir de mediciones o de enfrentarse a la situación objetiva que atraviesa el capitalismo, su sustento proviene en que supuestamente Marx en El Capital no plantea que el overtrading (como llama a esta capacidad del capital financiero de expandir la producción en crisis) pueda ser utilizado en el largo plazo. Y como Marx no lo previó, es imposible que ocurra. Pese a su declamación, Astarita vuelve a abstraerse de la economía real.

Para profundizar el debate

En los artículos publicados en Razón y Revolución 15 se puede leer la posición desarrollada de Astarita, Sartelli y de Iñigo Carrera. Los últimos observan, aunque con diferentes herramientas, el curso de la crisis actual y buscan rastrear sus causas en una perspectiva que toma en cuenta la evolución histórica del problema y también observan el creciente aumento del capital financiero, junto con otros autores6, como muestra de una latente crisis. No tenemos espacio aquí para reseñar el debate sobre cómo caracterizan las causas de esa crisis, y sobre todo queda pendiente el análisis de las diferencias políticas de caracterizar que estamos frente a una crisis. Está claro que ese es el debate de fondo. Sin embargo, el planteo de Astarita no podía ser dejado de lado. Desde su lugar de profesor de Cátedra, Astarita lleva al extremo su planteo de que todo aquel que ve una crisis en ciernes es un voluntarista e idealista. Desde allí dirige su argumento contra los partidos de izquierda. Pero, como vimos, el planteo de Astarita termina por omisión repitiendo los partes de propaganda oficialista: como crece el PBI, la economía se expande y no hay crisis. Aunque su postura no busca una apología del gobierno, sino supuestamente ayudar a los revolucionarios, se convierte por izquierda en un arma de confusión. Como mostramos, no por las conclusiones que saca, sino por cómo llega a ellas. Con el aura que le da ser un “reconocido” teórico marxista, Astarita se ha convertido en el referente de muchos activistas y simpatizantes de izquierda que encuentran en sus palabras herramientas para reforzar sus prejuicios a los partidos de izquierda y justificar, ante la hipotética falta de urgencias, la necesidad de militar. Esa guía se muestra como fruto de la gris teoría (mal comprendida) y no del verde árbol de la vida. Como la vida no puede desarrollarse sin la contradicción, desde RyR ponemos a disposición las páginas de El Aromo y de Razón y Revolución para dar curso a la continuidad de este debate.


Notas

1 Podemos encontrar en este grupo a los funcionarios “piqueteros” como Ceballos de Barrios de Pie y Luis D’Elia de la FTV.

2 La desgrabación completa de la mesa debate puede conseguirse en www.razonyrevolucion. org.ar.

3 Astarita, R.: “Crisis crónica del capitalismo y capital dinerario”, en Razón y Revolución n° 15, 1er semestre de 2006, p. 192. Subrayado en el original.

4 Sartelli, E.: “Un mal comienzo. A propósito de la critica de Rolando Astarita” en Razón y Revolución 15, 1er semestre de 2006, p. 210.

5 Iñigo Carrera, J.:”La superproducción general en la acumulación actual y la cuestión de la acción de la clase obrera como sujeto revolucionario”en Razón y Revolución 15, 1er semestre de 2006, p. 194.

6 Para conocer las posiciones de Moseley y Shaikh recomendamos la lectura de Moseley, Fred: “Teoría marxista de la crisis y la economía de posguerra de los EEUU” en Razón y Revolución 14, invierno de 2005 y Shaikh, Anwar: Valor, acumulación y crisis, ediciones ryr, en prensa.

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