Algo más que corrupción… Madres y la política asistencial del gobierno

en El Aromo nº 61

HebeTamara Seiffer
Grupo de Investigación de la Lucha de Clases-CEICS

En el número anterior de El Aromo presentamos elementos que dan cuenta de la expansión que el sistema de asistencia social ha tenido en los últimos años.1 Allí afirmamos que este gigantesco aparato juega un doble papel: produce fuerza de trabajo barata para el capital y se constituye en mecanismo de construcción de hegemonía. Hace varias semanas, saltó a la escena pública el “caso Schoklender”. Se acusa al apoderado de Madres de quedarse con dineros públicos. Todas las discusiones giraron en torno a si el sujeto puso o no la mano donde no debía y si Hebe sabía o no. Sin embargo, lo que pocos han investigado es un problema aún mayor: el lugar de la política de viviendas en general, y el de Madres en particular, en el proceso de reconstrucción del Estado, luego de la crisis del 2001, así como también sus límites.

Menos que Menem

El kirchnerismo suele ufanarse de haber iniciado una completa renovación en la política de viviendas. Veamos si es cierto. El Estado argentino desembolsó durante las últimas tres décadas un promedio anual de 1.366 millones de pesos en concepto de Vivienda y Urbanismo (ver gráfico Vivienda y urbanismo…). Hasta el año 2003, cuando se crea el Plan Federal de Construcción de Viviendas, casi toda la política habitacional era canalizada a través del Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI),2 creado en 1972 (Ley 19.929)3 e instrumentado en plena dictadura militar, en 1977 (Ley 21.581).4 Su administración estaba centralizada y el objetivo principal consistía en la erradicación de villas y asentamientos.

Hasta 1991, el FONAVI se financiaba principalmente con impuestos sobre el salario y cargas patronales. Luego de esa fecha, se reemplazó por un impuesto a los combustibles líquidos y al gas natural y se establecía un mínimo que, de no alcanzarse, debía ser cubierto por el Tesoro Nacional (Ley 23.966).5

En 1995, una nueva ley (24.464) reestructuró el FONAVI con la creación del Sistema Federal de la Vivienda. Esta ley establece una descentralización en dos sentidos: los fondos se transfieren hacia las provincias y la Ciudad de Buenos Aires, y la ejecución hacia los municipios y ONGs o cooperativas (lo que implica una privatización de la gestión).6 Por lo tanto, la dinámica kirchnerista de asistencia en vivienda es una continuación de lo dispuesto bajo el menemismo.

En el contexto de la crisis económica de 2003, el gobierno lanza el ya mencionado Plan Federal de Construcción de Viviendas, que encuadra un conjunto de programas7 y asigna fondos adicionales por unos 125 millones de dólares anuales.8 En algunos casos, además, se suman aportes de impuestos provinciales dirigidos específicamente a la vivienda, como el FOPROVI en la Provincia de Buenos Aires.

Los Programas Federales, fueron reemplazando al FONAVI en importancia, tanto en términos de la inversión como en cantidad de viviendas construidas (ver Inversión según Plan…). Un análisis de la evolución de largo plazo, sin embargo, permite observar que la construcción promedio anual en la era K, aún no alcanza las unidades construidas durante el menemismo (ver gráfico Viviendas terminadas…). Con poco, este gobierno, sin embargo, se llevó mucho.

Sueños ¿compartidos?

La posibilidad de destinar fondos para la construcción de viviendas a través de organizaciones no gubernamentales y, a la vez, la capacidad de disponer de fondos adicionales por el aumento de la recaudación fiscal, producto del relativo crecimiento económico,9 le abre al kirchnerismo una enorme oportunidad para construir una base social sobre la cual erigirse y explica la importancia que cobran organizaciones como Cáritas, Tupac Amaru y Sueños Compartidos en la asistencia habitacional.10

Como el lector ya sabrá, Sergio Schoklender era, hasta hace pocas semanas, el apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y responsable de Sueños Compartidos, proyecto del organismo destinado a la construcción de viviendas sociales que se enmarca en el Plan Federal mencionado. Este plan se puso en marcha en el año 2006 y su objetivo habría sido “insertar a personas que están fuera del mercado laboral y que viven en la marginalidad, capacitarlas y convertirlas en trabajadores formales, para que tengan la posibilidad de acceder a una vida digna”.11 Para la construcción de la vivienda se usa el “sistema italiano”, que consiste en la edificación con paneles de poliestireno expandido (Telgopor), que tendrían, entre otras, la ventaja de la sencilla manipulación y colocación.12

Según nos ha informado un ex trabajador de Madres13 el proyecto se organiza en diversas áreas: arquitectura, administrativa, social, educativa y territorial. Además del personal contratado para las áreas, existe la figura del “referente político” (también contratado directamente por Madres): se trata de punteros de los barrios en los que se inserta el proyecto, algunos de los cuales trabajan en las obras. Tanto en la selección de las familias a quienes se les adjudica la vivienda, como en la de los trabajadores, no hay criterios unificados establecidos. La entrega de viviendas queda a cargo del área territorial y de los “referentes políticos”. El encargado de obra, junto a estos últimos, se ocupa de contratar gente.

El proyecto ocupa entre 5 mil y 6 mil puestos de trabajo, con una jornada laboral de 10 horas diarias (de 7.30 a 17.30 hs) y, dependiendo de la categoría (oficiales, medio-oficiales, capataces, plomeros, electricistas, etc.) con salarios que se ubican entre los 900 pesos y 1800 pesos por quincena.14 Según La Nación, el número de trabajadores ubicaría a Sueños Compartidos como la segunda empresa constructora del país.15 Respecto del carácter del proyecto, nuestro entrevistado señala que los trabajadores tenían los mismos problemas que en cualquier empresa capitalista:

“Hay muchos hijos en estas capas, y hay mucha necesidad de salir del trabajo por médico, y todo esto no está contemplado. Pierden muchas horas de trabajo y pierden mucha guita. Ni hablar de toda la situación documental que los trabajadores tienen que resolver […] La obra social [Construir Salud, de UOCRA] trabaja de 9 a 18. [Los trabajadores] salen a las 17.30. No llegan a los turnos de la obra social pedido con 50 meses de anticipación. […] El presentismo es mucha plata y se considera como parte del sueldo, cuando en realidad, el presentismo es el presentismo, no es parte del sueldo. Había muchos problemas con el cobro en general y en especial con aquellos trabajadores que les costaba más sostener el trabajo, que en los barrios son muchos”.

Ante esta situación la Fundación se plantea la necesidad de que “los trabajadores entiendan que esto no es una empresa”. Pero nuestro entrevistado señala:

“La realidad es que su forma jurídica es la de una empresa y aunque ideológicamente no quieran ser una empresa, en la realidad funciona como una empresa. Entonces se nos pide que tratemos de bajar que no es una empresa, pero la discusión nuestra es que no podemos hacer esto desde el discurso. [Es una] esquizofrenia, porque el discurso de la integración y después la disciplina, te vuelve loco. […] Lo echaron al tipo porque faltó tres días, ‘pero bueno, tenés que entender, ellos miran el proyecto, no pueden estar entendiendo a cada uno’. ¿Entender qué? ¿La radicalidad? Hay que entender que son radicales cuando se trata de los pobres, ahora con éste [Schoklender] que tiene toda la torta, se lo justifica: ‘pero mirá también todo lo que hizo el tipo’. ¿Pero qué hizo? ¡Hubiera hecho más! Si podía, si tiene todas las condiciones, porque además ‘bueno, el viene de una familia aristocrática, hay que ver si lo que tiene no es porque viene de familia de guita’. Son radicales con los pobres”.

Es decir, Madres funciona como cualquier empresa capitalista: explota a sus trabajadores e intenta reducir el costo laboral para obtener mayores ganancias. Todo esto se carga, obviamente, en las espaldas de los trabajadores. En Los Piletones, según denuncian los propios trabajadores, no funciona el convenio colectivo. El horario supera ampliamente las 48 horas semanales que estipula la Ley de Contrato de Trabajo. Como si fuera poco, además de la jornada laboral, los obreros debían acudir a las reuniones políticas donde se los “capacitaba”, con el objetivo de armar redes punteriles.

Uno de los capataces del obrador Castañares asegura que “las condiciones de trabajo eran inhumanas”. Durante el brote de la Gripe A en 2009, denuncian los obreros, unas seis embarazadas fueron obligadas a trabajar con empleados resfriados. Una de ellas perdió a su bebé.16 Obviamente, nadie se hizo eco del asunto.

Todo este sistema debía provocar protestas. Madres, lejos de defender a los oprimidos, actuaron como los patrones en los ’70: usando la coacción contra los trabajadores. Un obrero explica: “En la obra no te podías quejar, porque cobrabas. Una vez Marcos, un compañero, hizo un reclamo puntual y al otro día lo sacaron a trompadas los de seguridad. El pibe no volvió a trabajar por varios días después de la paliza”. Otro agrega: “Era toda gente recién salida de la cárcel, muy pesados y con muchos vínculos con los punteros políticos de la zona. Generaban mucho miedo”.17

La fuerza de choque, como señalan las denuncias realizadas,18 está constituida también por quienes integran el Área de Seguridad de la Fundación, de quienes se sospecha habrían participado en la represión del Indoamericano. Nuestro entrevistado plantea:

“Hay manejos matones. Hay cosas que podés decir y cosas que no, cosas que te enterás que los compañeros dicen y ‘bueno, hay que trasladarlos’, no vas a hacer un juicio porque te echaron o por tal cosa porque te cae un mono en tu casa… esas cuestiones que yo siempre digo que son con las que Madres discutieron toda la vida. […] ‘Que no digas eso porque si se entera tal y te echan de tu trabajo’, una cosa persecutoria… Te metiste en el aula equivocada y salieron cinco tipos a decirte ‘qué carancho hacés acá’. […] [El objetivo es] el silenciamiento, que no se hable que Pocho tiene cinco camionetas, que los que no trabajan los días de lluvia se quedan durmiendo en su casa porque son amigos de este… y eso a nivel más chiquito, después lo que pasa arriba…”19

En el año 2007, un grupo de trabajadores intentó avanzar en la conformación de una comisión interna para luchar por el mejoramiento de las condiciones de trabajo en los obradores. Llegaron a juntar 35 firmas y a elaborar un petitorio. La respuesta fue el despido de todos.20

Evidentemente, todo esto debía hacerse bajo la complicidad de la UOCRA, que miraba para otro lado e, incluso, ponía su gente a garantizar este régimen, como veremos. Así, nuestro entrevistado nos explica:

“En algunas obras los delegados eran trabajadores pero no tenían rol de delegados porque estaban sometidos a que no podían hacer mucho porque los echaban. En otras, no trabajaban, estaban totalmente burocratizados, eran primos, o tíos o amigos del referente político y lo que hacían era un ‘como sí’ de UOCRA: bajaban la conflictividad y contenían que no estallara”.

Vemos, entonces, qué tipo de “nuevas relaciones” proponía Madres. Ahora bien, pasemos a las relaciones políticas. La fundación Madres reporta directamente a Julio De Vido, ministro de Planificación y verdadera caja del kirchnerismo. Sueños Compartidos habría recibido del Estado una suma total de 765 millones de pesos.21 Por lo tanto, el plan no se trata sólo de una iniciativa de Madres, sino uno de los tantos brazos del gobierno nacional, que además del dinero provee las relaciones con la dirección de la UOCRA. A cambio, Madres intentaba crear un espacio político afín al gobierno con una base de masas. Según nuestro entrevistado:

“En su momento, cuando ganó el macrismo en la Ciudad, en la Fundación estaban preocupados porque muchos de los barrios votaron a Macri y la Fundación ya estaba funcionando. Ahí se creó el Área social, con la preocupación por empezar a vincular a la Fundación con el ‘proyecto nacional’. […] En estos últimos dos años la organización se politizó un montón […] Empezó a aparecer un discurso más político partidario en la institución, a lo cual muchos no quisimos adherir porque no entramos con esa condición. En su momento nos pidieron que nos afiliemos al PJ.”

No obstante, Madres se cuidaba de depender de un solo espacio político. Cuando el kirchnerismo perdió la ciudad, hubo que adaptarse a los nuevos dueños. Por ello, en marzo de 2008, Madres firmó un convenio con el gobierno de Macri para la construcción de 780 viviendas en Castañares, a cambio de 134 millones de pesos. Hace tres años que el macrismo tenía la documentación necesaria sobre lo que sucedía. De hecho, uno de los órganos que aloja la documentación decisiva es el Instituto de la Vivienda y la Sindicatura General de la Ciudad de Buenos Aires. El vínculo es de tal magnitud que luego del escándalo, a pesar de las recomendaciones judiciales para no seguir girando fondos a Madres, el macrismo le extendió 17 millones de pesos.22

La esencia de Madres

Vistos los datos, no puede remitirse el problema tan sólo a un hecho individual de corrupción, como preferiría el kirchnerismo y el macrismo. Las condiciones económicas permitieron al gobierno kirchnerista realizar cierta política social, en particular en el área de viviendas. Como vimos, a pesar de la fabulosa masa de renta agraria, se construyó menos que en el menemismo. No obstante, no puede negarse que la política asistencial ha sido uno de los puntales de la adhesión lograda. Ahora bien, la construcción de viviendas y la crisis de Madres es la expresión del derrotero del Estado argentino.

Luego del 2001, la reconstrucción de la hegemonía debía tomar en cuenta la relación de fuerzas. Se hizo necesario convocar a una serie de organismos que habían ganado su prestigio en la lucha durante la década anterior. Con un buen caudal de dinero en su poder, no fue difícil incorporar a aquellos cuyo programa no excedía el reformismo (CTA, Madres, entre otros).

La más amplia hegemonía se hubiera expresado en una organización de la política de viviendas centralizada en el Estado, incluso en el partido gobernante. Sin embargo, dadas las características de la crisis, fue necesario “descentralizar” este brazo del Estado. Por un lado, porque había que “retribuir” a las organizaciones que se jugaban su prestigio al pasar a la otra trinchera. Por el otro, porque la acción asistencial por parte de de esas formaciones, y su crecimiento, le permitía al régimen ganar adhesiones. Madres no es la única organización “popular” que se dedica a las viviendas, también están los “piqueteros” de Milagros Sala. Evidentemente, hay otros que quieren ser parte y, por ello, aparecen las diputas internas.

La dinámica de Madres lleva al organismo a ser algo más que un comité del kirchnerismo: es una empresa. En cualquier firma, la necesidad de hacer buenos negocios suele estar por encima de la preocupación sobre el personal político de turno. Eso puede verse en las relaciones con el “enemigo” Macri. En ese contexto, surge la denuncia contra la cara más empresaria de Madres (Schoklender). A su vez, no sería extraño que la denuncia se haya filtrado por algún sindicalista descontento con el intento de Cristina de alentar a la UOCRA para la dirección de la CGT (véase el artículo de Nicolás Grimaldi en el LAP).

Hace ya casi una década que Madres se convirtió en una organización al servicio del Estado. Con el tiempo, fue perdiendo todas las formas: dejó de apoyar causas populares (Julio López, Kraft, Mariano Ferreyra) para colocarse del lado de los represores, se pronunció a favor de personajes impresentables del PJ y tomó en sus manos la coacción, cuando fue necesario (Indoamericano). Como cualquier empresa, explotaba a sus trabajadores. A esta altura, no se trata de un “monje negro” ni la crisis de una organización popular, sino de un cimbronazo en el seno del régimen político burgués, al cual Madres pertenece, y como tal debe ser analizada.

Madres cuadros

 
Notas
1 Seiffer, Tamara: “La máquina de subsidios. La clase obrera argentina y la política asistencial”, en El Aromo, nº 60, 2011.
2 Más precisamente el 97%. Véase Dirección de Gastos Sociales Consolidados: “Evaluación del Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI)”, Buenos Aires, 29 de diciembre de 2000, disponible en www.mecon.gov.ar.
3 Véase www.publicacionessca.net/rehabitar1/index.php?option=com_content&view=article&id=124&Itemid=107.
4 Véase www.dnrpi.jus.gov.ar/normativa/ley21581.htm.
5 El mínimo se establece en 900 millones de pesos anuales, véase http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/365/texact.htm
6 http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16331/norma.htm
7 FEDReactivación, FedSolidaridad, FedConstrucción, FedMejorVivir. cfr. http://www.vivienda.gov.ar/programas.php
8 Programas de Reactivación I y II, cfr.http://www.cepal.org/pobrezaurbana/docs/minurvi/Arg/Prog%20FONAVI%20reactivacion%20I%20y%20II.PDF
9 Basado fundamentalmente, como venimos señalando en el OME, en el aumento de los precios de las mercancías agrarias.
10 Se carece de datos oficiales, pero según diversas fuentes se trataría de entre 50 y 70 ONG´s. En el caso de Cáritas, tiene un programa propio funcionando desde 2004: el Programa de Viviendas Cáritas Argentina, véase www.vivienda.gov.ar
11 Véase www.suenoscompartidos.org.ar/nosotros/27-la-mision/
12 Véase http://www.meldorek.com/construccion_sistema_constructivo.php
13 Entrevista realizada en Junio de 2011.
14 Las mismas son reguladas por el sindicato a través de la libreta de oficios.
15 La Nación, 5/6/2011.
16 La Nación, 13/06/2011 y 14/06/2011.
17 Ídem.
18 Ídem.
19 Sobre “Pocho”, ver http://www.lanacion.com.ar/1383324-quien-es-pocho-el-lider-del-brazo-armado-de-schoklender
20 La Nación, 13/6/2011 y 14/6/2011.
21 La Nación, 16/6/2011.
22 La Nación, 24/6/2011.

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