Colorado el 2008

en El Aromo n° 41

Roxana Telechea

Grupo de Investigación de la Clase Obrera – CEICS

A pesar de haber declarado que no iba a utilizar la fuerza contra ningún manifestante, este verano el gobierno K desató más de una cacería contra la huelga del Casino Puerto Madero. Esto sucedió mientras Alberto Fernández le respondía a Macri que los reclamos no se arreglaban con palos. A pesar de los hechos, las movilizaciones no cejaron. El conflicto del casino alcanzó uno de los niveles más altos de enfrentamiento que marcaron la era patagónica. Comprender el proceso implica no sólo una descripción del los hechos más visibles, sino el examen de las condiciones de explotación que impone este tipo de emprendimiento.

Chaleco de fuerza

La intensidad del trabajo es una de las principales características de esta actividad. En principio hay que permanecer de pie varias horas. Por esa razón, hasta una simple reivindicación como tener tiempo libre para ir al baño se convierte en objeto de conflicto. Además, las tareas se realizan en un ámbito cerrado, que suele estar repleto de humo, con clientes muchas veces enfermos por la compulsión al juego, que agreden física y verbalmente a los empleados. En esos casos, obviamente, la empresa no sale a respaldar a los trabajadores. El tiempo de descanso es muy breve y no se respetan todos los feriados. Muchos de ellos trabajan de noche (el casino está abierto las 24 horas). Como consecuencia de esto, es muy “normal” encontrar trabajadores de 20 años que sufren hernias de disco, tendinitis, lumbalgia y otras enfermedades por las que quedan imposibilitados de realizar ciertos movimientos. A esto la empresa responde con “reservas de puesto”, dejando al trabajador enfermo sin su salario para finalmente echarlo pasado un tiempo”.1 Según datos de una encuesta realizada por la Comisión de Salud e Higiene del Cuerpo de Delegados y el Taller de Estudios Laborales las dolencias y enfermedades típicas son: en un 87% problemas en los ojos, 63% problemas en los oídos, 92% dolores de espalda, 73% trastornos digestivos, 73% trastornos respiratorios, 18% abortos espontáneos, 27% nacimientos prematuros.2 A las pésimas condiciones de trabajo se le suman denuncias por abuso de autoridad y trato vejatorio: previo al conflicto se conoció una denuncia probada en la que la justicia laboral obligó a la empresa a indemnizar en $4.000 más intereses a un trabajador, por haberlo obligado a desnudarse para detectar un faltante de caja.3 A todo esto, se agregan condiciones de contrato precarias, horas extra no pagas, domingos y feriados abonados como días normales y salarios congelados hace más de ocho meses. Los problemas descriptos no son exclusivos de este casino, sino que son parte de las condiciones propias de la rama, que se caracteriza por una alta intensidad del trabajo. En Uruguay, los empleados de casinos del Hípico Rioplatense se mantienen desde diciembre de 2007 en conflicto por mejores condiciones laborales y mayores sueldos.4 Recientemente, amenazaron con la toma del casino y el boicot al premio Ramírez si sus reclamos no son escuchados.5 Por su parte, los trabajadores del casino central de Mar del Plata también denunciaron condiciones laborales insalubres y sueldos en negro. Según denuncian en su blogspot, en el antro conviven con ratas, pulgas y cucarachas, techos que se caen, alfombras rotas, humedad, goteras y cables sueltos.6 En Europa, el año pasado en Italia (en noviembre) y en Saint Vincent (en diciembre), los crupiers y los trabajadores de sala fueron a la huelga exigiendo mejoras salariales.7 Estas características del trabajo se combinan con un elemento más: la mayoría de los empleados son jóvenes, una gran parte de ellos, mujeres. Se trata de la explotación de los segmentos más vulnerables del mercado de trabajo. La tasa de desempleo femenino es mayor que la masculina y los mayores índices de desempleo y de pobreza los encontramos en la juventud, cualquiera sea el sexo. Sin embargo, también se trata de la fracción obrera que demostró mayor dinamismo en los últimos quince años. Por lo tanto, el fundamento sobre el cual se desarrolla el conflicto del Casino no es una simple pelea entre sindicatos, ni una explosión de jóvenes violentos o aburridos. Se trata de una consecuencia previsible de condiciones laborales necesarias para la acumulación capitalista en esta rama. Sin embargo, estas características no derivan inmediatamente en el proceso político particular que se desarrolló en el caso estudiado. En este caso, ha intervenido un elemento subjetivo muy particular. El Casino ha desatado una serie de contradicciones encontradas. Repasemos, primero, el conflicto.

Una particular apuesta

En un comienzo, los medios de comunicación intentaron difundir la idea de que sólo era una pelea entre dos sindicatos: ALEARA (Trabajadores de juegos de azar y afines) y SOMU (Sindicato de Obreros Marítimos Unidos). Sin embargo, en una particular conferencia de prensa, los dirigentes de ambos gremios coincidieron en repudiar a los huelguistas. Así, resultó difícil no apreciar que el núcleo del problema se encontraba en otro lado. La historia oficial hace comenzar el conflicto en la madrugada del 9 de noviembre, cuando dos grupos se enfrentaron dentro del casino y rompieron parte de las instalaciones. No obstante, este hecho debería ser puesto en el contexto debido: los trabajadores realizaban una asamblea cuyo objetivo era discutir la reducción de la jornada laboral. A la madruga llegó un grupo de 30 miembros del SOMU con el objetivo de desbaratarla. Los trabajadores los rechazaron en un cruce de fuerzas. Ante este hecho, la empresa mantuvo el casino cerrado 3 días más allá de la obligación judicial y aprovechó ese plazo para enviar 69 telegramas de despidos que, con el correr de las semanas, se transformarían en 102. Los motivos se amparaban en “separar a los violentos”. No obstante, uno de los delegados señaló que “la empresa lo aprovechó para echarnos e intentar romper todo lo que venimos logrando”.8 Efectivamente, los trabajadores del casino habían conseguido arrancarle algunas concesiones a la patronal en los meses previos, como la caja de propinas. Por otra parte, el reclamo de mejores condiciones de trabajo se remonta a mayo del 2007, cuando el casino se mantuvo cerrado durante 40 días por una huelga. En noviembre, el conflicto, se agudizó. Desde ese momento, quedó claro que los dirigentes sindicales se encontraban lejos de los trabajadores: “Proponemos que la gente vaya a trabajar para evitar que continúen los despidos”, dijo a Clarín el secretario general de ALEARA, el macrista Daniel Amoroso. Con el correr del tiempo, la amable “propuesta” se convertiría en una acusación. Por su parte, el movimiento huelguístico sumó un acampe a la entrada del casino y, el 20 de diciembre, otro en Plaza de Mayo. Asimismo, se llevaron a cabo acciones de propaganda: el 3 de diciembre realizaron un “ruletazo” en Acoyte y Rivadavia. Armaron, también, un escrache a Cristóbal López, uno de los propietarios del Casino, en la puerta del Hipódromo, defendido por una patota del gremio de Personal de Hipódromos. Las maniobras para doblegar a los trabajadores combinaron la represión policial, los despidos y el no pago de salarios. El 10 de enero se reabrió por segunda vez el casino y marcharon desde el hotel Bauen, pasando por la Casa de la Provincia de Buenos Aires para confluir en Plaza de Mayo. No estaban solos: participaron integrantes de DANA SPICER, Laboratorio Fresenius, Subte, municipales, Hospital Francés, Zanón, Mafissa, Parmalat y AGD UBA. En el puerto, decidieron bloquear la entrada y salida de vehículos exigiendo el reintegro de todos los despedidos. Cuando la Prefectura intentó evitarlo se produjeron disturbios. El bloqueo se mantuvo y cuatro días después se enfrentaron nuevamente con la Prefectura, a los que se sumó la Policía Federal que intentó desalojarlos. Los enfrentamientos continuaron. Una multitud los acompañó en la marcha desde Parque Lezama. Participaron partidos de izquierda y organizaciones sindicales (militantes de la CTA y del Partido Obrero, empleados de los hospitales Garrahan, Francés y Muñiz, del diario Crónica, del subte y telefónicos). El 30 de enero los trabajadores no despedidos deciden realizar el primero de los tres “chalecazos” luciendo un cartón con su nombre y número de legajo. De esta manera, demostraron la solidaridad con los despedidos y refutaron las afirmaciones del sindicato acerca de la supuesta “minoría de descontentos”.9 Cuando desconcentraban, la Prefectura y la Policía reprimieron y detuvieron a 16 personas. Las detenciones no fueron azarosas: “hicimos un trayecto de 700 metros y ellos nos seguían, fue una cacería. Se notaba que nos tienen fichados porque uno iba marcando a los delegados, les iba diciendo ‘a éste’, ‘al otro’. Los detenidos fueron torturados “nos taparon las cabezas y nos insultaban mientras nos pegaban”.10 La lucha se trasladó hacia la liberación de los detenidos. Luego de conseguir su excarcelación, los trabajadores se reorganizaron y marcharon desde Retiro hasta Plaza de los Ingleses. Desde ese entonces los trabajadores mantienen el piquete y las marchas, así como su cuerpo de delegados y las asambleas.

En el momento y el lugar exacto

Como observamos, el conflicto llegó a agudizarse en forma acelerada. La principal causa es que se desataron allí un cúmulo de contradicciones que emergían de todos sus costados. A las condiciones de explotación sobre una particular fracción de la clase obrera se suman elementos particulares del caso. Por un lado, está el terreno de la política burguesa. La mitad del casino es de Cristóbal López, empresario patagónico íntimamente relacionado con Kirchner. Este personaje cuenta además con la concesión de las máquinas tragamonedas del Hipódromo de Buenos Aires y 17 casinos en todo el país. Es el rey de los juegos de azar: “el Yabrán de Kirchner”, como lo han apodado. El presidente lo benefició también aumentando hasta el 70 % la cantidad de tragamonedas existentes en el hipódromo: de las 3.000 actuales a 5.100. Según informa Perfil, eso le permite aumentar en más de 4.804 millones de dólares sus ganancias. Luego del decreto, López pasó a ganar 6.283 millones; antes, el beneficio era de 1.479.11 Así, un primer conflicto se suscitó a raíz de que López quiere que sus trabajadores se pasen al sindicato K (Moyano). A su vez, el kirchnerismo operó para evitar que ese sindicato quede en manos macristas (Amoroso). Este conflicto se desarrolló sobre un creciente reclamo sindical al que potenció. El estrecho vínculo López-Kircher y la inminencia del conflicto entre sindicatos provocaron una determinación radical en el gobierno de acabar con el conflicto. Es decir, no sólo se jugaban las condiciones laborales, sino la capacidad del gobierno de garantizar sus apoyos y sus acuerdos. En el terreno opuesto, los trabajadores habían desarrollado una comisión interna enfrentada a las direcciones burguesas. En particular, con una importante participación de los partidos de izquierda. Esta comisión llegó a contar con la confianza y el apoyo de los obreros. Ante el conflicto entre dirigencias, estos pudieron intervenir con una política propia que impidió que aquellas pudieran terminar de dirimir sus disputas. Se impuso, en realidad, el conflicto de clase. La razón es sencilla: los obreros del casino habían construido una herramienta sindical con una política acertada y con cuadros formados políticamente. No importa cómo termine momentáneamente la historia, se trata de un hito en las luchas obreras post-Argentinazo que no pasará sin dejar huellas profundas.

Notas

1 Comisión de Salud, Cuerpo de delegados, Trabajadores Casino Buenos Aires (con el apoyo del TEL): “Informe salud y condiciones laborales. Casino Buenos Aires. CABSA-CIESA-UTE. Problemática. Propuestas. Reclamo reducción de jornada”. También entrevista a Luiggi Yañez Alaniz, delegado despedido del Casino flotante.

2 Ídem.

3 Perfil, 01/11/2007.

4 http://enelcasino.blogspot.com/ y http://timbapatria. blogspot.com

5 http://www.teledoce.com/index.php?option=com_conte nt&task=view&id=3568&Itemid=40

6 http://enelcasino.blogspot.com/

7 http://www.po.org.ar/node/13210.

8 Alterntiva Socialista nº 465, 28/11/2007.

9 Sin embargo, los mismos delegados de los sindicatos confiesan que funcionan menos del 50% de las mesas. Número que aún está inflado ya que una gerente había afirmado que sólo funcionaba el 10% de los juegos. Aún así, los manifestantes afirman que ese número es menor y que saben que sólo el 7% de los trabajadores se mantiene en su puesto. Véase http://www.perfil.com/contenidos/2008/01/17/ noticia_0026.html#.

10Entrevista a Pablo Ceballos en Anred.

11Perfil, 3/02/2008.

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