“Caradura. ¡Te robaste todo!” : El país que inventó el escrache vuelve a amenazar con él a sus políticos

en Prensa-escrita

Funcionarios macristas y kirchneristas son víctimas de esta modalidad de protesta. Las razones de una sociedad dividida y desencantada con su clase política.

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Las protestas son comunes en Argentina, pero la polarización política ha hecho que regrese el escrache como una nueva amenaza a los políticos argentinos. Juan Mambrota / Getty Images

La imagen se viralizó en pocos minutos y fue noticia en Argentina y en el resto de los países de la región. En un avión de American Airlines a punto de despegar hacia Miami, un grupo de personas comenzó a hostigar de manera espontánea a uno de los pasajeros. “Ladrón”, le gritó uno, a pocos centímetros de la cara. “Caradura. ¡Te robaste todo!”, se sumó otro. “Que lo bajen… Que lo bajen…”, proponía un tercero, con una sonrisa sarcástica y aplaudiendo.

Carlos Zannini, exencargado de la Secretaría Legal y Técnica durante los 12 años de kichnerismo y candidato a vicepresidente en las últimas elecciones, permanecía inmóvil y callado en su asiento, con ganas de despegar y terminar con el mal momento.

Algunas semanas antes, durante la inauguración de un festival de cine, el ministro de cultura de la ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, recibió una silbatina generalizada de cineastas, periodistas y empleados de su área. “Sos una vergüenza para la cultura porteña”, le dijo alguien al ministro. El dirigente del macrismo había negado la existencia de 30 mil desaparecidos durante la última dictadura y sugirió que esa cifra había sido “arreglada” para “conseguir subsidios”.

El escrache se convirtió en una modalidad de protesta frecuente en la Argentina. Lo sufren políticos que formaron parte de la gestión kirchnerista y del actual macrismo, que llegó al poder hace apenas cuatro meses. Algunos son en espacios tan herméticos como un avión. Y otros en actos públicos, con presencia de políticos, que cada vez pueden moverse con menos facilidad por las calles.

Estas agresiones tienen lugar en el marco de una sociedad polarizada y exasperada con la clase dirigente. Lázaro Báez, un empresario radicado en la Patagonia muy ligado al kirchnerismo, está preso por lavado de dinero, asociación ilícita y encubrimiento. Por otra parte, los Papeles de Panamá salpicaron la figura delpresidente Mauricio Macri y de varios de sus funcionarios.

HIJOS, los inventores

En los años 90, la agrupación de derechos humanos HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) instauró la modalidad de protesta y el término escrache en el país. Sus integrantes se organizaban para ir a la casa de procesados por los delitos cometidos durante la dictadura, que habían sido puestos en libertad. Hablaban con los comerciantes del barrio, les contaban el prontuario de su vecino y hacían actos de repudio en la puerta de su vivienda. Con el tiempo, la modalidad se hizo famosa en otros países. Y hoy, en otro contexto y en otra Argentina, el escrache cambió su razón de ser.

“El escrache supone algún tipo de violencia. En aquellos años, estaba cerrada la vía judicial para resolver los crímenes cometidos por represores. HIJOS reclamaba la reapertura de los juicios mientras realizaba estas acciones para que el barrio sepa que ese señor había torturado, matado o robado bebés. Se buscaba instalar en el espacio público la demanda de una justicia legal. El contexto era de impunidad. No había proporción entre la violencia recibida durante la dictadura y el acto de escrache, con pintura y huevos”, contó Santiago Cueto Rúa, sociólogo y especialista en la historia de la organización.

Argentine President Cristina Fernandez de Kirchner (R) looks at Buenos Aires City Mayor Mauricio Macri, before delivering a speech at the stock market building in Buenos Aires on August 2, 2012. Argentina announced that on August 3, 2012, it would pay a bonus of 2,300 million dollars, ending the "corralito" (little corral), eleven years after the government confiscated 70,000 million dollars during the worst economic fall of its history, while in Spain the financial crisis wakes up fears of the setting up of a bank clamp also. AFP PHOTO / JUAN MABROMATA (Photo credit should read JUAN MABROMATA/AFP/Getty Images)

La apertura de investigaciones a Macri y Fernández ha polarizado más a la sociedad argentina. Getty Images

El proceso judicial contra funcionarios y aliados del kirchnerismo y la crisis de Argentina es clave para entender ese tipo de acción directa. “Aparecen como una forma de justicia no institucional. En los 90, las víctimas fueron militares; ahora son los funcionarios del ex gobierno y del actual, que está en una encrucijada. El proceso judicial está preocupando a todos los intereses. Hay muchísimos empresarios que aparecen con una cuenta off shore”, analizó Sebastián Cominiello, investigador del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS).

A cuatro meses de la asunción de un presidente que no logra construir confianza, los problemas más acuciantes de la Argentina siguen siendo los mismos: la corrupción, el desempleo y la inflación, que en abril fue del 7%, la más alta desde 2002. Algunos analistas sostienen que, si no aparecen las soluciones y siguen los ajustes, los escraches al macrismo no tardarán en llegar.

“La modalidad del escrache me parece espantosa, ominosa, brutal y fascista. Pero prosperan porque hay una dirigencia política que no aporta soluciones de fondo y la gente está enojada. Macri llegó con la promesa de cambiar un sistema que construyó el peronismo durante casi 15 años. Los problemas del país son graves. Aunque no veo un contexto de colapso como sucedió en 2001, los escraches contra dirigentes del macrismo aparecerán pronto. Los políticos deberán salir a la calle disfrazados”, cree Ignacio Zuleta, consultor político y docente.

Una clase política desacreditada. Políticas públicas que no resuelven los problemas urgentes. El desprestigio del gobierno kirchnerista -la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner es una de las imputadas en la causa por lavado de dinero- y un macrismo con poco margen de error, aunque recién haya asumido. Ese cóctel da como resultado un humor social crispado. Y los escraches, cuestionados pero frecuentes, comienzan a brotar en una Argentina siempre convulsionada.

 

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