Comentario de «Costureras, monjas y anarquistas.» en Crítica de la Argentina. (07/05/2008)

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Costureras monjas y anarquistasCostureras Monjas y Anarquistas en Critica de la Argentina

Costureras, Monjas y Anarquistas

Silvina Pascucci

186 páginas

Ediciones Razón y Revolución

Un desvelo historiográfico: un ajuste de cuentas frente a lo no dicho en los estudios vigentes acerca del desarrollo de la industria del vestido en la evolución del capitalismo argentino. De esta necesidad personales y colectiva partió Silvina Pascucci –licenciada en historia- para confeccionar el libro Costureras, monjas y anarquistas, que analiza el desarrollo de la producción local de indumentaria desde 1890 a esta parte, sin demorarse en vagas generalizaciones ni en descripciones de microscopio que desdeñara la totalidad: las continuidades económico-políticas en medio siglo XX.

Y para ello siguió una tesis: el desconocimiento de las pobres condiciones de vida de “las costureras y los trabajadores de la industria de la confección” durante la consolidación local del capitalismo debilitó los diagnósticos posteriores, al instalar la imagen – falseada del carácter artesanal del tejido y la producción de prendas. Y señala: el régimen de trabajo en los talleres privados, de beneficencia –bajo el beneplácito eclesial- y los domésticos, fue en paralelo a otras actividades de un mismo proceso de explotación en que, hoy como ayer, el hilo se cortaría por lo más delgado.

Pascucci hilvana esta evolución por etapas -con documentos, números y múltiples fuentes cualitativas- del quehacer exhaustivo de tejedoras, sastres y cortadores que dieron forma a la rama del vestido en los albores de la industria local, que requería la disciplina a deshora para asegurar la producción y la ganancia -en el medio, las pésimas condiciones laborales-, debido a la falta de leyes concretas que protegieran a los obreros y obreras de las telas.

Nacido de la tesis de grado de Pascucci, este libro registra el surgimiento de una clase trabajadora tecnificada y el rol que jugó la doctrina social eclesiástica, orientada a atenuar -tranquilizar para perpetuar- los descontentos frente a un moderno sistema de acumulación. A la par, anarquistas y socialistas denunciaban las feroces condiciones laborales y decían: no era un desliz de patrones y funcionarios sino una lógica económica sin freno, en que la burguesía demandaba trajes de alta costura y retribuía con ínfimas pagas, lejos del esfuerzo de hilanderas, costureras y sastres.

Con categorías materiales para el análisis histórico por etapas, la autora emprendió este viaje hacia el rostro distintivo del capitalismo para identificar las causas que impidieron que los obreros pudieran “montar su taller sobre la base de su ahorro personal”, y que determinaron que hasta los niños fueran ejes de la maquinaria. A la vez un estudio económico y una mirada de género, este libro dilucida resistencias contra la explotación lisa y llana; la edificación de una conciencia de clase hecha en la práctica.

Así, Costureras, monjas y anarquistas ofrece una respuesta a la desazón del trabajo eterno en los talleres de costura de todo Buenos Aires: una realidad que aún no parece haber cambiado del todo. Basta, sino, hojear los diarios de los últimos meses.

Links

La Cajita Infeliz (Ediciones RyR,2005), de Eduardo Sartelli, explora las condiciones de explotación y las razones detrás de la producción a contratiempo en distintas ramas de la producción industrial del siglo XXI. Extenso, vital, pero con fuentes precisas y ritmo trepidante.

Asimismo, el trabajo Del Taller a la Fábrica. Proceso de trabajo, industria y clase obrera en la rama del calzado (editado también en 2005), de Marina Kabat, autora en que hizo pie Pascucci durante esta investigación. Lejos pero no tanto, un autor clásico y aún en vigencia, debido a sus análisis exhaustivos en torno a la conformación de las clases trabajadoras, fue Juan Bialet-Masse. Así escribe Todo el esfuerzo por agremiar a las mujeres no fue exclusivo del anarquismo y el socialismo. Como vimos en el acápite anterior, la Iglesia también desplegó un importante arsenal para construir sindicatos de obreras. Los militantes católicos del período promovían la sindicalización de la mujer en organizaciones dirigidas por mujeres, aunque pertenecientes a la “alta sociedad”. En efecto, era muy fuerte el papel asignado a las “señoras distinguidas”, quienes debían cumplir su “deber de posición social”, ayudando a sus “hermanas” menos favorecidas. En los discursos católicos aparece insistentemente una glorificación del sexo femenino (haciendo referencia las mujeres de la burguesía) por la influencia moral y ética que ejercían sobre la sociedad, por su bondad, su capacidad de dar amor, de cuidar a los necesitados, etc.

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