Adiós Godzilla. Los límites del ex gigante asiático y la crisis actual – Bruno Magro

en El Aromo nº 53

p189lrmlcd12b1fu0m45bale2b3 Entre 1955 y 1972, sobre la base de exportaciones de textiles a los EE.UU.  y Europa, Japón creció a una tasa promedio anual del 10%. Por ese  entonces, se hablaba del milagro japonés y se consideraba a dicho país  como la posible nueva potencia mundial. Sin embargo, desde mediados  de los ’70, comenzó a desacelerarse. Al aumentar su costo laboral, los  capitales de más baja composición orgánica migraron hacia otras  economías de la región, como Corea, Hong Kong, Singapur y Taiwán,  sobre todo desde los ‘80. Más tarde, se sumarían Malasia, Tailandia, Filipinas e Indonesia, y China tras la crisis asiática de fines de los ‘90. Durante las últimas décadas, si bien la economía japonesa se fue apoyando en ramas con mayor concentración de capital, no pudo evitar el estancamiento crónico. La crisis actual puso aun más en evidencia los límites de la potencia que se presentaba como un modelo distinto que venía dar aire al capitalismo. En definitiva, lejos de constituirse en un vector del relanzamiento de la economía mundial, Japón se encontró con los límites que le impuso la valorización del capital.

Sin lugar para los débiles

Contrariamente a la noción del trabajador nipón como “sumiso”, tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, tanto el movimiento obrero como el estudiantil comenzaron a crecer aceleradamente bajo el liderazgo del Partido Comunista. Para 1947, la sindicalización había alcanzado un 46%, y se sucedían huelgas por todo el país. Para fines de ese año, con los inicios de la Guerra Fría, las fuerzas de ocupación norteamericana al mando de MacArthur tomaron cartas en el asunto, dedicándose a reprimir el movimiento. En 1948, las autoridades de ocupación implementaron el plan Dodge, un plan deflacionario que acompañó el inicio de la recesión. Más de 4 millones de trabajadores quedaron sin empleo. En un contexto de desocupación creciente, el gobierno y la burguesía japonesa lograron remover las conquistas laborales obtenidas por los obreros. Se llevaron a cabo las “purgas rojas”, barriendo con los líderes comunistas en fábricas y sindicatos, y se reemplazaron los sindicatos de rama por sindicatos por empresas, convenientes a la patronal.
Las reformas laborales implementadas sancionaron la derrota de la clase obrera. Las conquistas que mantuvieron los obreros en los grandes conglomerados productivos no entraron en vigencia en los capitales más pequeños, que por lo general utilizaban mayor volumen de mano de obra. Entonces, los capitales concentrados subcontrataron la producción de las etapas del proceso intensivas en mano de obra. Esta red de subcontratación encierra, en potencia, la internacionalización del capital en la región asiática, cuando más tarde los capitales comenzaron a salir de Japón en busca de economías con costos laborales relativamente menores, como los tigres, los dragones asiáticos y China.1

Lo que el capital se llevó

Entre 1950 y 1960, la producción manufacturera japonesa creció en un promedio anual del 16,7% y el PBI en casi un 10% interanual.2 Entre 1950 y 1963, Japón duplicó su papel en las exportaciones mundiales de manufactura, pasando de 3,3% al 7,6%, proceso liderado por las exportaciones textiles.3 A medida que avanzaba la acumulación de capital y la mano de obra se encarecía, la composición de las exportaciones se modificó. En 1962, los textiles habían descendido al 25,5%, al tiempo que las exportaciones de hierro, acero y derivados alcanzaban el 25,9% del total. En 1980, el sector de textiles cayó al 4,8%, y al 1,5% en 2004. Por su parte, en 1980 el equipamiento de transporte y maquinaria alcanzó una participación del 26,4%. Las maquinarias eléctricas, aparatos y electrodomésticos lograron una participación del 14,2% en 1980 y del 23% en 2004. Las maquinarias no eléctricas también aumentaron, con casi el 12% en 1980 y 20% en 2004.4
En cuanto al destino de sus exportaciones, en 1962 Japón exportaba el 28,4% del total al mercado norteamericano, el 17,1% a Europa y un 34% dentro de la región. Para 1986, el mercado norteamericano representaba el 38% del total, seguido por la región asiática con 29% y Europa con 19%. Sin embargo, a principios de los ‘90 el comercio intrarregional experimentará un importante crecimiento, como consecuencia de la mayor interrelación con economías de abundante mano de obra barata. Las exportaciones japonesas dentro de la región alcanzaron el 46% en 1996 y casi 54% en 2008.5
La espectacularidad de las cifras, producto del éxito exportador de Japón, fue posible gracias a la explotación de la mano de obra barata entre los años ‘50 y principios de los ‘70. En 1950, el costo laboral japonés era de 0,09 dólares por hora, 14 veces inferior al norteamericano. A medida que avanzaba la acumulación de capital, la diferencia se reducía. Para 1962, los costos nipones eran 7,68 veces más bajos que los norteamericanos. A mediados de los ‘70, la brecha se había acortado: era tan sólo 2 veces inferior.
Con este aumento de los costos, el capital japonés comenzó a fluir hacia otros países, con un doble propósito. Aprovechar los menores costos laborales y sortear las barreras arancelarias, exportando de forma “indirecta” hacia EE.UU. Tal fue el caso de Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, cuyos costos laborales, a mediados de los ‘70, eran entre 3,47 y 7,56 veces inferiores a los japoneses y entre 7,34 y 16 a los norteamericanos. En los ‘90, le tocó el turno a Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas, con costos entre 20 y 22 veces inferiores a los de Japón y los EE.UU.6 Luego, en China, 32 veces inferiores a nipones y norteamericanos.
Con esta “migración”, Asia se constituyó como principal destino de las exportaciones japonesas: de 18,7 % en 1985 a 44 % en 1995. En 2009, y con la aparición de China7 como nueva plataforma, el 54% del total exportado por Japón tuvo como principal destino la región asiática.8 Entre 2001 y 2008, la inversión extranjera directa del capital japonés fue de 790 mil millones de dólares.

Atrapado sin salida

Desde mediados de los ‘70, con un sector exportador incapaz de competir, EE.UU. comenzó a financiar sus crecientes déficits con emisión de deuda. Al igual que lo sucedido con las importaciones desde China,9 el aumento de la demanda norteamericana dio aire a la economía japonesa luego de la crisis mundial de 1974. Pero la creciente emisión de deuda elevó la tasa de interés en los EE.UU. El capital japonés comenzó a fluir hacia allí, vía compra de Bonos del Tesoro, por lo que parte del superávit comercial nipón fue utilizado para financiar las importaciones desde EE.UU. Pronto, Japón y China, principales socios comerciales de EE.UU., se convertirían también en sus principales acreedores.10
De esta manera, a principios de los ‘80 la economía japonesa parecía estabilizada. No obstante, mostraba signos de estancamiento. En septiembre de 1985 se firmó el Acuerdo Plaza, el cual sancionó una devaluación del dólar. Entre 1986 y 1989, el yen se revaluó un 93%, afectando su competitividad. Tal y como ha sucedido recientemente con China, el gobierno japonés buscó contrarrestar la caída en las exportaciones con una política de estímulo a la demanda vía expansión del crédito interno. Ello alimentó un boom especulativo en el mercado inmobiliario y bursátil. Como consecuencia, se generó una burbuja, reflejada en la evolución del Nikkei: entre fines de 1984 y 1989, el indicador bursátil aumentó en un 237,16 %. La burbuja no tardaría en estallar: en medio de una crisis, en agosto de 1990 el Banco Central elevó las tasas de interés del 2,5% al 6%, provocando la quiebra masiva de bancos a raíz de la enorme cartera de morosos. En junio de 1992, el Nikkei ya acumulaba una caída del 60% en tres años. Todo el sistema financiero japonés colapsó y la economía entró en profunda recesión. Como dato, entre 1993 y 1996, el PBI creció en promedio menos del 1%.
En 1997, la región experimentó otro sacudón. Nuevamente, el sistema financiero estuvo en serios problemas. La quiebra del Banco Industrial de Japón y del Banco Hokkaido obligó al gobierno a implementar un paquete de salvataje financiero. De esta manera, la participación de la deuda pública en relación al PBI pasó de un 80% a casi el 130% entre 1995 y 2002.11 A pesar de una breve recuperación en 2000, el año posterior se vio signado por el estallido de la burbuja tecnológica, volviendo a registrar tasas de crecimiento muy bajas. Es así que, entre 2001 y 2009, la economía japonesa creció apenas a una tasa promedio anual del 0,49% al tiempo que surgía China como una nueva “potencia”.

Perdidos en Tokio

La dinámica de la economía japonesa no ha variado desde entonces. En 2008, el PBI cayó un 1,2% y un 5,3% en 2009. En cuanto a las exportaciones, en 2009 cayeron un 25,1% en términos interanuales. Con la entrada de EE.UU. en recesión, a finales de 2007, las exportaciones hacia EE.UU. cayeron un 5% en 2008 y un notable 31,2% en 2009. A su vez, podemos observar cómo la menor demanda de EE.UU. impactó fuertemente en el comercio intrarregional. Las exportaciones japonesas en la región, que habían crecido un 11,5% durante 2008, cayeron un 17,8% en 2009.
Otro tanto ocurrió con el empleo: entre 1978 y 1992, la tasa de desempleo oscilaba en torno al 2,2% y 2,8%. En diciembre de 2009, el desempleo oficial alcanzó el 5,1%.12 Este aumento se explica a partir de la fuerte caída de las exportaciones de las principales firmas. Desde octubre de 2008, Nissan, Toyota, Hitachi, Pioneer, Sony, Toshiba y otras debieron recortar personal.13 Pasada su época de esplendor, el país del sol naciente se encuentra estancado desde hace ya 25 años. En medio de una crisis de mayor magnitud, la posibilidad de revitalizar el “milagro japonés” parece más una ilusión que una realidad cercana.

Gráfico: crecimiento del PBI y exportaciones del Japón, 1971-2009

Elaboración propia en base a Statistics Bureau (Japón) e Instituto de Investigación Económica y Social de Japón (ESRI)

NOTAS 

1 Collantes, F.: “El milagro japonés y el desarrollo del Lejano Oriente”: enwww.unizar.es/departamentos/estructura_economica/personal/collantf/documents/Japon-Texto.pdf
2 Brenner, R.: “Turbulencias en la Economía Mundial”, LOM, 1999.
3 Takashi, H.: “Diversification and labor strategy of Japanese Textile Maker”, Tokyo University, 2007, en www.cm.hit-u.ac.jp/coe/seika/WP/HJBS_WP_040.pdf.
4 Elaboración propia en base a datos de Statistics Bureau, Japón: www.stat.go.jp/english/data/chouki/18.htm.
5 Ídem.
6 Elaboración propia en base a datos del Bureau of Labour Statistics.
7 Magro, B.: “Triángulo barranca abajo”, El Aromo, nº45, 2008.
8 Statistics Bureau, Japón, op. cit.
9 Magro, B.: “Hasta que la muerte los separe. La crítica relación comercial y financiera de EE.UU. y China”, El Aromo Nº 42.
10 Bloomberg NY: “Japón desplaza a China y se convierte en el mayor tenedor de bonos de los EEUU”, El Cronista, enwww.cronista.com/notas/221414-japon-desplaza-china-y-se-convierte-el-mayor-tenedor-bonos-estados-unidos.
11 “La década perdida de la economía japonesa”, en Boletín Económico ICE Nº 2698, julio de 2001.
12 Statistics Bureau, Japón.
13 “Japanese unemployment hits three years high”, The Guardian, 31/03/2009, enwww.guardian.co.uk/business/2009/mar/31/japanese-unemployment-taro-aso.

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