Camionero suelto. La fractura de la CGT y las nuevas alianzas sindicales

en El Aromo nº 65

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La fractura de la CGT y las nuevas alianzas sindicales
Nicolás Grimaldi
LAP-CEICS

Las relaciones entre la CGT y el gobierno cambiaron desde las elecciones. Ahora, Cristina parece preferir una conducción sindical ligada al menemismo. ¿Esto va a modificar el mapa político? ¿Cuáles son las nuevas alianzas en marcha? En este artículo le contamos.

A tan solo una semana de la elección nacional que la arrojó como ganadora, Cristina anunciaba el inicio del ajuste. La quita de subsidios va a redundar en el aumento de los servicios públicos, incluyendo el transporte. En su asunción del 10 de diciembre, la presidente dijo, entre otras cosas, que “hay derecho a huelga, pero no de extorsión”, unas palabras dirigidas al sindicalismo en general y a Moyano en particular. Cinco días después, el camionero respondió con un masivo acto en Huracán donde declaró: “ahora resulta que cuando hay un legítimo reclamo como hacen los trabajadores es una medida de extorsión, de chantaje. Los trabajadores no extorsionan, reclaman lo que les corresponde”. También sostuvo que se intentaba crear “un manto de sospecha” sobre el manejo de las obras sociales. Reivindicó el derecho de los trabajadores a proteger su poder adquisitivo, pero también se mostró como el defensor de los privilegios de la dirección sindical en el manejo de las obras sociales, lo que se traduce en un ataque a la salud de los afiliados. En el acto estuvieron presentes sus hombres más leales dentro de la CGT: Omar Viviani (Taxistas), Julio Piumato (Judiciales), Omar Plaini (canillitas), Juan Schmidt (Dragado) y dirigentes aeronáuticos como Ricardo Cirielli y Jorge Pérez Tamayo.
A los pocos días se produjo una nueva reyerta entre la CGT y el gobierno. El gremio de camioneros reclamó a la empresa Correos del Sur S.A. por la reincorporación de despedidos. El conflicto devino en un corte en Puerto Madero. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, sostuvo que esa acción se trataba de un “apriete” que no tenía sentido, ya que un día después había una reunión en su ministerio para tratar el tema. Ese conflicto lo dirigía Pablo Moyano, quien sostuvo que “muchos en el gobierno lo están negando, pero se está implementando una política de ajuste”, acusó a la administración nacional de no actuar rápidamente en los conflictos sindicales y reiteró que “no hay diálogo” con la presidenta Cristina Fernández. Finalmente acusó al Ministerio de Trabajo de permitir que se lleven por delante “los salarios y conquistas de los trabajadores”. Luego de la enfermedad de Cristina, Hugo Moyano le envió una carta donde le pedía ciertas reivindicaciones como la suba del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, el fin del trabajo en negro, la cancelación de la deuda que el Estado mantiene con las obras sociales y la ampliación de la asignación por hijo.
Las paritarias de este año también fueron un escenario de conflicto con el gobierno. Desde la Casa Rosada querían poner un techo de 18% de aumento, a lo que Moyano respondió que “si va a haber un límite y no se puede superar un porcentaje, que lo saquen por decreto (al aumento salarial) y se acabó el circo de la discusión”. Hasta ahora, dos de los gremios leales a él, el de Obreros Textiles, y el de Aceiteros consiguieron, con quite de colaboración mediante, aumentos del 28% y 24% respectivamente, que ya están homologados por el Ministerio de Trabajo. Los sectores de la CGT más allegados a Moyano también buscaran romper esa barrera del 18%, como es el caso del gremio de Canillitas. Si bien las paritarias siempre son un escenario de conflicto, en este caso esta fractura parece exceder estas pequeñas disputas. En este sentido, Moyano, sabiendo que el Estado está implementando un ajuste fiscal instó, en un almuerzo realizado en la sede de Azopardo, a 302 obras sociales para que inicien juicios al Estado por los 12 mil millones de pesos adeudados.

Fracturas hacia adentro

Moyano llegó a la CGT en 2004, cuando se creó el conocido Triunvirato. Junto a Hugo, se ubicaban Lingeri y Rueda, en un acuerdo más bien frágil entre todas las facciones. Ese mismo año, el camionero terminó con ese engendro poco operativo y desplazó a sus dos acompañantes. La conducción moyanista es, en realidad, un producto del Argentinazo y ha sido parte imprescindible del ciclo bonapartista. Por lo tanto, al cerrarse dicho proceso, es lógico que su lugar esté cuestionado. El gobierno necesita otra conducción gremial para las nuevas tareas está emprendiendo. A su vez, el giro del gobierno amenaza a dejar sin base a la conducción reformista de Moyano, que depende de las concesiones que ha hecho el bonapartismo.

Ya en octubre del año pasado, los llamados “gordos” (Cavalieri, Lescano, West Ocampo y Maturano) querían adelantar las elecciones. Los “gordos” vieron como se le fue recortando su poder y fue perdiendo llegada al Ejecutivo Nacional. También le cuestionan que no pudo imponerle al gobierno candidatos de la CGT para las últimas elecciones. En la sede de UPCN, se juntaron Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Amadeo Genta (municipales porteños), Roberto Fernández (UTA) y Carlos Sueiro (Aduana) con la idea de avanzar en la construcción de un acuerdo sobre una fórmula de conducción y sobre la posibilidad de adelantar la elección del Secretario General. No hubo acuerdo para el segundo punto, pero sí en el candidato: Gerardo Martínez. Las denuncias sobre sus vínculos con el batallón 308 en la época de la dictadura los dejaron sin nombre.
La respuesta de Moyano fue claramente política. Primero confirmó su renuncia a la presidencia interina del PJ bonaerense y luego retiró a su gente del partido y del FPV. Se han ido Mancini, secretario general de los trabajadores del CEAMSE, quien era diputado bonaerense. Lo mismo hizo Miriam Lomocano, de Camioneros, y Abel Frutos, de Panaderos, quienes ocupaban cargos en el PJ. A estos hay que sumarles los gremialistas que ocupaban cargos suplentes dentro del partido como Juan José Moreyra, de la Juventud Sindical, y Carlos Pesce y Viviana Tolosa, de Camioneros. Es decir, estamos en una fractura en toda la regla.
El kirchnerismo y los “gordos” ya habrían decidido el candidato para reemplazar a Moyano. Se trataría de Antonio Caló quién es bien visto por el gobierno. Su gremio ha sido uno de los que más creció desde 2003 a la fecha. A su vez, es visto como un enlace con los dirigentes más díscolos. A diferencia de Martínez, no pertenece al riñón de los “gordos”, pero sí puede ser un puente entre ellos y los “independientes”. Asimismo, a diferencia de Martínez o Lescano, no está identificado con el menemismo, por lo que podría eludir las denuncias de la que hubiese sido objeto cualquier “gordo”. El propio Caló, por su parte, mostró su satisfacción por la candidatura ofrecida.

¿Una nueva Alianza?

¿Qué piensa hacer Moyano? En primer lugar podría intentar un acercamiento con Barrionuevo quien, luego del discurso brindado por el camionero en Huracán, sostuvo que “después de escucharlo, mi Secretario general en la CGT es Hugo Moyano”1. Dijo, también, que quiere una unificación de la CGT (recordemos que la Azul y Blanca está afuera). Además, el gastronómico agregó que si Moyano no tiene diálogo con el gobierno deberá emprender un plan de lucha, y que si toma ese camino, él lo apoyaría2.

Moyano comenzó, también, un acercamiento con la CTA de Micheli, quien estaría dispuesto a entablar una alianza con la fracción “moyanista” de la CGT y algunas organizaciones, como Barrios de Pie. Micheli dijo que Moyano le planteó la necesidad de “unir fuerzas” para enfrentar el ajuste. El dirigente de Barrios de Pie, Daniel Menéndez, pidió una reunión con Moyano, a través de su hijo Facundo, para coordinar acciones. Barrios de Pie y la CTA de Micheli ya acordaron una movilización al Ministerio de Desarrollo Social para fines el 14 de marzo, donde se exigirá un aumento del 50% de los sueldos del plan “Argentina Trabaja”. Moyano mostró su intención de participar, pero encontró una oposición en sus propias filas, Viviani y Plaini hicieron público su descontento con lo que consideran un “giro a la izquierda”. De esta forma, comienzan a aparecer quiebras en el moyanismo.
La madre de todas las rupturas internas es una acariciada aspiración de Moyano: crear un Partido de Trabajadores (PT). Ello requiere una serie de alianzas políticas que lo alejan del peronismo e, incluso, de la conducción sindical, al menos circunstancialmente. Entre los posibles aliados están el FAP, Proyecto Sur y todo lo que pueda recolectar allí (MST y PCR). Todo esto, sin contar la CTA de Micheli, apadrinada por De Gennaro, quien quiso y hasta ahora no pudo llevar adelante ese proyecto. El PCR anticipó su beneplácito, por boca de su dirigente Otto Vargas3. En el mismo tono se explayó Vilma Ripoll4.  Más allá de que el proyecto del PT se concrete o no, lo cierto es que el giro del gobierno provoca el amontonamiento del reformismo en un espacio común.
El Frente Amplio habría comenzado una negociación con vistas a la confección de listas para las elecciones de diputados del año que viene. Alicia Ciciliani, diputada nacional del FAP dijo abiertamente: “Estamos abiertos a otorgar espacio en nuestra lista a la CGT por una cuestión de principios y de programas. Ojo, no a Moyano sino a la CGT, y a la CTA también”5. Sería cuestión de que no aparezca el nombre de Moyano nomás. A este espacio también podría llegar alguna fracción del radicalismo, siempre y cuando abandone sus coqueteos con Macri y De Narváez.
Lo cierto es que el gobierno comenzó la expulsión de los elementos ligados a la clase obrera. Antes fue Barrios de Pie y la mitad de la CTA. Ahora está dispuesto a quebrar la CGT en una acción arriesgada. Ese movimiento está configurando un espacio para la reedición de la Alianza. A diferencia de su antecesor, este conglomerado no cuenta con partidos de oposición estructurados y sólidos, como lo fue el FG y la UCR en su momento.
La formación de un PT a partir de la organización sindical y la construcción de una nueva Alianza son dos caminos diferentes. El primero implicará la organización política de una fracción importante del proletariado en torno a un programa reformista y planteará un desafío político para la izquierda, en la medida en que las masas tengan una estructura política que se referencia con la clase. Una Alianza, en cambio, será el intento de capitalizar el creciente descontento para un recambio del personal político. Lo cierto es que estamos ante el inicio del fin del ciclo kirchnerista. A diferencia del proceso anterior (fines de los ’90), lo que observamos es un acercamiento cada vez mayor de partidos que se reclaman de izquierda (PCR, MST) hacia posiciones cada vez más ligadas al régimen. Este contexto ofrece una importante posibilidad de desarrollo político a la izquierda, siempre que logre delimitarse de esta nueva Alianza y sepa salir a su combate.

Notas

1 Véase http://tn.com.ar/politica/00076235/barrionuevo-mi-secretario-general-es-hugo-moyano.
2 Véase  www.eltribuno.info/salta/117311-Barrionuevo-condiciona-su-apoyo-a-Hugo-Moyano.note.aspx.
3 Véase  www.pcr.org.ar/nota/partido/viva-el-44-aniversario-del-pcr-de-la-argentina.
4 Entrevista de Fernando Abel Maurente, disponible en www.cadenamarianomoreno.com.ar/?p=26547.
5 Declaraciones de Alicia Ciciliani a La Política Online, disponible en www.lapoliticaonline.com/noticias/val/79848/binner-le-ofrece-a-moyano-lugares-en-sus-listas-de-diputados.html.

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