Confianza ciega. La Revolución de Mayo y otra respuesta al Nuevo MAS

en El Aromo nº 67

a67santiagorSantiago Rossi Delaney
GIRM-CEICS

El Nuevo MAS ha respondido a nuestras críticas. Eso es bueno, teniendo en cuenta que otros partidos tiraron la toalla tan prematuramente (PO y PTS). No obstante, la insistencia de los compañeros en repetir a Milcíades Peña y la negativa a contrastar sus planteos con la realidad, impide avanzar significativamente en la discusión.

La última respuesta del Nuevo MAS hacia nuestra interpretación de la Revolución de Mayo no permite avanzar hacia un debate serio, ya que no se han contestado ninguna de nuestras críticas1. En vez de promover una discusión histórica que contraste datos, fuentes e interpretación de hechos, se apela a la descalificación, pretendiendo resolver el debate utilizando, nuevamente, a Milcíades Peña como máxima cita de autoridad.
En primer lugar, se nos acusa de repetir lo que dice Abelardo Ramos, por lo que nos ubicaríamos en el arco intelectual del nacionalismo. Por el contrario, hemos criticado la obra de este autor por lo mismo que a Peña, el uso del método “copiar-pegar” en lugar del estudio sistemático de la realidad2. Así todo, ni siquiera compartimos su conclusión general: para Ramos, el “ala jacobina” de las revoluciones de independencia fue derrotada por la oligarquía, por lo que estamos ante una revolución fracasada. Hemos escrito un artículo este mismo año criticando a dicho intelectual. Se hubieran tomado el trabajo de leerlo. En este sentido, las interpretaciones del trotskismo se encuentran más ligadas al nacionalismo que nuestras hipótesis, ya que para todas las corrientes ideológicas nuestro país, y toda América Latina, se caracteriza por la ausencia de una revolución burguesa.
Por otro lado, no renegamos de Peña porque haya escrito hace 50 años, sino por su ensayismo: lee algunos libros y opina. Lo que pase en la realidad, lo tiene sin cuidado. Ahora bien, esos escritos eran notas que escribió para él, para lograr incorporarse al conocimiento existente, no para crear uno nuevo. La izquierda, en cambio, 50 años después no puede presentar un conocimiento certero sobre el problema y se dedica a repetir los apuntes de un iniciado. Ese es el problema. Si creen que Peña tiene razón, deben demostrarlo a partir de la contrastación con fuentes y datos, cosa que no han hecho. Justamente, porque los hechos desmienten esas opiniones.

La revolución incomprendida

Una muestra de cómo no se toman el debate seriamente, es el silencio en torno a nuestra impugnación a la fuente que utilizaron de Posadas para demostrar la escasa participación popular en la Revolución de Mayo. Este hombre, veinte años después, aseguraba no haberse enterado de los hechos de Mayo. Esta fuente la contrastamos con otra afirmación del mismo sujeto, en donde se evidenciaba claramente que sí estuvo al tanto de la crisis que se estaba viviendo, y por lo que sus posteriores dichos eran producto del orden que las autoridades porteñas deseaban instaurar una vez hecha la revolución. También dimos cuenta del armamento generalizado de la población a través de los cuerpos milicianos. Sin embargo, los compañeros deciden pasar por alto aquello sobre lo que no pueden responder.
Dicho esto, es necesario hacer otra aclaración: en Mayo no se produjo simplemente una “revolución social”, sino una burguesa. Toda revolución es social. El asunto es revelar el contenido de clase. La conquista del poder y las guerras de independencia no pretendían consolidar la igualdad social generalizada, sino solamente ubicar a la burguesía como clase dominante y desarrollar las relaciones sociales capitalistas, acelerando así el motor del desarrollo en este momento histórico. Otro concepto muy poco preciso es el de “revolución política”, ya que hace referencia a un cambio de régimen y personal político. Siguiendo esta línea, en la Argentina se han producido decenas de revoluciones, ya que ha habido constantes transformaciones en el personal político de la burguesía. Un cambio de este tipo no puede llamarse revolución, ya que no trastoca las bases de la sociedad, las relaciones sociales de producción.
No obstante los compañeros afirman atender a las relaciones de producción para comprender la sociedad rioplatense, dando como ejemplo una cita totalmente contradictoria. En su planteo, afirman que las relaciones asalariadas eran las únicas existentes antes de la Revolución de Mayo, mientras que en la siguiente frase en la que dicen esto, sostienen que el mercado de trabajo, y por lo tanto el predominio de relaciones capitalistas, tardó más de medio siglo en consolidarse. Esta contradicción la resuelven apelando al “mercado internacional capitalista”, el cual es presentado como un ente omnipresente que dicta lo que debe hacerse y producirse. Su lógica es la siguiente: como mucho antes de 1810 en América ya había comercio con Europa, entonces ya había capitalismo. Siguiendo su planteo, toda producción realizada en América, incluida la minería en Potosí (basada en el trabajo forzoso) y las plantaciones en Brasil (esclavistas) habrían sido capitalistas, solo porque estaban destinadas al “mercado internacional”. Esto ejemplifica el hecho de que son circulacionistas, ya que priorizan el análisis de las relaciones mercantiles a las de producción para definir un sistema.
Su mirada provincialista les impide ver el conjunto del sistema social: la variedad de relaciones sociales (feudales, esclavistas y capitalistas) en el Río de la Plata, se encuentra subsumida al dominio del modo de producción feudal sostenido por la nobleza española. Allí en España es donde está el núcleo de las relaciones sociales feudales (las cuales también se reproducen en América), y ponen bajo su órbita al resto de las formaciones económicas. Esta es la forma en que se entiende un sistema, viéndolo como un conjunto, atendiendo a las particularidades pero relacionándolas, estableciendo a su vez una jerarquía que permite discernir quiénes son los que efectivamente ostentan el poder. Visto de este modo, la burguesía rioplatense era una clase subalterna, explotadora de fuerza de trabajo, pero ajena al control del Estado y con dificultades para expandirse significativamente, debido a las trabas aduaneras y comerciales que les imponía el gobierno colonial, y sus principales beneficiarios, los comerciantes monopolistas. Como se ve, atendemos a las relaciones de producción: el comerciante monopolista obtenía sus privilegios del poder que le otorgaba la nobleza feudal, a diferencia del hacendado que explotaba fuerza de trabajo asalariada y no del “comercio internacional”, como plantea el NMAS.
La diferencia entre un monopolista y un comerciante capitalista es que este último se apropia de parte de la plusvalía al hacerse cargo de la realización del valor de las mercancías que vende. Su negocio está en vender mercancías a bajos precios, para competir de forma favorable en el mercado. Un monopolista en cambio vive de comprar barato y vender caro, esa diferencia recaía sobre el productor, ya sea directo o explotador de fuerza de trabajo, el cual era “estafado” ya que el grueso de las ganancias era apropiado por aquellos que tenían el privilegio de poseer licencias para comerciar con Cádiz, éste no pretende que las actividades productivas se desarrollen, sino que por el contrario, atenta contra éstas. No obstante, el conflicto de clases que dio lugar a la Revolución de Mayo fue entre la  burguesía y la nobleza (española), un conflicto entre clases que se ha desatado a nivel mundial. Los comerciantes monopolistas defendían su privilegio, por lo que se enfrentaban a la burguesía agraria en defensa de la nobleza, esta es la forma que tomó la lucha de clases en este territorio.

Un país hecho a medias

El NMAS opina acerca del desarrollo capitalista sin más recursos que sus impresiones. Esto se observa claramente cuando hablan del latifundio. Los compañeros reproducen una idea que no se han dedicado a comprobar: toda gran propiedad es regresiva y toda pequeña es progresiva. No sabemos cuánta cantidad de tierra es para los compañeros un latifundio. Difícilmente podamos hablar de “latifundio” para 1810. Así todo, para un capitalista, invertir poco y ganar mucho es una virtud, no un defecto. De hecho, no es cierto que los hacendados hayan vivido siempre del ganado cimarrón. Para 1750 la apropiación generalizada de animales sin marca se encontraba prácticamente en desuso, por lo que las estancias producían sus propios animales, abasteciendo no solo la demanda local, sino también exportando. Difícilmente se pueda hablar de la inexistencia de la inversión frente a este panorama3. Al caracterizar a la gran propiedad como parte del “atraso”, podemos inferir una opinión que desconoce el hecho de que toda unidad productiva, para despegar e insertarse favorablemente en el mercado, requiere de una mayor escala. La idea de que la pequeña propiedad es progresiva no es más que un prejuicio sin fundamento.
El NMAS tampoco ha contestado seriamente respecto al endeudamiento externo. Para el NMAS, y para el nacionalismo revisionista, los préstamos financieros son una forma en que el capital imperialista oprime al capital nacional. Sin embargo, dejando de lado el hecho de que las principales potencias imperialistas han utilizado el mecanismo de endeudamiento para financiar sus negocios, una deuda es una transferencia de recursos del país acreedor al deudor. La Argentina ha utilizado esos mecanismos para compensar su falta de competitividad. Este país ha sido, además, un muy mal pagador, algo muy poco digno de una colonia.
Si los compañeros creen que nuestro país es una colonia  y que la burguesía no siquiera crear un Estado soberano, deberían intentar demostrarlo a través de los hechos mismos y dejar de repetir ciegamente lo que han dicho otros. Ya lo dijeron los iluministas en el siglo XVIII: no aceptamos otro conocimiento que no sea el que podamos probar empíricamente. Nada puede estar por encima de la razón. Si a partir de ahora se dedicaran a intentar probar lo que dicen, este debate habrá cumplido uno de sus objetivos.

NOTAS

1 Massacane, Martiniano: “Otra vez discutiendo con Abelardo Ramos. Contra la revisión nacionalista de la Revolución de Mayo”, en Socialismo o Barbarie, 18/5/2012.
2 Flores, Juan y Rossi, Santiago: “El camino del maestro. Un análisis de la obra de Abelardo Ramos” en El Aromo N°64, Enero/Febrero de 2012.
3 Giberti, Horacio: Historia económica de la ganadería argentina, Editorial Raigal, 1954, Bs. As., p. 33-35.

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