Antes de la tormenta – Entrevista a Carlos Flaskamp

en El Aromo n° 21

Antes de la tormenta. Entrevista a Carlos Flaskamp

Carlos Flaskamp1, militante de izquierda con una larga trayectoria, si bien desde 1968 participará en una serie de grupos clandestinos (Guerrilla del Ejército Libertador GEL-, Fuerzas Armadas Revolucionarias FAR- y Montoneros), inició su militancia política en 1958. En 1960, luego de romper con el posadismo2, entra en contacto con los sectores denominados como “Nueva Izquierda” con los que formará el MIRA (Movimiento de Izquierda Revolucionaria Argentina). En esta entrevista, Flaskamp contradice la idea de que en los años ’60 esa “Nueva Izquierda” representó una nueva forma de hacer política, más horizontal y democrática que la de los partidos “tradicionales”.

¿Cuáles eran los objetivos que se planteaban a la hora de construir el MIRA?

Bueno, nos considerábamos una nueva izquierda porque estábamos todos bastante en contra
de la tradición estalinista del Partido Comunista y mucho más del Partido Socialista, con el
que discrepábamos totalmente. Tampoco coincidíamos con el trotskismo, aunque tomábamos muchas cosas de la crítica trotskista al PC. No nos planteábamos la lucha armada.
Nos planteábamos, sí, desarrollar un línea revolucionaria, con una política de masas en el
movimiento obrero, entre el estudiantado, en todos lados. Nos planteábamos la construcción del Partido. El tema básico era la construcción del Partido. Había dos áreas temáticas: la construcción del Partido y el carácter de la Revolución. Sobre el carácter de la Revolución apenas se habló. Toda la discusión giró siempre alrededor de la construcción del Partido.

¿Qué tareas concretas se dieron cuando conformaron el MIRA?

Teníamos gente en el frente estudiantil, en barrios y en algunos frentes sindicales también,
en ferroviarios, en textiles. Iniciamos un proceso de construcción partidaria al estilo tradicional, con sus frentes, había una secretaria sindical para discutir el trabajo en los frentes gremiales. La construcción tenía un corte de tipo estudiantil en sus miembros. Teníamos una revista que se llamaba y después En Marcha publicamos un periódico que creo que se llamaba, del que salieron pocos Liberación números. Esto es en el ’62. Había grupos, como los disidentes de Praxis del sector dirigido por Juan Carlos Cibelli, que eligieron emprender la tarea de construir un destacamento militar especializado.

¿Cómo lo veían Uds.?

Ellos querían desarrollar eso y nosotros no teníamos una posición cerrada con respecto a lo militar y no nos planteamos, en esa etapa, la lucha armada. En el MIRA se resolvió que era
necesario plantearse cuál era el problema militar de la revolución argentina. Hasta entonces nos habíamos planteado la cuestión tradicional, partido, eventualmente frente de clases, pero todavía buscando un partido representativo de la clase obrera y no nos habíamos planteado la cuestión de la lucha armada. En el MIRA se resolvió que esta cuestión había que planteársela, pero no se tomó partido ni por una estrategia guerrillera ni insurreccional.

Esta experiencia estaría contradiciendo la visión hoy dominante de esa Nueva Izquierda, porque estaría más bien reflejando la reproducción de las formas de la Vieja Izquierda…

Sí, es así, efectivamente. Hay distintos grados de crítica a la vieja izquierda, aún los que
criticaban el verticalismo. De todas maneras, en algunos casos, lo terminaron adoptando
cuando ellos mismos pasaron de la crítica a la construcción efectiva de un grupo. Yo nunca vi un partido que se planteara el centralismo democrático y que fuera democrático. O sea,
todos criticábamos que en el PC no había democracia. Esa era la crítica generalizada, que
no se permitían las tendencias internas, las críticas, etc. Pero cuando se construyó algo,
muchos dijeron, “bueno, pero de todas maneras tiene que haber centralismo democrático” y
terminaba siendo más centralista que democrático.

El MIRA surgió de una ruptura entre grupos distintos de Praxis que militaban en Capital y en La Plata. ¿Cuál era la base de la disidencia?

Podría decir que nosotros éramos más rígidos en la tendencia política de los grupos marxistas, en función de la construcción de Partido y a los de La Plata nosotros los considerábamos oportunistas. Teníamos diferencias en cuanto a las tácticas a llevar adelante frente al peronismo. En las elecciones del año ’62, de Framini, se reflejó algo de lo que había ocurrido en las discusiones sobre la construcción del partido. Porque una de las preguntas clave era qué determina el carácter de clase del partido. Había dos posiciones. El compañero Lima, que era del grupo El Proletario, planteó que el carácter de clase del partido lo determinaba la subordinación a los intereses históricos de la clase obrera. Es la posición a la cual nosotros adheríamos. Y los de La Plata, junto con la gente que venía de Palabra Obrera, se inclinaban más a ver el carácter de clase del partido determinado por el origen de clase de los miembros. La gente de La Plata, planteó apoyar tácticamente a los candidatos obreros del peronismo. Sólo a los candidatos obreros, que eran muchos en esa elección, porque Framini y unos cuantos más integraban las listas de la Unión Popular. En ese momento se podían tachar nombres en las listas, no como ahora. Vos votabas y tachabas a los que no querías. Entonces ellos iban a votar a la Unión Popular, tachando a todos lo que eran del aparato político. Y nosotros no estábamos de acuerdo con eso de apoyarlos porque fueran candidatos obreros. Entre nosotros hubo también dos posiciones3. Altamira planteó el voto en blanco y un sector, en el que estaba yo, planteó apoyar al peronismo, tácticamente, en esa elección. Pero no nos movíamos en función del origen de clase de los candidatos, sino por lo que creíamos que representaba el peronismo en ese momento, políticamente.

¿Por qué se van del MIRA?

Hacia 1965 nosotros nos vamos y tiempo después nos incorporamos a un partido
maoísta, surgido de la división del Partido Socialista Argentino de Vanguardia. Cuando el PSAV se divide hay varias líneas y una, que al principio era pro-soviética y después se hizo
pro-china, adoptó el nombre de Partido del Trabajo, dirigido por un compañero llamado Abel Koliechic… El grupo que se separó conmigo del MIRA tuvo una experiencia con PT, duramos menos de un año ahí, al final terminamos rompiendo también. En el ínterin se había producido el golpe de Onganía. Habíamos discrepado, sobre todo con el sectarismo de este grupo. Era un grupo que tenía una vida interna muy absorbente, había mucho centralismo y poca democracia, todas esas características de la vieja izquierda. Estábamos ante una nueva situación política, la dictadura de Onganía, y yo personalmente empecé a ver cada vez con más simpatía, la línea de la lucha armada y el foquismo (la expresión foquismo no tenía, en esa época, el sentido negativo que se le dio después). Era una estrategia, una forma de encarar la lucha armada. Así que este grupo que rompió con
el PT, entre los cuales estaba yo, se fue poco a poco disgregando. Finalmente después de un
tiempo, algo menos de un año, nos incorporamos a un grupo armado.

Notas

1Carlos Flaskamp, es autor de Organizaciones políticos militares. Testimonio de la lucha armada en la Argentina (1968-1976), Ediciones Nuevos Tiempos, Argentina 2002.
2Posadismo hace referencia a la corriente trotskista dirigida por Posadas, que en esos años conducía al Partido Obrero Trotskista.
3 Se refiere a Jorge Altamira, actual dirigente del Partido Obrero.

 


La nueva vieja izquierda

“Nueva izquierda” es una categoría utilizada por intelectuales burgueses en busca de la creación de un cánon, de una historia que justifique su propio lugar. Silvia Sigal, Horacio Tarcus y Oscar Terán, entre otros, han dedicado años de trabajo a construir un mito, una “tradición selectiva”, basada en las supuestas “novedades” portadas por dichos grupos. Entre ellas, estarían el “horizontalismo” (producto de la crítica a la estructura partidaria de la “izquierda tradicional” -comunismo, socialismo) y la revisión de los elementos del marxismo que se consideran “dogmáticos”. A esto suman la “relectura del fenómeno peronista”, es decir, la asunción por parte de estas organizaciones de la vacancia dejada por Perón, “disponible” para cualquier personal que enarbolara las banderas del “movimiento”.
Todos estos elementos son, para estos intelectuales, la base de una renovación en la “cultura de izquierdas” en la Argentina en la década del ’60. El error, lo que habría llevado a estas organizaciones al fracaso, habría sido su acercamiento a la violencia política en la década posterior. Para discutir estas ideas, en el mes de septiembre de 2004 realizamos, en el marco de las IV Jornadas De Investigación Histórico-Social de Razón y Revolución, la mesa El debate entre la «Vieja» y la «Nueva» Izquierda. Los problemas del partido revolucionario en Argentina. En dicha mesa se hicieron presentes dirigentes de diferentes organizaciones de izquierda de la década del ’60: Pablo Heller, del Partido Obrero; Eugenio Gastiazoro, del Partido Comunista Revolucionario y José Vazeilles, titular de la polémica cátedra Historia Social General (B) en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y antiguo cuadro de dirección del Movimiento de Liberación Nacional (MALENA). Se presentaron, además, trabajos de investigación de integrantes de nuestro Grupo de Investigación de la Izquierda en la Argentina (GIIA) y de otros investigadores. La mesa tenía como intención introducir el problema de la necesidad del partido revolucionario, con el objeto de poner a debate la hipótesis central de nuestro grupo de investigación: el fracaso de la fuerza social revolucionaria que enfrentó objetivamente al régimen capitalista entre 1969 y 1976, se debe, entre otras cosas, a su fragmentación, es decir, a la ausencia de un Estado Mayor. Es nuestra hipótesis también, que esa “nueva izquierda” contribuyó a esa fragmentación, al rechazar la forma de organización leninista y al caer en el militarismo cuando se dio cuenta de la inutilidad de su crítica formal a la “vieja izquierda”. Es decir, lo que para Tarcus, Sigal y Terán es un acierto, para nosotros es la causa del fracaso. En el marco de nuestras Jornadas, José Vazeilles, protagonista de aquella “nueva izquierda”, hizo un significativo balance: “Yo tengo la impresión de que los grupos más dispersos y numerosos no cumplieron su promesa de renovación, no tuvieron un desarrollo hacia una concreción organizativa, sobre todo de las cosas que implicaba Razón y Revolución, la mesa El debate entre la n su crítica a la izquierda tradiciona «Vieja» y la «Nueva» Izquierda. Los problemas del l. La nueva izquierda no logró ser democrática, y, partido revolucionario en Argentina. En dicha mesa en términos de grupos más chicos, se hicieron presentes dirigentes de diferentes reprodujeron el autoritarismo de Codovilla o de Repetto. Las organizaciones continuaron con un debate político particular Gastiazoro, del Partido Comunista Revolucionario rmente débil, no se ocuparon suficientemente del debate teórico práctico, del análisis de las e cátedra Historia Social General (B) en la experiencias de sus propios militantes, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y y, sobre todo, de una renovación de la teoría, antiguo cuadro de dirección del Movimiento que era lo más difícil.”

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